‘Un terremoto’ en la frontera: el sur hispano de Texas prefirió a Trump

El apoyo al presidente electo Donald Trump en el sur de Texas, una región de clase trabajadora, fue el ejemplo más claro de lo que ha sido un amplio movimiento nacional hacia el candidato republicano entre los votantes hispanos y de clase trabajadora. (Gabriel V. Cárdenas/The New York Times)
El apoyo al presidente electo Donald Trump en el sur de Texas, una región de clase trabajadora, fue el ejemplo más claro de lo que ha sido un amplio movimiento nacional hacia el candidato republicano entre los votantes hispanos y de clase trabajadora. (Gabriel V. Cárdenas/The New York Times)

Las victorias más amplias de Donald Trump se produjeron en la frontera de Texas, un bastión demócrata donde la mayoría de los votantes son hispanos. Ganó 12 de los 14 condados de la región.

En ningún lugar de Estados Unidos los condados históricamente demócratas han cambiado tanto y tan rápido en dirección al expresidente Donald Trump como en las comunidades de Texas a lo largo del Río Grande, donde los residentes hispanos constituyen una abrumadora mayoría.

En las últimas elecciones, la mezcla de centros urbanos en expansión y ranchos rurales de la región, que habían sido bastiones demócratas fiables durante generaciones, empezaron a volverse republicanos.

Entonces, el martes, Trump se llevó el sur de Texas y la región fronteriza firmemente hacia su lado, tomando 12 de los 14 condados a lo largo de la frontera con México, y haciendo incursiones significativas incluso en El Paso, la ciudad más grande de la frontera. En 2016, Trump solo ganó en cinco de esos condados.

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El apoyo a Trump a lo largo de la frontera de Texas fue el ejemplo más claro de lo que ha sido una amplia aceptación nacional del candidato republicano entre los votantes hispanos y de clase trabajadora. Ese cambio se ha producido tanto en comunidades rurales como en grandes ciudades, como Miami, y en partes de Nueva York y Nueva Jersey.

Pero Texas destacó. Ocho de los 10 condados demócratas que más se inclinaron hacia Trump el martes estaban en la frontera de Texas o a poca distancia en coche.

Fabiola Rodríguez, de 28 años, madre soltera de dos hijos, dijo que ir al supermercado se había convertido en una experiencia dolorosa. (Gabriel V. Cárdenas/The New York Times)
Fabiola Rodríguez, de 28 años, madre soltera de dos hijos, dijo que ir al supermercado se había convertido en una experiencia dolorosa. (Gabriel V. Cárdenas/The New York Times)

Una de las mayores oscilaciones se produjo en el condado de Starr, una zona rural de 65.000 habitantes salpicada de pequeños pueblos dondese han levantado tramos de muro fronterizo, los ingresos son bajos y muchos viajan largas distancias para trabajar en los campos petrolíferos del oeste de Texas. El condado se volvió republicano el martes, apoyando a Trump por unos 16 puntos porcentuales. En 2016, perdió el condado frente a Hillary Clinton por 60 puntos.

[El mapa muestra el cambio del voto presidencial en Texas en comparación con 2020].

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La preocupación por la inflación y el gran número de cruces fronterizos no autorizados en los últimos años dominaron la campaña en el condado. En un jueves sofocante en la ciudad fronteriza de Roma, los votantes que apoyaron a Trump dijeron que lo habían hecho sobre todo por razones prácticas y por su preocupación por la inmigración descontrolada.

Fabiola Rodriguez, de 28 años, madre soltera de dos hijos, dijo que ir al supermercado se había convertido en una experiencia dolorosa. Cuando Trump era presidente, señaló, podía llenar su carro de la compra por unos 250 dólares. Ahora, gasta 300 dólares por un carro que está lleno a menos de la mitad.

“No llevo a mis hijos al supermercado porque sé que no podré permitirme lo que quieren”, dijo.

También temía que la vicepresidenta Kamala Harris fuera hostil con la industria del petróleo y el gas, que atrae a muchos trabajadores de lugares como Roma. Culpó a las políticas del gobierno de Joe Biden en apoyo de las energías renovables por los recortes en las horas de trabajo de su padre y su hermano en los campos petrolíferos.

