En Sudáfrica, curanderos se unen a lucha contra el VIH pese al estigma que persiste en zonas rurales

BUSHBUCKRIDGE, Sudáfrica (AP) — Las paredes de la choza de Shadrack Mashabane en la localidad rural sudafricana de Bushbuckridge están cubiertas con telas tradicionales y una pequeña ventana es la única fuente de luz natural. Lo que destaca entre las hierbas y medicamentos guardados en frascos de cristal es una caja blanca que contiene un kit para realizar pruebas de VIH,

Mashabane es uno de los al menos 15 curanderos tradicionales de la ciudad que, como parte de un proyecto piloto, fueron formados por investigadores de la Universidad de Witwatersrand para realizar tests de detección del VIH y ofrecer asesoramiento en un esfuerzo para hacer que el mayor número de sudafricanos posible conozcan su estatus serológico.

La medida forma parte de la mayor iniciativa conocida en el país para implicar a los sanadores en un objetivo de salud pública y estudiar los resultados. A finales de este año, al menos 325 curanderos más pasarán por el proceso y se convertirán en asesores certificados sobre el VIH. Los investigadores compararán las tasas de pruebas realizadas por los curanderos y las clínicas.

La mayoría ya tenían conocimiento sobre el VIH, algunos por experiencia personal, y estaban dispuestos a participar en el proyecto, indicaron los investigadores.

Sudáfrica tiene una de las tasas de VIH más elevadas del mundo. En muchas comunidades se mantiene el estigma en torno a la enfermedad y a su tratamiento, aunque los medicamentos retrovirales y la profilaxis previa a la exposición son gratuitos. La preocupación acerca de la privacidad en las clínicas también lleva a muchos a no buscar ayuda.

Muchos residentes de zonas rurales ven a los curanderos como su primer punto de contacto en caso de enfermedad, y el proyecto espera que puedan ayudar a cambiar actitudes.

La enorme población joven del país es motivo de especial preocupación. Un estudio del gobierno publicado en diciembre mostró que el porcentaje de población que convive con el VIH cayó desde el 14% de 2017 al 12,7% en 2022, pero la prevalencia se incrementó entre chicas de 15 a 19 años, un fenómeno atribuido en gran medida a las relaciones con hombres mayores.

En Bushbuckridge, una ciudad de la provincia de Mpumalanga con alrededor de 750.000 habitantes, operan unos 2.000 curanderos que prestan servicios tradicionales y espirituales.

Mashabane contó que, al principio, a sus pacientes les costaba creer que les estuviese ofreciendo la prueba del VIH, algo que durante mucho tiempo solo estaba disponible en clínicas.

“Muchos no estaban convencidos. Tuve que mostrarles mi certificado para demostrar que estaba cualificado", dijo.

El proceso incluye la firma de formularios de consentimiento para someterse a la prueba, además del seguimiento con Mashabane para garantizar que los casos positivos reciben su tratamiento en la clínica local.

Darle la noticia a un paciente de que padece la enfermedad no es muy complicado porque es una patología que puede tratarse con medicamentos que se pueden encontrar fácilmente, apuntó. Pero en muchos casos, tiene que acompañarlos a la clínica “para facilitarles las cosas”.

Florence Khoza es otra curandera que se ha formado para realizar las pruebas del VIH. Señaló que las prácticas sexuales de riesgo son habituales y que suele dispensar hierbas y medicamentos tradicionales para tratar la gonorrea, pero ahora va más allá y aconseja a sus pacientes que se sometan a la prueba,

“Les digo que es por su bien”, dijo.

Según Khoza, muchos pacientes temen acudir a la clínica o al hospital y que otros miembros de la comunidad los vean recoger el tratamiento, por ello, “en muchos casos, yo recibo la medicación del VIH en su nombre”.

Ryan Wagner, investigador principal del estudio, dijo que las pruebas y el tratamiento a través de quienes practican la medicina tradicional podrían “llevar, en última instancia, al final de los nuevos casos de en comunidades como las de la rural Mpumalanga, que tiene uno de los índices de VIH más altos del mundo”.

Los investigadores esperan que sus hallazgos inspiren al gobeirno sudafricano a lanzar un programa de formación a nivel nacional.

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