El Ultimo Out, historia de un tiempo alucinante para peloteros cubanos y su lucha por llegar a Grandes Ligas

Esta historia quiso tener un final feliz, pero tampoco tuvo el peor de los finales. Se trata, sin duda, de una historia que merece ser contada. Cuando el documental “The Last Out’‘ (El Ultimo Out) se exhiba este viernes en un teatros del sur de la Florida, será la culminación de un esfuerzo enorme por parte de unos cineastas que quedaron fascinados por un momento en la historia y un grupo de individuos que perseguían un sueño que sentían cercano y, sin embargo, les pasó de lado.

Rey “Happy’‘ Oliveros, Carlos González y Victor Baró, tres cubanos que alguna vez se imaginaron en uniformes de Grandes Ligas, son los protagonistas de un filme que ha conquistado premios y elogios en festivales y medios de comunicación que valoran el recorrido humano de quienes salieron de su isla con la mayor de las ilusiones solo para verla desvanecer con el paso del tiempo y una conjugación de circunstancias adversas, sin obviar los errores propios.

“Son jóvenes que llegan a Costa Rica desde un país cerrado y comunista como Cuba, sin experiencia de lo que es el capitalismo’‘, expresó vía telefónica Sami Khan, quien dirigió el filme junto con Michael Gassert. “Llegan a San José, Costa rica y de pronto lidian con muchas cosas desconocidas. Luchan por adaptarse al capitalismo y a todo lo que rodea a los peloteros cubanos en esos momentos’‘.

¿Qué rodeaba a los peloteros cubanos en esos momentos, especialmente entre el 2014 y 2015? Una pura locura salpicada por una danza de millones y una moda por firmar peloteros cubanos que llevó a varios clubes a sobre pagar en unos casos o realmente malgastar en otros.

Eran tiempos donde era moda firmar un cubano y los contratos se sucedían de manera vertiginosa desde los $70 millones de Rusney Castillo, a los $68.5 de Yasmany Tomás, sin olvidar los $62.5 millones de Héctor Olivera y sin contar decenas de pactos que oscilaban entre los $12 millones a los cientos de miles en dependencia del historial y el talento.

Un tiempo que Gustavo “Gus’’ Domínguez, uno de los protagonistas de The Last Out denomina “desconcertante’’.

Oliveros, González y Baró eran parte de lo que algunos llaman la pre avalancha, pues en el 2014, cuando llegan a Costa Rica, todavía las compuertas de las fugas no habían desangrado el béisbol cubano y se contabilizaban en algo más de 70 aquellos peloteros que salieron por distintas vías.

Como bien detalla el periodista Francys Romero, autor del libro “El Sueño y la Realidad: Historias de la emigración del béisbol cubano (1960-2018), la experiencia de ese grupo en Costa Rica no sería igual que, por ejemplo, los que se fueron en el 2015, cuando se contabilizaron 203 salidas de peloteros, acentuando desde ese momento un éxodo imparable que aún continúa.

Michos de esos que llegaron después -según Romero, desde 1959 al 2018 partieron de Cuba más de 1,200 peloteros- firmaron en alguna capacidad con los clubes de las Mayores, desde estrellas de primer nivel como Yuliesky Gurriel ($47.5 millones, Astros) o jóvenes prospectos que ahora son estrellas como Yordan Alvarez ($2 millones, Dodgers).

“Mucha gente se fija en los millones de los que llegaron y firmaron, pero no en los que se quedaron en el camino’‘, explicó Romero, quien entrevistó a Baró para su obra. “Investigando conocí que solo el 20 por ciento de los cubanos llega a las Mayores. En mi libro lo que prima es la derrota. Hay muchas historias olvidadas’‘.

¿POR DONDE COMENZÓ TODO?

Cuando legaron a Costa Rica en el 2014, Oliveros, González y Baró creyeron que habían dado un paso fundamental para acercarse a las Grandes Ligas y desde los primeros días contaron con la asesoría de Domínguez, un experimentado especialista en el mercado de peloteros cubanos.

Domínguez, quien había sido sentenciado en el 2007 a cinco años de prisión por contrabando de peloteros en un sonado juicio efectuado en Cayo Largo, siempre negó cualquier implicación en actividades ilícitas e hizo todo lo posible por continuar de cerca en el negocio que conocía.

