Teresa Salgueiro, una noche de saudade musical

CIUDAD DE MÉXICO, octubre 28 (EL UNIVERSAL).- Fresco anochecer de miércoles y el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris está listo para recibir a Teresa Salgueiro. 8:40 de la noche e inicia el recital de la intérprete lisboeta de dulce voz con un repertorio, anuncia, ecléctico.

Apenas un par de canciones, una de ellas tradicional de su natal Portugal del Siglo XIII, y da paso a su característica solidaridad, al pedir al público, que casi llena el recinto de Donceles 36, brinde su apoyo a los damnificados en Guerrero por el Huracán "Otis".

Más melodías con sabor nostálgico, pero con la alegría y esperanza de una voz de tesituras exquisitas que hablan de tiempos antiguos, de árboles, de sabiduría. También, con "A Cidade", de metrópolis que "deberían ser lugares de encuentro y son tantas las veces que se vuelven un lugar de tanta soledad", dice con un dejo de tristeza, como un guiño al fado lusitano.

Para cambiar ese ánimo, Salgueiro se refugia en la tradición oral, en temas que hablan de la cosecha de cereales, de la campiña portuguesa, de José Afonso, cantautor compatriota suyo que la ha influenciado.

Tiempo de revisitar la faceta que la llevó a recorrer el mundo. Momento de interpretar a Madredeus. Par de canciones que representan las dos décadas de carrera que tuvo con la célebre agrupación. Aprovecha "Os senhores da guerra" para señalar que debe crecer en el mundo "la capacidad de no juzgar y no confundir a los pueblos con sus dirigentes y a que no toleremos la violencia".

Y da paso a la faceta latinoamericana de su concierto. Anticipa que interpretará "El hijo del pueblo", una canción que aún no ha podido grabar, de José Alfredo Jiménez, a 50 años de la muerte del cantautor mexicano y a propósito de su reciente visita a tierras guanajuatenses por la LI edición del Festival Cervantino. Prosigue con tres canciones que se incluyen en su producción "La golondrina y el horizonte"(2016). De la chilena Violeta Parra "Gracias a la vida " y de Perú, Chabuca Granda y su "Fina estampa", y para cerrar este bloque, "Canción Mixteca", del mexicano José López Alavés, en la que alterna el canto en español con el portugués.

Doce años de trayectoria en solitario de "Teresita", como afectuosamente le gritan desde las butacas, a los que siguen varios "Te Amo Teresa" , que son correspondidos con un "Yo los amo a todos ustedes".

Llega "Alegría", tema que musicaliza una poesía de José Saramago, portugués Nobel de Literatura en 1998. E incluso se da un espacio para cantarle "Las Mañanitas" a Orly Beigel, de quien señala, ha sido su apoyo en México desde la primera vez que visitó el país.

Cerca del final vuelve a alzar la voz para defender los derechos humanos y, aunque se había despedido, en el encore entrega -sólo con el acompañamiento de su acordeonista- "Estrela do mar". Tras recibir una ovación, presenta al cuarteto que la acompaña y que está integrado por Sofía Queirós en el contrabajo, Ana Gonçalves Albino en la guitarra, Fabio Palma en el acordeón y Rui Lobato en las percusiones.

Así se va una noche en el horizonte con dejos de nostalgia, pero también de alegría que dejan al público que sale al húmedo anochecer de la Ciudad de México provocado por una brizna sutil, con un "O brigado Teresa Salgueiro" en los sentidos teñido de saudade, en alguna de las almas que evoca Fernando Pessoa... Hasta volverla a ver.