Muere una cría de delfín porque los turistas querían hacerse selfies con ella

La falta de cultura y de sensibilidad de un numeroso grupo de personas ha hecho que una cría de delfín franciscana falleciera en la playa Santa Teresita, en Buenos Aires (Argentina). El animal fue descubierto nadando cerca de la orilla por un hombre que lo sacó para hacerse fotos con él. Al ver lo que estaba ocurriendo, una masa de curiosos se arremolinó en torno al cetáceo, al que pasaron de mano en mano para hacerse fotografías con él, hasta que falleció.

La ONG Vida Silvestre ha denunciado los hecho en su página web: “Los delfines no puede permanecer mucho tiempo fuera del agua. Tiene una piel muy gruesa y grasosa que le proporciona calor, por lo que la intemperie rápidamente le provoca deshidratación y la muerte”.

Los delfines franciscana son unos de los más pequeños del mundo. Apenas miden entre 1,30 y 1,70 metros de largo. Es un delfín de río propio del gran estuario del Río de la Plata y las costas del Océano Atlántico en Sudamérica, siendo la única especie de la familia que puede vivir indistintamente en aguas dulces o saladas.Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), es una especie especie vulnerable a la extinción, y solo se encuentra en Argentina, Uruguay y Brasil.

La misma ONG denuncia que después de la siniestra y absurda sesión de fotos, los turistas dejaron el cadáver del animal en la playa y se fueron. La organización espera que la muerte de este ejemplar sirva “para informar a la población sobre la necesidad urgente de devolver a estos delfines al mar ante el encuentro con uno en la orilla. Es fundamental que las personas ayuden al rescate de estos animales, porque cada franciscana cuenta”.

Tristemente, esta no es la primera vez que los seres humanos hacen daño a la naturaleza por hacerse una foto. En septiembre de 2015, un numeroso grupo de turistas impidió anidar a las tortugas. Ocurrió en Costa Rica, donde cientos de miles de tortugas oliváceas salen lentamente del océano para poner sus huevos en la arena.

Los hombres y mujeres allí presentes, casi todos estadounidenses y europeos, se acercaron a fotografiar a los animales, se hicieron selfies con ellos, mientras los niños les tocaban los caparazones. Las tortugas, al ser molestadas, decidieron volver al océano y no pudieron anidar, comprometiendo así la supervivencia de su especie.