“Estamos sumidos en el horror”: la periodista Marcela Turati busca en su libro cómo llegamos al México del crimen autorizado

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La periodista Marcela Turati se sumergió en el horror de San Fernando, un municipio de Tamaulipas convertido en el epicentro de la barbarie nacional. El viaje al inframundo duró casi 12 años y, de hecho, no lo ha concluido; pero la reseña del mismo quedó escrita en un libro de reciente publicación, con el que busca desentrañar el sistema de impunidad que hace posible que el horror se reproduzca una y otra vez, no sólo en Tamaulipas, sino en todo el territorio nacional.

Personas desaparecidas, secuestros masivos de migrantes, reclutamiento de jóvenes por grupos criminales, ejecuciones, masacres, fosas clandestinas, extorsiones, corrupción de autoridades, infiltración de fuerzas policiales, abusos militares… de todo ello habla Turati en San Fernando: última parada (Aguilar 2023), un libro que busca explicar cómo llegamos al México del crimen autorizado.

La violencia desatada a partir de la “guerra contra el narco” ha hecho dos paradas fatídicas en San Fernando: la masacre de los 72, en agosto de 2010, y las fosas de abril de 2011, donde se reconoció oficialmente el hallazgo de 193 cuerpos. Ambos casos, Turati los cubrió, primero como reportera de la revista Proceso, y después como periodista independiente, obsesionada por responder dos preguntas: cómo y por qué.

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Marcela Turati y sus libros sobre la llamada “guerra contra el narco”

Marcela Turati ya había hecho un primer corte de caja de los horrores desatados con la denominada “guerra contra el narcotráfico” declarada por el presidente Felipe Calderón, en su primer libro de crónicas periodísticas: Fuego cruzado: las víctimas atrapadas en la guerra del narco (Grijalbo, 2010).

Aquel libro fue uno de los primeros trabajos periodísticos que atendió la otra cara de la “estrategia de seguridad” que muchos le aplaudieron a Calderón: la versión de las víctimas, el drama de las personas inocentes que morían en los operativos conjuntos ordenados desde Los Pinos y que -como se dijo en aquel sexenio- resultaban “daños colaterales” en medio de la guerra.

Fuego cruzado lo escribí desde la emergencia de decir ‘ojo, está pasando esto’. Buscaba retratar mucho de lo que se veía, en el norte del país, sobre todo; era como enunciar: el ejército está haciendo ejecuciones extrajudiciales y haciendo pasar a la gente como sicarios diciendo ‘se están matando entre ellos’. Y era un libro para decir ‘no es cierto, están matando a gente inocente’, los niños están sufriendo, hay muchos huérfanos, los amapoleros no son como los pintan. Era mostrar la barbarie y cómo la guerra contra las drogas dio la salida a todo esto que teníamos escondido en el país: grupos armados con capacidad de guerra y el ejército enfrentándose con ellos en cualquier ciudad. Era como muy enunciativo: esto es lo que veo, es lo que pasa en los operativos conjuntos de Calderón. El país de los muertos”, explica Turati en entrevista con motivo de la publicación de la obra.

“Luego, en este libro sobre San Fernando tengo una pretensión diferente: ya estamos sumidos en el horror, y ahora es más bien desentrañar las causas de eso. Las fosas de San Fernando y la masacre de los 72 me llevaron a preguntarme ¿cómo, en el mismo sitio donde se puso el foco internacionalmente después de la masacre, pasa lo mismo o algo peor, ocho meses después?, cuando se encuentran estas masacres de los autobuses, que no duraron tres días, como dijo el gobierno. Entonces, esto me llevó a preguntarme por qué, cómo esto es posible si hay Ejército, si hay Marina, si hay poderes municipal y estatal, hay ministerio público, cómo pasó si estaba Policía Federal. Y qué hay alrededor de las fosas, cómo es la búsqueda de los familiares que quieren encontrar a sus desaparecidos, y la historia se fue haciendo más cruel, porque ya no era nada más la crueldad de las fosas en sí misma, sino la desaparición cometida por el Estado. Lo que yo quería, a diferencia del otro libro que era enunciar, aquí quería mostrar un sistema, cómo se reproduce y cómo son los mecanismos de la impunidad que permiten que esto suceda”, añade.

