Traición en Palacio: el negocio de la justicia en la 4T

Con autorización de Editorial Grijalbo, EL UNIVERSAL publica la Presentación del libro de Hernán Gómez

Hernán Gómez Bruera

CIUDAD DE MÉXICO, junio 21 (EL UNIVERSAL).- Este libro cuenta la historia que podría explicar lo que vimos aquella mañana [en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que Julio Scherer Ibarra abandonaba su puesto como consejero jurídico de la Presidencia]: una historia de traición. La de un hombre que se ganó la confianza del Presidente y usó su nombre y buena reputación —la de un político honesto y comprometido con la lucha contra la corrupción— para satisfacer una ambición creciente de dinero y poder, alimentada desde la privilegiada posición de ser el consejero jurídico del Ejecutivo federal; asimismo, dispuso de su enorme influencia sobre el aparato de procuración e impartición de justicia y de haber sido, quizá, el segundo hombre más poderoso del país durante los primeros tres años de esta administración. Una historia de traición al ejemplo que ha buscado dar el Presidente, a su movimiento político, así como a la narrativa central de erradicar la corrupción y separar el poder económico del poder político.

Pero Julio también traicionó el legado de su padre, don Julio Scherer García, un viejo amigo de López Obrador, por quien logró acercarse al hoy Presidente.

Comencé a interesarme por el consejero jurídico unos meses después de iniciado el gobierno de López Obrador. Personajes del entorno presidencial, leales al Mandatario, me compartieron historias sobre presuntas conductas irregulares y negocios en los cuales estaba involucrado el consejero jurídico de la Presidencia.

Me sorprendió escuchar que cuadros tan convencidos del ideario obradorista pudieran hablar de esa forma de un hombre tan cercano al Mandatario. ¿Se trataba de uno de esos pleitos internos o había un verdadero trasfondo que justificaba sus aseveraciones?

En un principio me resultó difícil creer todo lo que escuchaba, pero lo que llegaba a mis oídos se volvió imposible de ignorar. Eran historias dolorosas para algunos de los hombres y mujeres que han seguido luchando todos estos años junto a López Obrador, así como para sus simpatizantes. Por eso empecé a recopilar información y testimonios de cuadros destacados de la 4T en distintos niveles; personas preocupadas por la conducta de un personaje que daba la apariencia de haber llegado a servirse con la cuchara grande.

La lucha contra la corrupción estructural y la separación del poder económico del poder político han sido quizás los mantras más importantes del obradorismo. Lo que a partir de entonces se me revelaba acerca de Scherer Ibarra, sin embargo, se apartaba cada vez más de ello. Más aún, la forma en la que Scherer actuaba dentro del gobierno, a juzgar por los testimonios que fui logrando recopilar, dice mucho acerca de la manera en que esas dos expresiones del poder —el económico y el político— están íntimamente vinculadas en México y son muy difíciles de separar.

El Presidente le confió a Scherer Ibarra, en su carácter de funcionario público, un gran número de tareas. Resultaba estremecedor atestiguar la cantidad de poder que concentraba un personaje oscuro dentro de un gobierno que ha buscado ser diferente. Todos lo iban a ver: políticos del oficialismo y la oposición, líderes sindicales o empresarios pasaban por la oficina de un funcionario que comenzó a ser percibido como una suerte de vicepresidente.

Aprovechándose de esa posición, tuvo una intensa actividad en los negocios. Varios elementos permiten suponer que no solamente se fue topando a lo largo del camino con oportunidades para hacerlos en grande, sino que, desde antes de llegar al poder, se venía preparando para beneficiarse económicamente, a pesar de que implicaba engañar u omitir verdades inconvenientes al presidente.

Si algo me llamó la atención desde entonces era que el consejero raramente aparecía en público y casi nunca daba entrevistas. Comencé a ver también que, dentro de Morena y el gobierno, muchos le tenían un gran temor (algunos todavía se lo tienen), lo que probablemente lo ha hecho doblemente poderoso, pues no hay poder comparable al que emana del miedo. Incluso a muchos todavía les resulta inconcebible cuestionar siquiera a una figura como esta. (…)

Julio se develaba en los testimonios como un personaje poseído por una ambición desmedida por el dinero, la cual lo llevaría a ocupar todos los espacios posibles y tratar de aprovechar cuanta oportunidad de hacer negocios se presentará en el camino. A tal punto crecería su ambición que su proceder empezó a ser cada vez más torpe y a dejar cada vez más rastros. Nada de eso se hizo visible, sin embargo, porque el personaje supo blindarse con la moralidad de la 4T y refugiarse detrás del nombre del presidente López Obrador, igual que alguna vez lo hizo detrás de su padre, un referente de la ética periodística en México.

(…)

Este libro —que se compone de dos partes— revisa al personaje desde su historia personal y familiar, antes de llegar al gobierno y una vez que aterrizó en él. La primera parte arranca con su trayectoria personal y profesional, como abogado, y termina con su consolidación como un litigante y broker de la justicia. Se analizan aquí los distintos ámbitos en los que Scherer Ibarra incurrió en una traición: al legado de su padre, don Julio Scherer García, cuyo nombre e influencia política usó siempre en su provecho; al presidente López Obrador, de cuya confianza abusó; a Morena, que buscó instrumentalizar como si fuera una franquicia de dinero y poder, y a los valores más importantes de la 4T. La segunda parte examina con lupa el modus operandi de la red de negocios judiciales que comandó desde la Consejería Jurídica del Ejecutivo federal a partir de siete casos concretos que tuve posibilidad de reconstruir: Juan Collado, Alonso Ancira, Miguel Alemán, Cruz Azul, Aleatica, Oro Negro y Banco Santander.