“Eran un tiempo loco, las salidas, Céspedes increíble, Chapman ponhando a todos y había una historia no contada, lo de atrás que no se sabia’‘, explicó Gassert. “La historia de Gustavo Domínguez nos pareció fascinante en principio. Parecía una historia de redención en su interés de ayudar a esos cubanos a llegar a las Grandes Ligas. Es fue el origen de todo’‘.

Sin embargo, en algún momento el guion del documental fue desviándose de la historia de Domínguez para concentrarse en la de los tres peloteros que se preparaban para convencer a los evaluadores de talento de que sí valían un contrato como tantos otros.

De alguna manera, los tres muchachos logran cierta empatía con los cineastas que de pronto los descubrieron en su estado natural cubano y sintieron que la historia de ellos, sobre todo si llegaban a firmar con clubes de las Mayores, contenía un valor humano tremendo.

“Recuerdo el momento en que los conocimos en el terreno y luego en el lugar donde vivían’‘, agrego Khan. “Estaban bromeando, haciendo chicharrones, jugando al dominó. Realmente queríamos quedarnos con estos muchachos y entender su historia y lo que significó para ellos. Nos acercamos mucho a ellos con la misma esperanza de verlos firmar. Hubo una primera demostración donde todo parecía ir bien. Había interés, pero cuando Happy fue cortado sentimos que las cosas iban cambiando. Había menos menos y bajó el interés en los peloteros’‘.

Decir que Domínguez se siente traicionado por la evolución de la idea original no haría justicia a sus sentimientos, porque el cubano residente en California siempre estuvo bajo la impresión de que el filme giraría en torno a su trabajo y no derivaría en lo que él considera una crítica injusta y sin base.

“Sami me llama y me dice que tiene la intensión de hacer un documental sobre mi vida y lo que me había pasado y el hecho de representar peloteros cubanos’‘, recordó Domínguez. “Le dije que sí. Que todo eso era publico. Me dijo que quería ir a filmar conmigo. Le hable de los chicos en Costa Rica. Le di mi consentimiento con dos condiciones: que si iba a vender ese documental en el futuro que me diera un porcentaje. Que me dejara ver el documental antes de que se hiciera publico. Mucha gente toma estas cosas y después de las cambia’‘.

Y según Domínguez cambiaron mucha cosas que lo hacen ver como el malo de la película y le responsabilizan, en parte, porque esos muchachos no hayan cumplido sus sueños, como cuando se hace referencia a que el representante apuró ciertos trámites entre la documentación y las demostraciones frente a los scouts.

“Hay mucha gente que no sabe de este negocio y no lo entiende’‘, indicó Domínguez. “Lo cierto es que hay gente hablando porquería en el documental y el hecho de que ellos no hayan firmado no tiene nada que ver con la documentación. Pero ya no se trataba de mí, sino de lo que ellos dijeran’‘.

¿POR QUE NO FIRMARON?

No existe una sola causa para explicar el hecho de que Oliveros (Guantánamo, jardinero), González (Holguín, lanzador) y Baró (Ciego de Avila, lanzador) fueran vistos de una manera diferente a muchos de sus compatriotas y cada cual da una causa distinta, pero lo cierto es que las esperanzas se fueron diluyendo después de una primera demostración delante de unos 27 scouts de Grandes Ligas.

De acuerdo con Romero, quien habló con varios evaluadores que asistieron al showcase en Costa Rica, el único que sobresalió de los tres fue Baró, un lanzador con una recta que marcaba entre las 94 y las 98 millas por hora, pero quizá la locura del mercado cubano comenzaba a atemperarse y los clubes ponían más atención a la hora de ofrecer millones.

“Eran jugadores que no tuvieron el talento para firmar con equipos de Grandes Ligas, solamente Victor Baro tenía opciones de firmar en mi opinión’‘, apuntó Romero, quien trabaja como periodista para la MLB. “Esos muchachos no estaban entre los 100 mejores prospectos de Cuba en el momento en que se van. Cuando aquellos no habían salido los 200 otros peloteros que estaban por encima de ellos’‘.

De acuerdo con Domínguez, los Dodgers llegaron a ofrecer $400,000 por Baró, pero este le reclamó que no firmaría si no era por $1 millón, mientras que de los otros dos apenas encontró interés, pero la causa principal de que no firmaran tuvo que ver con la irrupción de otro agente en las negociaciones que le suplantó en el proceso.

