Vélez, campeón sin Copa: los méritos pese a no dar la vuelta olímpica y el valor del mensaje interno
El entrenador que se iba era Sebastián Méndez, el que salvó del descenso a Vélez a fines de 2023 dirigiendo con el corazón en la mano, el que había arriesgado todo (incluso parte de la reputación, por haber interrumpido el contrato con Unión), pero que había logrado sacar a flote el espíritu grupal, con un equipo que empezaba a jugar con el ‘cuchillo entre los dientes’. Llegó Gustavo Quinteros, un DT con trayectoria y varios éxitos en su mochila, pero debió comenzar casi un proceso desde cero, por el armado del plantel y el día a día en el predio, el empezar a caminar con una nueva dirigencia y hasta el coordinador encargado de las divisiones inferiores: se iban el Gallego, el manager Christian Bassedas y también Guillermo Morigi, de un muy buen trabajo con los juveniles. Pero la esencia del Fortín está ahí: en los chicos de “la Fábrica” que siguen surgiendo y que le dieron una vitalidad diferente al equipo, al punto de llevarlo a la final del torneo.
Es cierto que las luces se las llevó Estudiantes, un club con solidez en sus cimientos y las tres patas del éxito (dirigentes, cuerpo técnico y jugadores), pero Vélez terminó siendo el campeón sin Copa. Porque supo competir, primero armar un equipo que dé pelea desde lo futbolístico, físico y táctico, porque Vélez fue un hueso duro de roer incluso jugando con diez, por las expulsiones de Braian Romero en la semifinal con Argentinos y de Damián Fernández ante el Pincha.
Valentín Gómez, central zurdo con mucha proyección, la bandera de los juveniles con 20 años, dijo: “El orgullo es inmenso. En la final terminamos jugando con ocho juveniles de la cantera y eso hace que duela el doble. Estamos muy orgullosos de haber llegado hasta acá con lo doloroso que fue todo el año pasado. Vamos a hacer todo para que en un futuro, podamos levantar algún trofeo”.
Los chicos de las inferiores tienen el principal respaldo de los hinchas, pero la campaña no hubiera sido posible sin los más grandes, con casi un futbolista por línea para darle sostén al resto: Tomás Marchiori (28) en el arco; Elías Gómez (29) en el lateral izquierdo, Agustín Bouzat (30) reconvertido como doble 5; Claudio Aquino (32) como enganche, con una pegada fenomenal, y Francisco Pizzini (30) desequilibrante en los metros finales junto con Braian Romero (32).
ATAJADÓN DE MARCHIORI A MANCUSO.
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El arquero Tomás Marchiori, que protagonizó una de las mejores atajadas del año con el penal desviado a Mancuso, opinó: “No tenemos nada para reprochar. Nos han tocado momentos feos, sufrir expulsiones, revés durante el partido, donde el equipo se repone. Hoy no se nos pudo dar. Estábamos muy ilusionados, como toda la gente y nuestras familias que vinieron hasta acá. Estamos tranquilos que, de seguir así, algún título va a llegar”.
Ya se habían visto buenas señales del Vélez de Quinteros desde la pretemporada. Los amistosos disputados en Uruguay daban muestras de un equipo con las ideas claras y poder de gol. Aunque iban pocos entrenamientos, ya se veía la mano del entrenador, con el módulo táctico 4-2-3-1 y características que se complementaban por las bandas y los carriles centrales. Después, el DT fue tomando decisiones: Joaquín García le ganó la pulseada a Jara y Guidara en el lateral derecho, Agustín Bouzat se reinventó al lado de Christian Ordoñez; Aquino se mantuvo como enlace; Pizzini pareció llegar al mejor nivel de su carrera, mucho más determinante en los metros finales con asistencias y goles.
La suerte también juega en los “pizarrones”, en la planificación de los entrenadores en la semana. Vélez era superior a Estudiantes en el primer tiempo. A los 5 minutos, en una jugada preparada de córner, Aquino jugó corto para Elías Gómez que la hizo correr más atrás para Ordoñez (se había quedado marcando en la mitad de la cancha); tras el control, empezó a acelerar y pateó desde lejos: hizo temblar el travesaño de Matías Mansilla. Ocho minutos después, una jugada casi idéntica terminó en el 1-0 del Pincha: córner corto desde la izquierda de Cetré para Sosa (que recibió la pared tras un pasaje por detrás realizado por el colombiano), la hizo correr para Mancuso, que remató desde una posición más adelantada que Ordoñez y su derechazo sí infló la red. Tan cerca, tan lejos.