masacre de san fernando
La masacre de los 72 en San Fernando ocurrió en agosto de 2010. Foto: Cuartoscuro/Archivo

Nuevo libro sobre masacre de los 72 en San Fernando, un relato expiatorio de Marcela Turati

El nuevo libro de Turati es, al mismo tiempo, un relato expiatorio. Ella misma admite que, al ver sus libretas de apuntes de 2011, descubre errores que cometió como reportera cuando fue a cubrir lo que las autoridades ministeriales bautizaron como “San Fernando 2”.

Desde una especie de remordimiento, por no haber sido más incisiva en las causas de la masacre, más crítica con el sistema que permitió que eso ocurriera, Marcela decidió años después retomar esa historia y no abandonarla jamás. Por ello, en el libro hay un relato coral de los hechos, desde la masacre misma hasta la búsqueda emprendida por las familias de las víctimas y la investigación -inacabada- de las autoridades que han permitido que la impunidad sepulte el horror.

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En el camino se le cruzó la cobertura del caso Aytozinapa: la desaparición de 43 normalistas de la Normal Rural Isidro Burgos, ocurrida en septiembre de 2014 en el municipio de Iguala, Guerrero. La investigación de ese caso le dio pistas para entender San Fernando, donde también entran en escena grupos criminales, fuerzas policiales y militares, autobuses, la estigmatización de un grupo social específico, los intereses de gobiernos corruptos y las acciones de ocultamiento de la Procuraduría General de la República.

“Esa cobertura quizás me ayudó a entrar en esos mundillos forenses y a darme cuenta de que cuando las fiscalías operan políticamente, encontramos esa intención de ocultar personas desaparecidas; no es la ciencia forense, es la intención de ocultar y otro tipo de intereses políticos los que hacen que quieran esconder los cuerpos”, explica.

Violencia e impunidad transexenales

-¿Por qué la violencia y la impunidad trasciende administraciones de todo signo político, autoridades municipales, estatales, federales; gobiernos emanados del PAN, del PRI y ahora de Morena?

“Porque no se ha hecho una depuración en forma, y porque los mismos personajes se están reciclando, están en cargos políticos. Por ejemplo, ahí en el libro pongo al presidente municipal de San Fernando, y también una parte donde recojo qué dijeron todos, qué dijo la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, qué dijo la Policía Federal, la Cancillería, el gobierno estatal, el Ministerio Público local, el CISEN, la policía municipal, el presidente municipal… O sea, todo mundo dijo que no le tocaba, pero todos dijeron algo, cada quién dio su versión del mismo hecho”, responde Turati.

Uno de los episodios más llamativos del libro de Marcela es, en efecto, el que titula “Los Poderes”, y que muestra textualmente lo dicho por todas esas autoridades en diferentes momentos de la investigación. En ese capítulo narra cómo Tomás Gloria Requena, presidente municipal de San Fernando en aquellos años, presume sus padrinazgos originales de políticos priistas: Heladio Ramírez, Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa, y los ex gobernadores Tomás Yarrington y Eugenio Hernández. Palancas que lo llevaron al Congreso y, en 2011, al ayuntamiento de San Fernando, tres meses antes del hallazgo de las fosas.

La periodista se encontró con él en 2018, siete años después de la masacre, y en una reveladora entrevista, le dice: “si yo pudiera quitar algo de mi vida, quitaría el momento en que decidí irme de alcalde”.

Con los años, el político formado en la Confederación Nacional Campesina supo reciclarse; renunció al PRI, se fue al Partido Verde y se convirtió en aliado de la llamada “cuarta transformación”. El 29 de agosto de 2021 juró como diputado federal del PVEM, electo en el distrito 3 de Río Bravo, Tamaulipas. Votó en el Congreso en favor de todos los proyectos del lopezobradorismo, buscó ser candidato a la gubernatura en las elecciones de 2022 y hoy es subsecretario de Gobierno en la administración del morenista Américo Villarreal.

