Las insólitas teorías que aseguran que Hitler no se suicidó en un búnker

La muerte de Hitler en abril de 1945 siempre ha estado rodeada de un halo de misticismo difícil de explicar. El interés que genera una de las figuras más retorcidas y miserables de la historia de la humanidad ha sido el perfecto caldo de cultivo para suscitar un sinfín de leyendas en torno a su no suicidio en el búnker de Berlín, junto a quien fuera su esposa, Eva Braun.

“¿Es posible que la historia del suicido de Hitler haya sido una gran representación teatral? Y si escapó, ¿dónde se ocultó?”. Así comienza ‘El exilio de Hitler’, una de las últimas investigaciones publicadas en torno al paradero alternativo del dictador. Su autor, Abel Basti, accedió a varios documentos y testimonios que probarían que el genocida huyó a España in extremis, a las puertas del final de la Segunda Guerra Mundial. De ahí, puso rumbo a Argentina, donde fue acogido por el presidente Juan Domingo Perón y vivió el resto de sus días en el más absoluto de los anonimatos.

Para avalar sus argumentos, Abel alude a un informe del FBI en el que se indicaba que el Ejército estadounidense estaba destinando todos sus esfuerzos para localizar a Hitler en Barcelona. Esto mientras el resto de la humanidad recibía la noticia de que se había pegado un tiro en la cabeza tras darle una cápsula de cianuro a su mujer. Basti también hace referencia a un plan de vuelo con destino a la ciudad española en el que habría quedado registrado el nombre de Adolf Hitler como uno de los pasajeros evacuados en un avión procedente de Austria. Según contó el periodista al diario español ‘ABC’ en 2010, existe otro informe del servicio secreto inglés en el que se dice que el Führer habría embarcado en un convoy de submarinos, acompañado de 13 jerarcas nazi, y puesto rumbo a Argentina. Previamente, habría realizado una parada técnica en las islas Canarias, archipiélago español localizado en medio del océano Atlántico.

Hitler en la ciudad lituana de Klaipedia pasando revista a los soldados en marzo de 1939.  (AP Photo)
Hitler en la ciudad lituana de Klaipedia pasando revista a los soldados en marzo de 1939. (AP Photo)

“Hitler no se suicidó, estaba de parranda” podría ser el título del conjunto de teorías que, desde hace décadas, respaldan un desenlace alternativo a su muerte. Conspiraciones incitadas, a su vez, por las versiones que rodean el proceso de incineración de sus restos y el paradero de los mismos. En este punto, existen hipótesis encontradas sobre si su cadáver y el de su mujer fueron incinerados por soldados de las SS antes de la entrada de los servicios secretos soviéticos al refugio o, si, por el contrario, fueron trasladados a la cancillería berlinesa y desintegrados ahí. En agosto de 1945, las dudas se avivaron después de que el senador estadounidense Theodore Bilbo ofreciera un millón de dólares para quien capturara al cabecilla del Tercer Reich con vida, relata ‘ABC’. Un mes después, Stalin acusó formalmente a Reino Unido de estar escondiendo a Hitler “en España o Argentina”, alimentando más si cabe la rumorología. Ahora bien: si, como se dice, fueron los soviéticos quienes encontraron los restos del dictador en el búnker, ¿cómo puede ser que el líder de la Unión Soviética en ese momento exigiera a sus aliados de occidente depurar responsabilidades? Esta pregunta es especialmente relevante teniendo en cuenta que, a día de hoy, los únicos restos que se conservan del dictador están en Moscú.

Un relato repleto de especulaciones

El 30 de mayo de 1946 se encontró un fragmento de cráneo, supuestamente, en el cráter donde se exhumó lo que quedaba del cadáver de Hitler. Tenía un agujero de bala en la zona del hueso parietal izquierdo. Se asumió como una prueba irrefutable de que, efectivamente, el dictador había muerto. En 2009, el arqueólogo Nick Bellantoni desató de nuevo las especulaciones tras comprobar que, al contrario de lo que se había afirmado todo este tiempo, los restos pertenecían a una mujer. Y vuelta a empezar.

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Antes de desenterrar estas reliquias, en mayo de 1945, exfuncionarios soviéticos aseguraron haber encontrado fragmentos de mandíbula y dos puentes dentales pertenecientes al genocida. Fueron custodiados durante décadas en Moscú, primero por los servicios de inteligencia de la URSS y, después, por los de Rusia. En 2018, se permitió a un equipo de forenses franceses estudiarlos y estos llegaron a la conclusión de que, sin duda alguna, pertenecían a Hitler. Su estudio fue publicado en el ‘European Journal Internal Medicine’ dando por zanjado el tema.

Memorial de Holocausto en Jerusalem, Israel. Getty Creative.
Memorial de Holocausto en Jerusalem, Israel. Getty Creative.

Pero nada más lejos de la realidad. Cada cierto tiempo aparecen nuevas teorías que desmontan la versión oficial y avivan la conspiración. Tras el hundimiento del Tercer Reich y el fin de la barbarie, a Hitler se le vio en una base ultra secreta de la Antártida, según la revista ‘Polize Gazzete’; en Brasil, donde llegó ayudado por el Vaticano; en Tunja, Colombia, en el año 54; en el sur de Argentina y en el centro oeste, cerca de la ciudad de Bariloche, donde vivía bajo el nombre de Kurt Bruno Kirchner; en Paraguay… A él o a alguien que se le parecía mucho.

Muriera o no en el búnker, lo único cierto detrás de este relato de idas y venidas es que el hombre detrás de uno de los periodos más terroríficos de nuestra historia nunca tuvo que rendir cuentas por sus atrocidades. Ese es el verdadero drama.

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Si tú o alguien que conoces está considerando quitarse la vida, contacta inmediatamente con tu Línea Nacional de Prevención al Suicidio:

México: (55) 5259-8121, o visita http://www.saptel.org.mx/

EEUU: 988 (línea gratuita en inglés y español) o visita suicidepreventionlifeline.org

Argentina: 135 (línea gratuita) (011)5275-1135 o visita https://www.casbuenosaires.org.ar/

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