El principal funcionario del condado, el demócrata Eloy Vera, dijo que los residentes tenían la sensación generalizada de que los demócratas no apoyaban la industria del petróleo y el gas.

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“Nuestros jóvenes pensaban: demonios, van a acabar con nuestros puestos de trabajo”, señaló Vera.

Al mismo tiempo, Vera se apresuró a señalar que los demócratas siguen teniendo influencia en el condado: los funcionarios demócratas locales, como el sheriff, ganaron ampliamente el martes. Ese patrón se mantuvo en otras comunidades fronterizas, donde los votantes dividieron sus votos, eligiendo a Trump pero favoreciendo en muchos casos a los candidatos demócratas locales.

Rodrigo Burberg, ingeniero informático de 32 años de Brownsville, apoyó a los demócratas en las contiendas locales, pero seguía indeciso sobre la carrera presidencial hace tan solo unas semanas. Acabó votando por Trump, y también por el senador Ted Cruz, republicano que se enfrentaba a una dura lucha por la reelección.

“Sinceramente, nunca he oído a Kamala decir ninguna respuesta definitiva a nada”, dijo Burberg. “Los demócratas dicen que la economía es muy fuerte. Pero, en realidad, las métricas no reflejan lo que siente la gente. ¿A quién le importa el PIB si todo se gasta en Ucrania?”.

Trump dio la vuelta a siete condados al sur de San Antonio.

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Ganó por 19 puntos en el condado de Maverick, donde la ciudad de Eagle Pass se había convertido en un punto crítico de cruces fronterizos no autorizados durante el gobierno de Biden, después de haber perdido el condado por 56 puntos en 2016 y por unos nueve puntos en 2020. Ganó en zonas urbanas como el condado de Cameron, donde está Brownsville, y el condado de Webb, donde está Laredo.

“Estoy asombrada”, dijo Adrienne Peña-Garza, exdemócrata convertida en activista republicana en la ciudad fronteriza de McAllen. “Mucha de esa gente que solía atacarnos dice ahora: ‘Todos tenían razón’. El precio de los huevos, la seguridad fronteriza”, dijo. “Los hispanos, en el fondo, son conservadores”.

El fuerte giro a la derecha entre los votantes hispanos había sorprendido a muchos demócratas hace cuatro años, cuando Trump empezó a atraer un importante apoyo en el sur de Texas.

Los demócratas, que no hicieron mucha campaña en la región en 2020, se comprometieron a no dejarla escapar. En este ciclo electoral, sehicieron esfuerzos sobre el terreno para reunir a los votantes demócratas y aumentar la participación. Los activistas del partido y los promotores de campaña pagados se desplegaron por toda la región, sobre todo en las ciudades del Valle del Río Grande.

Pero ese esfuerzo no contuvo la marea; la presa reventó. Muchos demócratas quedaron en estado de shock.

“Los republicanos construyeron una marca en torno a gente que trabaja en las plataformas petrolíferas, hogares que tenían dificultades para pagar la comida”, dijo Michael Mireles, de LUPE Votes, una organización política progresista del sur de Texas que trabajó en el condado de Hidalgo para elegir a demócratas. “Es una tontería, pero hablar constantemente del precio de los huevos… es algo que la gente puede recordar”.

Un veterano republicano que vive en McAllen, Gary Groves, dijo que había sentido que el impulso político cambiaba a su favor cuando empezó a reunir a partidarios de Trump tras las elecciones de 2020 en caravanas de coches y camiones adornados con banderas. Las reuniones, conocidas como el Tren Trump del Condado de Hidalgo, empezaron con unos pocos coches; este año, a medida que se acercaba el día de las elecciones, dijo, en algunos actos había hasta 150 o 200.

“Lo que ocurrió fue un terremoto”, dijo Groves, de 69 años, sobre las elecciones del martes. Y añadió que el partido aún tiene margen para crecer localmente. Dijo que “la mayoría de los republicanos de aquí no aparecen como republicanos” en sus carteles de campaña. “Esperemos que eso cambie”.

