La política machista y adoradora de Trump que evidencia la peligrosa deriva de Europa
El último capítulo de la irrupción de la ultraderecha en gobiernos europeos tiene nombre y apellido: Marta Fernández, del partido político Vox, en España. No es casualidad: desde 2000, los partidos a la derecha de la derecha han ganado peso en toda Europa, evidenciando el preocupante camino que transita el continente hacia la intolerancia y el retroceso en reconocimiento de derechos. El número de mujeres al frente de este auge también es evidente, no solo en España. Francia, Alemania, Italia o Noruega suman cada vez más rostros femeninos en las élites políticas de la extrema derecha con posturas radicales que, entre otros, niegan la violencia de género, atacan al colectivo LGBTI y cargan contra la inmigración.
Marta Fernández era una auténtica desconocida hace cuatro años y cuatro años después preside el principal órgano legislativo de Aragón, una importante comunidad autónoma española. Su llegada al poder se fraguó tras las pasadas elecciones locales en el país, celebradas el 28 de mayo, gracias a un acuerdo de última hora entre el Partido Popular (principal agrupación estatal de oposición) y Vox, formación ultraderechista de la que es representante.
Fernández es racista, homófoba y negacionista. Ella sola se ha retratado en redes sociales, aunque, tras su victoria, borró su perfil de Twitter e Instagram, quizá para evitar que algunas de sus ideas pudieran generar más revuelo del que ya han suscitado. A pesar de sus intentos, no ha podido evitar que sus publicaciones se hayan filtrado, dando buena cuenta de lo que piensa –y cómo lo piensa–. Por ejemplo, no reconoce la violencia machista y ha sido una contante sus referencias contra el movimiento feminista. “Las feministas sois las nietas de los cristianos que echaron a los moros de la Península para que pudierais pasear en tetas por la calle", compartía en uno de sus mensajes.
Fan confesa del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Jair Bolsonaro, en Brasil, considera que el coronavirus fue creado en China de forma intencionada e, incluso, puso den duda su existencia. Llegó a decir que "Si de verdad hubiese un virus letal e incontrolable, los poderosos se habrían metido en búnkeres. Si de verdad hubiese una vacuna real y efectiva, ellos se la habrían puesto los primeros y a la chusma le llegaría tarde". Entre los negacionismos que enarbola está el del cambio climático. Según la nueva presidente de la cámara parlamentaria de Aragón, reconocer su existencia es un peligro. “Un cambio climático sin procedentes ha causado que el nivel del mar en el puerto de Sídney se haya incrementado en 0 centímetros en los últimos 140 años”, compartía en uno de sus tuits con tono irónico. Muy beligerante con la inmigración, ha llegado a calificar de “invasión” la llegada de subsaharianos a las costas españolas.
Marta Fernández no está sola
Las formaciones de extrema derecha en Europa han sabido capitalizar el actual descontento de los votantes con los partidos tradicionales, especialmente tras las políticas para controlar la pandemia del Covid-19, y convertirse en una opción política con cada vez más adeptos. El resurgir de esta ola conservadora en Europa coincide, a su vez, con la llegada al poder de rostros femeninos con un fuerte liderazgo. Aunque su presencia en las élites políticas puede ser analizado como un paso importante de cara a romper techos de cristal, es también una amenaza en términos de retroceso en el reconocimiento de derechos de ciertos colectivos.
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Entre las mujeres más influyentes está Georgia Meloni, quien llegó a definir al dictador Mussolini como un “buen político” y nunca ha negado su clara animadversión contra cualquier modelo de familia que no integre a un hombre y a una mujer. “Si a la familia natural, no a los lobbies LGBT”, llegó a decir en un discurso.
La última ofensiva de la primera ministra de Italia tiene como blanco a las familias formadas por madres lesbianas. Hace tres meses, el Gobierno envió un documento a las administraciones locales para que se suspendiera la inscripción de recién nacidos de parejas homosexuales, así como la de niños nacidos en el extranjero a través de gestación subrogada. El último paso para hacer efectiva esta medida lo ha dado la Fiscalía de la ciudad italiana de Padua, que ha impugnado el registro de los hijos de 33 parejas de mujeres lesbianas. De esta manera, pretende eliminar de los libros de familia el nombre de las madres no biológicas, por lo que estas perderán todos sus derechos como progenitoras del menor.
Antes que ella, ya estaba Marine Le Pen en Francia. La líder del renombrado Reagrupamiento Nacional (conocido como Frente Nacional hasta 2011), lleva años tratando de alcanzar el Palacio del Elíseo sin éxito. A pesar de sus continuas derrotas en las presidenciales, esto no ha evitado que haya sumado más apoyos con el paso del tiempo. Si bien ha tratado de moderar su discurso esencialmente nacionalista y racista, su principal baza política radica en criminalizar la inmigración y situar la llegada de migrantes como el origen de todos los problemas de la sociedad francesa.