Christian Ordoñez a nada del gol de su vida...
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Sufrió el golpazo con River y, más allá del dolor por perder 0-5 en el Monumental, tenía las bases claras. Y a los buenos resultados posteriores también le sumó juego asociado, ataques respaldados y el doble condimento de la receta del ‘cuchillo entre los dientes’ para presionar y defender en todos los sectores de la cancha. Eso también se vio con el plus anímico de un grupo de jugadores que no dejó de intentar hasta el final. Pasó en Santiago del Estero ante Estudiantes, pero también en la campaña previa, ganando partidos sobre la hora, como sucedió ante Gimnasia (Aquino hizo el 2-1 a los 96 minutos y Pizzini el 3-1 a los 98), Riestra (Lenny Lobato marcó el 2-1 a los 91), Huracán (Mammana hizo el 1-0 a los 93), Rosario Central (Osorio anotó el 2-1 a los 87) e Instituto (Elías Gómez convirtió el 1-0 a los 81).
Terminó jugando la final con personalidad. Alejo Sarco hizo el 1-1 y convirtió en la tanda de penales sólo con 18 años; uno de los que falló, Alvaro Montoro con 17, se lo atajó Mansilla. Pero el acierto o error puntual son detalles que pueden hacer a una consagración pero no invalidan la campaña global. La figura del primer tiempo había sido Thiago Fernández (20), con gambetas y ataques veloces. Vélez, además de sobreponerse a aquella goleada con River, tuvo que reconstruirse puertas adentro incluso antes a la salida de Gianluca Prestianni, la joya de 17 que emigró a Europa. También atravesó un escándalo a raíz de la denuncia por abuso sexual contra cuatro jugadores (Sebastián Sosa, Braian Cufré, José Florentín y Abiel Osorio), a quienes les rescindieron sus contratos.
Quinteros comandó al grupo a centrarse en lo futbolístico, a ir paso a paso en busca de hacer la mejor campaña posible. Y en épocas donde parece que sólo se valora al que sale campeón, los medios de comunicación cumplen un rol importante, pero sobre todo importa más cómo los dirigentes y cada integrante del club (en este caso Vélez) siga de acá en adelante. El tema muchas veces es darle continuidad y potenciar lo ya construido y no tirar todo abajo y empezar de cero porque se perdió una final. Por eso se destaca el mensaje que publicó el club de Liniers en su página web. Aquí, un extracto:
“Vélez Sarsfield no pudo coronar su excelente campaña. Duele y mucho, porque así es el fútbol. Nosotros sabemos bastante de gloria obtenida y también de las decepciones que genera perder un título. Duele porque terminar jugando con ocho futbolistas de La Fábrica es sinónimo de orgullo, aunque también de futuro. Y también duele porque la multitud que concurrió al Madre de Ciudades merecía mejor final. Así será por un tiempo y no habrá más que bancarse el fastidio y buscar revancha para volver más fuertes. Todos hablarán de los ‘PiVes de Vélez’, pero sin compañeros de experiencia que empujen es muy difícil arribar a estas instancias”.
“Vélez cayó de pie, con el dolor que supone perder una final y también con el orgullo de haber recuperado con su fútbol algo que el pueblo fortinero había perdido: la ilusión de jugar por una nueva estrella. Ya se dará, es cuestión de paciencia y continuar por este camino. Gracias a todo el Plantel y Cuerpo Técnico por llevarnos hasta acá, y a la gente por alentar hasta el cansancio y más también. A levantarse, otra no queda, porque, aunque duela, estamos más vivos que nunca”.
Gustavo Quinteros, el DT elegido por la nueva dirigencia comandada por el presidente Fabián Berlanga y el manager Ricky Alvarez, debe valorar lo hecho por un equipo que además de ser subcampeón juega bien. Casi no habló tras el partido. Abatido, sólo atinó a decir: “Me voy muy triste”. Cuando se le vaya la bronca y vea el espejo retrovisor, observará que el camino valió la pena. Es más: si mira para adelante, tiene la ruta despejada para seguir acelerando.