La política de la simulación en México y la violencia

Marcela Turati asegura que todo esto forma parte de la política de simulación, en la que la voluntad es ocultar y no descifrar la verdad de las masacres, desapariciones forzadas y otros crímenes.

Reconoce que, en la actual administración, hubo inicialmente un discurso distinto, de reconocimiento de la crisis y empatía con las víctimas; pero, ya cerca del final del sexenio, incluso eso ha cambiado.

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El problema es que, como que siguieron haciendo lo mismo, no hay una depuración, entregaron la Fiscalía General de la República a alguien que por lo menos dejó las mismas estructuras; por ejemplo, se había pedido que se acabara la SEIDO (Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada), que ahora es FEMDO (Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada), y mucha de la gente de antes está ahí. De Ayotzinapa sí hay algunas personas en la cárcel, de los que construyeron esta verdad histórica, pero seguimos viendo que no hay avances. Y luego, en la causa de los desaparecidos, con la renuncia de Karla Quintana (a la Comisión Nacional de Búsqueda, el mes pasado), como que se cae la última fachada de lo que se anunciaba. 

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Familiares de los asesinados en la masacre de San Fernando, en una conferencia en 2018. Foto: Cuartoscuro/Archivo

“Tenemos este censo que se está haciendo sin bases legales, un centro nacional de identificación humana que no ha terminado de funcionar, teníamos un mecanismo extraordinario de identificación forense donde ya no queda nadie, tenemos una comisión de la verdad de los hechos de la Guerra Sucia que se queja de que no les están dando información, tenemos una Comisión Nacional de Derechos Humanos que avala la militarización; tenemos un presidente que, salvo las familias de los 43 y el evento que hubo de víctimas de la contrainsurgencia, no se ha reunido nunca con las madres buscadoras, ni con el Comité Eureka”, lamenta.

En ese panorama, sin embargo, Turati destaca el papel de las madres buscadoras, que a contracorriente de todo el sistema se mantienen en lucha, a diferencia de otras organizaciones sociales que no supieron cómo ubicarse frente a un gobierno de izquierda. “Las madres buscadoras siguen moviendo a este país”, afirma.

Marcela Turati, periodista

Marcela Turati (Ciudad de México, 1974) es una de las periodistas más reconocidas de su generación. Desde sus primeros años, en el diario Reforma, destacó por su mirada distinta y su empatía con las personas menos favorecidas. En el año 2000, mientras la mayoría de los reporteros registraban los dichos de Vicente Fox y Francisco Labastida en la campaña presidencial, ella platicaba con las personas transportadas a los mítines en camionetas de redilas, y contaba la historia de vida de los acarreados “premiados” con alguna dádiva por aguantar horas bajo el sol sirviendo de escenario a algún candidato. A ella no le importaba la primera plana, sino narrar el lado B de los templetes. Y, con ese ímpetu, se interesó en cubrir una fuente que hasta entonces no existía: la pobreza. 

En 2006, fundó la red de Periodistas de a Pie, que a la fecha sigue brindando apoyo a periodistas y medios locales emergentes. En 2016, creó junto con otras colegas el laboratorio de investigación e innovación periodística Quinto Elemento Lab, y en 2018 el portal A dónde van los desaparecidos, que sirve como plataforma para narrar estas historias y para capacitar a periodistas jóvenes para la cobertura de este tema.

En este libro sobre San Fernando, Turati también reflexiona sobre el papel que ha jugado el periodismo en medio del horror, narrando, investigando, dando voz a las víctimas y, en el camino, aprendiendo a cubrir historias de violencia, cuando la clase política había prometido una transición a la democracia.

“Tienes toda la razón: en vez de ser los cronistas de la transición, nos volvimos corresponsales de guerra en nuestra propia tierra, cronistas de la debacle, de la regresión, de la pérdida de derechos; estamos atrapados en una violencia que nos consume, por todos lados”, concluye.