La terapia con hongos mágicos contra la depresión que gana adeptos en la Argentina y crece en la ilegalidad

El interés en los hongos psicodélicos crece, pero la evidencia científica sobre sus usos terapéuticos aún es limitada
El interés en los hongos psicodélicos crece, pero la evidencia científica sobre sus usos terapéuticos aún es limitada

Martina recibe de José un paquete envuelto en una bolsa de plástico negra. “¿Cómo te salieron los últimos?”, pregunta el hombre de barba gris. Ella sonríe: “Los ‘bebés’ están creciendo hermosos”, responde. Inmediatamente después le pasa unos billetes doblados que José guarda sin revisar, y se va de la casa del vendedor saludándolo con un beso en la mejilla. Dentro del morral negro tejido por ella misma carga la bolsa que acaba de recibir. En su interior, sustrato, una mezcla de elementos orgánicos que serán la base del cultivo de los “hongos mágicos” que consumirá y comercializará. Si bien la actividad no está autorizada en el país, tampoco es la primera vez que Martina desafía la legalidad.

La psilocibina es una sustancia psicodélica que se encuentra en los hongos del género Psilocybe, más conocidos como “hongos mágicos” o cucumelo. Hay quienes la consumen vía oral en microdosis de 1 a 3 mg sin cambios en la percepción, mientras que en macrodosis de 25 mg, produce “viajes” para expandir la conciencia, prácticas de moda potenciadas por las redes sociales. Con más fuerza en los últimos veinte años, el renovado interés en su uso para tratar depresiones que resisten a los tratamientos convencionales promovió investigaciones científicas que mostraron resultados prometedores, aunque también incógnitas.

“Me metí en este mundo por una amiga que probó hongos en México y quedó movilizada por la experiencia”, dice Martina, de 52 años y empleada ocasional en una imprenta, cuando entra al monoambiente que alquila en el barrio porteño de Villa Urquiza. Allí resguarda un sector en el que ingresa una tenue luz solar. Comienza el ritual: “Todos los días, a las doce y media, los destapo un par de minutos”, dice, al mismo tiempo que se aplica alcohol en las manos para no contaminar los hongos.

Tras buscar en la mesada la pava eléctrica, vierte agua hirviendo alrededor de cuatro bandejas cubiertas de hongos marrones y moho, ubicadas dentro de una caja plástica. Se desprende un olor terroso y húmedo, similar al que se percibe después de la lluvia. La mirada de Martina, contemplativa, se detiene frente a su obra: “Van muy bien”, dice. La tapa de la caja se cierra. “Si los consumían nuestros ancestros hace siglos, ¿para qué esperar más investigaciones científicas? A mí en microdosis me hizo bien, tengo otro espíritu”.

Apenas hidratación diaria, la rutina de Martina durante tres semanas hasta la cosecha de los “hongos mágicos” que cultiva en su domicilio
Apenas hidratación diaria, la rutina de Martina durante tres semanas hasta la cosecha de los “hongos mágicos” que cultiva en su domicilio

Un estudio piloto en doce pacientes con depresión moderada a grave y resistente a los tratamientos, publicado en The Lancet Psychiatry en 2016, evidenció mejoras clínicas en todos los casos durante tres semanas después del tratamiento, aunque solo cinco las mantuvieron hasta los tres meses, cuando mostraron algún grado de recaída. Los voluntarios recibieron dos dosis de psilocibina de 10 mg y 25 mg con una semana de diferencia y fueron asistidos por psiquiatras durante los efectos psicodélicos por hasta seis horas. El principio activo de los hongos alucinógenos fue bien tolerado por los pacientes, sin eventos graves. Las reacciones adversas observadas fueron transitorias e incluyeron ansiedad durante el inicio del fármaco, náuseas leves, confusión y dolor de cabeza.

La terapia con psilocibina “aplana” el paisaje del cerebro y “abre” la rigidez de las personas deprimidas para permitir que surjan nuevos pensamientos - Imagen de Richard Daws, King’s College London
La terapia con psilocibina “aplana” el paisaje del cerebro y “abre” la rigidez de las personas deprimidas para permitir que surjan nuevos pensamientos - Imagen de Richard Daws, King’s College London

En 2022, una investigación más amplia publicada en The New England Journal of Medicine concluyó que la psilocibina en una dosis única de 25 mg, pero no de 10 mg, redujo significativamente más los síntomas de depresión que una dosis de 1 mg durante un período de tres semanas, aunque se asoció con efectos adversos graves. De los 233 participantes, 179 (77%) tuvieron dolor de cabeza, náuseas y mareos, mientras que en todos los grupos de dosis hubo casos de comportamientos suicidas o autolesiones, considerados graves. El estudio concluyó que “se requieren ensayos más grandes y prolongados para determinar la eficacia y seguridad de la psilocibina”.