“Un día me llaman que había otra persona representándolos y yo les dije que solo quería que me pagaran mis servicios cuando ellos firmaran’‘, contó Domínguez. “Fijate si tengo razón o no, porque ese otro agente también intentó firmarlos y no pudo hacer nada por ellos. $400,000 eso fue lo que más ofrecieron y por Baró’‘.

¿Pudieron haber firmado por $10,000 o $50,000 como hacen por estos días los peloteros cubanos? Muy probablemente, pero las expectativas -de todos, desde los jugadores, los agentes y hasta los equipos- giraban en torno a otras cifras y otro mercado muy diferente al actual.

De acuerdo con los realizadores, uno de los elementos más profundos del documental es la manera en que recoge el momento en que se percantan que la realidad va por una vía diferente a las ilusiones y se ven como hombrres sobrepasados por esa adversidad.

Como bien apuntó Romero en su libro, en las historias de la emigracion de peloteros cubanos, “lo que prima es la derrota’’.

UNA HISTORIA VALIDA

A Romero la historia de “The Last Out’‘ no le sorprende, porque en los centenares de testimonios recogidos en su libre hay de todo, desde alguien que fue secuestrado hasta otro que lo dejaron tirado en las calles de República Dominicana sin un centavo en el bolsillo y con más talento que esos chicos.

Una de las trayectorias que más resuena es la de “Happy’‘, el primero en ser cortado del grupo y cuya baja cambió la dinámica y rompió la confianza de ellos con Domínguez, de acuerdo con los directores del proyecto. Después de su partida, ya nada sería igual.

“Me echaron como a un perro”, dice Oliveros en la película. “Qué pena que me hayan hecho esto. Pero seguiré adelante”.

Pero Domínguez, quien representó a muchos peloteros cubanos como René Arocha y Yuniesky Betancourt. hace un recuento diferente de los hechos.

“Happy vino con González y le hice el favor’‘, expresó Domínguez. “Todos sabíamos de sus limitaciones, pero les dije a los coaches que siguiera entrenando y le damos un chance, porque también ayudaba a los otros. Ningún equipo se interesó. Ya no había nada más que hacer con él y no podía mantenerlo’‘.

Tras la decepción, llegó un sentido de aceptación de la realidad y los tres se dan cuenta de que el horizonte de las Mayores se ha alejado de manera considerable y la ola de las firmas ha pasado por otra orilla. De acuerdo con los realizadores, González vive en la Florida, Oliveros en Houston y Baró en la República Dominicana.

El único de ellos que experimentó el béisbol profesional fue Baró, quien jugó para los Toros del Este en la Liga Invernal Dominicana (LIDOM).

Más allá de un hecho puntual o de cualquier punto de vista, el documental recoge una parte que no siempre sale a flote en medio de las historias de firmas y millones: la de aquellos que no pudieron rebasar el intento y que por diversos motivos debieron restañar sus heridos de una manera u otra para seguir camino en la vida.

Los documentalistas viajaron a Cuba, entrevistaron a los familiares de los peloteros, siguieron el camino en el momento de cruzar la frontera con los Estados Unidos y dejaron para la historia, incluso la de la isla, un testimonio de lo que pudo haber sido y no fue.

“Mi padre llegó de la India y es un hombre conservador, que no muestra su afecto tan fácilmente y tras mirar The Last Out queríamos conversar’‘, recalcó Khan, quien obtuvo una nominación al Oscar en el 2020 por su documental St. Louis Superman (codirigido por Smriti Mundhra). “Esta película es para los emigrantes que lo arriesgan todo para hace una historia, para ayudar a sus familias. Saben que no pueden regresar, porque vivirán en cadenas. Mi padre nunca dice te quiero, pero por su reacción sentí que al final habíamos capturado el camino de estos muchachos de una manera poderosa’‘.

DONDE SE PUEDE VER

The Last Out se estrenó en el Festival de Cine de Tribeca en 2020, donde ganó una Mención Especial del Jurado. También ganó el premio del público en el Festival de Cine Documental de Hot Springs y el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Florida.

La película se estrenará exclusivamente en cines selectos del sur de la Florida - el Regal Royal Palm Beach 18 y el Regal South Beach 18- este viernes 19 de agosto antes de su debut lineal y de transmisión en PBS en octubre.