La soberanía no es un cheque en blanco

La clase política mexicana recurre a la soberanía como si se tratara de un cheque en blanco. Ante cualquier señalamiento de la gravedad de la situación de violencia e impunidad en México, la respuesta suele ser envolverse en la bandera de la soberanía y exigir que nadie se involucre en asuntos internos. Esa postura es propia de un concepto de soberanía caduco.

En la segunda mitad del siglo XX, particularmente después de la Segunda Guerra Mundial, el concepto de soberanía ha venido actualizándose. Esta no otorga a los Estados poder ilimitado al interior de sus fronteras para hacer y deshacer lo que quieran con y contra sus habitantes.

La soberanía se redefinió dentro de la doctrina de Responsabilidad de Proteger (R2P) de Naciones Unidas. En la Cumbre Mundial de 2005 “todos los jefes de Estado y de gobierno afirmaron la responsabilidad de proteger a las poblaciones frente al genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad. La responsabilidad de proteger se basa en tres pilares igual de importantes: la responsabilidad de cada Estado de proteger a sus poblaciones (primer pilar); la responsabilidad de la comunidad internacional de ayudar a los Estados a proteger a sus poblaciones (segundo pilar), y la responsabilidad de la comunidad internacional de proteger a las poblaciones de un Estado cuando es evidente que este no logra hacerlo (tercer pilar). La aprobación de este principio en 2005 constituyó un compromiso firme que despertó grandes expectativas sobre un futuro libre de este tipo de crímenes”.

Según Naciones Unidas (United Nations Office on Genocide Prevention and the Responsibility to Protect) la protección de las personas es obligación primaria de cada Estado y también de la comunidad internacional cuando un Estado no es capaz o no tiene la voluntad de hacerlo. Para cumplir esta responsabilidad compartida ante crímenes atroces (genocidio, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad) la comunidad internacional puede utilizar medios diplomáticos, económicos y humanitarios, entre otros. Incluso en situaciones muy extremas se puede recurrir al uso de la fuerza según lo establece la Carta de Naciones Unidas.

La R2P refuerza la soberanía, entendida como la protección de las personas, al ayudar a los Estados a cumplir con esta obligación y ofrecer oportunidades para que la comunidad internacional y Naciones Unidas auxilie a los Estados a prevenir crímenes atroces.

La soberanía es para muchos gobiernos un pretexto para evadir sus obligaciones. Ante los crímenes atroces que se perpetran en México no hay soberanía que valga para justificar las criminales omisiones y acciones del Estado mexicano. La soberanía no se ejerce si no se protege a la población. Muchos políticos quisieran regresar al arcaico concepto de soberanía. El mundo evolucionó mientras ellos siguen anclados en el pasado envueltos en una bandera ensangrentada.

@dayan_jacobo