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A pocas cuadras de la Plaza Italia en La Plata, Marcela separa trozos de hongos ya disecados que habían pasado dos semanas sobre una servilleta de papel. Ella es empleada administrativa en una obra social y se interesó en la temática después de ver el documental Hongos Fantásticos en Netflix. “Estuve un tiempo medicada por depresión, pero sentía que el tratamiento no hacía efecto. Leí mucho y no me animé al “viaje” con macrodosis, así que empecé con microdosis de 1 mg cada tres días. Un par de semanas después empecé a sentir cambios, mejoró mi ánimo. Estoy feliz con los resultados”. Cuenta que luego de masticarlos, los ingiere con alguna bebida cítrica “para una mejor absorción”. Su psicóloga la acompaña en el proceso.

Hongos en proceso de disecado en el departamento de Marcela, evitando la luz solar directa para no degradar la calidad de la psilocibina
Hongos en proceso de disecado en el departamento de Marcela, evitando la luz solar directa para no degradar la calidad de la psilocibina

Como la temperatura templada favorece el crecimiento de los hongos, la habitación que Marcela convirtió en depósito tiene, durante el invierno, un calefactor en piloto. En verano, en cambio, ni ella ni Martina cultivan porque no podrían afrontar el costo de la electricidad para mantener la temperatura entre 23°C y 25°C con el aire acondicionado. “Lo hago desde hace un año para mí, pero con esta crisis, hace dos meses empecé a ofrecer hongos en un canal de Telegram”, confiesa la mujer de 39 años que retomó la cocina como hobby y pilates para armonizar su bienestar físico y emocional. “Cuesta $15.000 el gramo de hongo seco, que tiene unos 10 mg de psilocibina. A una misma persona le puedo vender de cinco a diez gramos por vez”, agrega.

Divorciada hace cuatro años y sin hijos, disfruta de la soledad de su hogar y la calma que le provoca el cultivo. “Es una tarea artesanal, con amor, como cocinar. Es un cable a tierra, me da paz”. Luego de guardar los hongos en una bolsa hermética, los lleva a la heladera. “Podrían durar años acá adentro, pero los tengo encargados”, dice Marcela.

Australia se convirtió en julio de 2023, en el primer país en legalizar el uso medicinal de psicodélicos. La Administración de Bienes Terapéuticos (TGA por sus siglas en inglés), autorizó a los psiquiatras a prescribir psilocibina para depresión resistente a los tratamientos y MDMA, comúnmente conocida como éxtasis, para tratamientos de estrés postraumático. En Argentina, en cambio, ambas están prohibidas. El artículo 77 del Código Penal Argentino se refiere como “estupefacientes” a los “psicotrópicos y demás sustancias susceptibles de producir dependencia física o psíquica”. La psilocibina presente en las setas mágicas es una de las 462 sustancias incluidas en esa categoría por el Decreto 560/2019.

Filamentos de la base de los hongos (micelio) conservados en un frasco a la venta en Telegram
Filamentos de la base de los hongos (micelio) conservados en un frasco a la venta en Telegram

Telegram es una de las plataformas elegidas por los cultivadores para abastecerse de insumos: hay canales que ofrecen kits de cultivo, asesoramiento y hasta envíos a todo el país por Correo Argentino mediante pagos por transferencia bancaria. El sustrato, preparado con harina de arroz integral, viruta y fibra de coco, se podía comprar a $35.000 la bolsa de 800 gramos a principios de diciembre y los kits con elementos para empezar desde cero llegaban a los $100.000. Una de las cuentas de comercialización anunció a comienzos de marzo que reactivaba la producción y que en abril volvería a ofrecer insumos, tras el parate de verano. Instagram es la otra red social donde cuentas con miles de seguidores abordan el cultivo y consumo de hongos.

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Hasta 2022, según la última encuesta del Observatorio de Drogas de la Sedronar, el 3,2% de los argentinos entre 16 y 75 años consumieron sustancias alucinógenas alguna vez en su vida (672.460 personas), aunque solo el 0,9% (179.890 personas) lo hizo en los 12 meses anteriores al relevamiento. Los hongos del género Psilocybe son considerados por la ONU, junto al LSD, entre las principales clases de alucinógenos, aunque el informe de la Sedronar no los desglosa por sus nombres.