Compartió un video de una de sus reuniones en el que una mujer se quejaba de que su marido, un inmigrante latino que acababa de obtener la ciudadanía, ya no podía conseguir un trabajo en la construcción porque los contratistas locales solo contrataban a inmigrantes no autorizados, que generalmente trabajaban con salarios más bajos.

Durante años, los republicanos han trabajado en las contiendas estatales y federales para convencer a los votantes hispanos social y religiosamente conservadores de que sus valores están mejor alineados con el Partido Republicano. El gobernador Greg Abbott inició su campaña de reelección de 2022 en el Valle del Río Grande y realizó frecuentes viajes a la frontera para actos políticos, recortando significativamente los márgenes demócratas.

“Nosotros hablábamos de prosperidad y esperanza, mientras que el Partido Demócrata hablaba de pronombres”, dijo la representante Monica De La Cruz, quien en 2022 se convirtió en la primera congresista republicana elegida para un distrito que se extiende desde la frontera hasta los suburbios de San Antonio. Fue reelegida el martes. “El Partido Republicano se ha convertido en el partido del votante de clase obrera”, dijo.

Este año, la campaña de Cruz invirtió mucho en cortejar a los votantes hispanos, emitiendo anuncios en español a partir de junio en servicios de streaming o emisión en continuo. Algunos de los anuncios de la campaña se centraban en el apoyo demócrata a la participación de las persons transgénero en los deportes juveniles y a las operaciones de transición de género para los presos y los militares.

“Su partido los ha abandonado en muchas de estas cuestiones sociales clave”, dijo Sam Cooper, un consultor de campaña republicano que trabajó en la campaña de Cruz.

Cruz, que ganó por casi nueve puntos a su oponente demócrata, Colin Allred, pasó los últimos días de la campaña en El Paso y luego en McAllen, donde, dijo Cooper, cientos de personas abarrotaron un acto con el comentarista conservador Ben Shapiro.

Sin embargo, aunque Cruz logró avances significativos en el sur de Texas, no ganó la región de forma tan decisiva como Trump, quien atrajo a más demócratas a su bando.

“Es Donald Trump, no el Partido Republicano”, dijo el representante Vicente Gonzalez, un demócrata conservador que mantuvo su escaño en el sur de Texas en una reñida contienda. “Donald Trump ganó en todos los condados de mi distrito”.

Gonzalez dijo que los demócratas no habían hecho un buen trabajo para llegar a los trabajadores hispanos, sobre todo a los hombres que trabajan en la industria petrolera y que han llegado a desconfiar del partido. Y añadió que los mensajes antitrans de los republicanos parecían resonar entre muchos votantes.

“Los demócratas tienen que alejarse de algunas de esas cuestiones sociales”, dijo. “Lo que funciona en Massachusetts desde luego no funciona en el sur de Texas”.

El jueves, en el centro histórico de Roma, encaramada sobre un sinuoso tramo del Río Grande, Josie Falcon, de 50 años, reflexionó sobre lo que podría traer una segunda presidencia de Trump.

Falcon se describió a sí misma como “no muy política”, pero dijo que había sentido la necesidad de votar por Trump en lugar de por Harris por razones pragmáticas. “Es como todo el mundo dice: la economía”, dijo Falcon. “No fue porque no me gustara Kamala ni por cuestiones de raza o género”.

Le preocupaban los migrantes que llegaban sin autorización desde México, que siguen viéndose de vez en cuando a pesar de la fuerte reducción de los cruces, y dijo sentirse frustrada por pagar “muchos impuestos”.

“No estoy segura de si Trump podrá bajar los impuestos, pero eso es lo que dijo, y tenemos que ser optimistas”, señaló. “Los demócratas no hablaron de eso en absoluto”.


J. David Goodman
es el jefe del buró de Houston del Times, donde informa sobre Texas y Oklahoma. Más de J. David Goodman


Edgar Sandoval
cubre Texas para el Times, con un enfoque en la comunidad latina y la frontera con México. Está radicado en San Antonio. Más de Edgar Sandoval


Robert Gebeloff
es periodista de datos de The New York Times y emplea análisis de datos para ampliar la reportería tradicional. Más de Robert Gebeloff.

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