La era Sinner-Alcaraz ilumina al tenis en 2025, el dopaje lo ensombrece

Una rivalidad de época es la que proyectan Jannik Sinner (der.) y Carlos Alcaraz, que se repartieron los Grand Slams de la temporada que termina e iluminará el tenis en 2025.

Una rivalidad de época, la que proyectan Jannik Sinner y Carlos Alcaraz, que se repartieron los Grand Slams de la temporada que termina, iluminará el tenis en 2025, mientras que el dopaje amenaza con ensombrecerlo con los casos abiertos que manchan al italiano y a la polaca Iga Swiatek.

En un lado de la pista la magia y el toque de Alcaraz, ganador de Roland Garros y Wimbledon, en el otro Sinner, una máquina de precisión y potencia: Abierto de Australia y US Open en su bolsillo.

Dos tenistas antagónicos, sonrientes y educados, casi amigos. Un regalo para el tenis cuando le toca pasar la página de su capítulo más brillante, el reinado del ‘Big 3’, con Rafa Nadal recién retirado, siguiendo los pasos de Roger Federer, exjugador desde 2022, y Novak Djokovic como ilustre superviviente.

Djokovic y Murray juntos

No conviene dar por finiquitado al serbio, el jugador de los 24 Grand Slams, pero la temporada que termina deja pistas sobre su lógico declive. Despide el año sin ‘grandes’ por primera vez desde 2017 pero con un heroico oro olímpico en París-2024, la única pieza mayor que faltaba en su infinito palmarés.

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Ganó su preciada medalla en Roland Garros, celebrada con un revolcón por la tierra batida, con su muñeca temblando por la tensión como simbólico primer plano para la televisión, ante un Alcaraz entre lágrimas que se quedó con la plata tras caer en dos ‘tie-breaks’.

¿Volverá la mejor versión de ‘Djoko’? Su plan de relanzamiento cuenta con una carta inesperada: El fichaje como entrenador de Andy Murray, retirado tras los Juegos de París.

Dos exnúmeros 1, nacidos con una semana de diferencia en 1987, rivales desde niños hasta en siete finales de Grand Slam, con un balance 5-2 para el serbio. Su asociación será una de las atracciones de la temporada desde el Abierto de Australia (12-26 enero).

En Melbourne Djokovic, diez ediciones del primer grande del año en su palmarés, se encontrará al nuevo defensor del título, un Sinner que se enfrenta al año de su confirmación como dominador del circuito, el más complicado dicen, y a Alcaraz, con el mayúsculo objetivo de completar su colección de Grand Slams cuando no ha cumplido los 22 años.

¿Trato desigual?

Al desafío de renovar su reinado, a Sinner se le añade poner punto y final al caso de dopaje que protagoniza. “Está claro que ronda por mi cabeza”, confirmó a finales de noviembre en Málaga tras conquistar su segunda Copa Davis consecutiva con Italia.

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El italiano de 23 años dio positivo en marzo en dos controles con ocho días de intervalo por clostebol, un anabolizante, presente en su orina en cantidades ínfimas.

La Agencia Internacional por la Integridad del Tenis (ITIA) aceptó su explicación, una contaminación accidental, una decisión muy controvertida, también por sus plazos tras ser anunciada en agosto. El caso se reabrió porque la Agencia Mundial Antidopaje presentó un recurso ante el Tribunal Arbitral del Deporte, cuya decisión debería llegar a principios de 2025.

También levanta polvareda la sanción a la polaca Iga Swiatek, número dos del mundo y dominadora del circuito en los últimos años: a finales de noviembre la ITIA anunció que había sido suspendida un mes tras dar positivo por trimetazidina en agosto.

La ganadora de cinco títulos de Grand Slam esgrimió también una contaminación y la ITIA consideró que la gravedad de su caso “era el más débil del espectro”.

Los casos de Sinner y Swiatek abren varias interrogantes: ¿Actúa con independencia la ITIA? ¿Imparte justicia o protege a las estrellas? ¿Se utiliza la misma vara de medir con todos los jugadores?

“Vemos falta de protocolos claros y estandarizados. Puedo entender los sentimientos de muchos jugadores que se están cuestionando si ellos son tratados igual”, subrayó Djokovic sobre la sombra que no para de crecer en el tenis.