La psilocibina también se puede conseguir en cápsulas en el mercado negro
La psilocibina también se puede conseguir en cápsulas en el mercado negro - Créditos: @Juan Pablo Sorroche

Liborio, artista plástico de 46 años, enciende un cigarrillo en el balcón de su departamento de Once. Hace dos años escuchó hablar de la “terapia de hongos para curar heridas del pasado”. La idea le dio vueltas en la cabeza hasta que probó hace dos meses. “No es una droga que te va a sacar la depresión -advierte-, es un acompañamiento para llegar al foco del problema. Después queda en uno trabajarlo internamente o no”. En lugar de comprar hongos, Liborio prefirió cápsulas para consumir una cada tres días durante tres meses. Sumado a la terapia psicológica que ya realizaba, siente que la psilocibina le está ayudando a sobrellevar la reciente muerte de su hermana.

Esparcida en una bandeja de aluminio la base de sustrato que nutrirá los hongos, Martina agrega cuatro cucharadas de micelio que rescató de la última cosecha y había guardado en un frasco. El micelio son los filamentos de la base de los hongos que repetirán el ciclo de vida. Apenas necesitarán agua una vez por día, temperatura ambiente templada, y el oxígeno que ingresa por dos orificios en el organizador plástico cubiertos por una cinta microporosa para minimizar el riesgo de contaminación

Profesionales de la salud mental como Bruno Kliger, del Hospital Fernández, siguen con atención los estudios sobre usos terapéuticos de la psilocibina que se publican en revistas científicas internacionales
Profesionales de la salud mental como Bruno Kliger, del Hospital Fernández, siguen con atención los estudios sobre usos terapéuticos de la psilocibina que se publican en revistas científicas internacionales - Créditos: @Juan Pablo Sorroche

El médico psiquiatra Bruno Kliger (MN 152.998), integrante del servicio de Toxicología del Hospital Fernández, dice que en los últimos años aumentó el interés de pacientes en la psilocibina de los hongos mágicos: “Cada vez son más las personas que se acercan a la consulta con inquietudes acerca de estas herramientas o ‘terapias alternativas’”. Sin embargo, advierte sobre los peligros para personas con diagnóstico o predisposición a trastornos psicóticos, bipolar, u otros trastornos de la personalidad: “Podría ser de riesgo y desencadenar las primeras descompensaciones de cuadros latentes o el agravamiento de los padecimientos ya diagnosticados. También aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial”.

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Antes de cualquier experimentación, Kliger recomienda consultar a un profesional de la salud mental que pueda orientar “respecto de qué se tratan estas herramientas, sus posibles aplicaciones y riesgos, sobre todo con sustancias no habilitadas”. “Si bien en el mundo hay estudios con resultados muy prometedores sobre los efectos de la psilocibina en depresión resistente a los tratamientos tradicionales, no son del todo concluyentes y queda por delante mucha investigación científica para asegurar tratamientos efectivos sin efectos secundarios graves”, agrega.

Los hongos psilocibios pierden entre el 90% y el 95% de su peso durante el proceso de deshidratación
Los hongos psilocibios pierden entre el 90% y el 95% de su peso durante el proceso de deshidratación - Créditos: @Juan Pablo Sorroche

El sonido del timbre interrumpe, brevemente, la música indie que reproduce el televisor de Martina. Son sus amigos Matías, 40 años, transportista, y su pareja Soledad, 35 años, diseñadora de indumentaria. Llegan por unos mates y a buscar ocho gramos de hongos. “Son para mí”, cuenta Matías, que experimentó un “viaje” grupal en el verano. “Hoy solo consumo microdosis para bajar la ansiedad y tratar mi bruxismo. Sol ya casi no me pega almohadazos en la madrugada”, agrega, provocando una carcajada en su novia, que acota: “¡Era imbancable!”.

La ronda de mates continúa, pero el tema de conversación vira. La anfitriona propone preparar tortas fritas y los amigos se ofrecen a colaborar. La bolsita con hongos permanecerá en la heladera un tiempo más, hasta que su nuevo dueño se retire, pero antes de arremangarse para amasar, el pago se concreta por transferencia bancaria. “Entre amigos, no pasa nada”, dice Martina. “¿No somos un país promercado ahora? Si alguien me denuncia, no va a ser la primera vez que me vea con la Policía por tener una droga blanda”. “No pasa nada”, lanza, confiada.