¿Es más seguro consumir comestibles de cannabis que fumar?

(Janelle Jones/The New York Times)
(Janelle Jones/The New York Times)

Según los expertos, ambos tienen sus propios riesgos.

[Este artículo se publicó originalmente en inglés el 29 de enero de 2024]

Las fuentes de chocolate con cannabis están presentes en las bodas. Los “budtenders” sirven cócteles con cannabis. Y a medida que aumentan las ventas de comestibles, las marcas de cannabis insisten en la idea de que estos productos pueden ser una alternativa más sana a las pipas o a los porros.

“Los comestibles te permiten disfrutar del cannabis sin los efectos secundarios negativos de fumar”, se lee en el sitio web de Kiva, que fabrica barras de chocolate y gomitas con sabor a fruta.

Los consumidores se preguntan cada vez más si es así, pero la respuesta es complicada. Hay pocos estudios que comparen los efectos en la salud de los comestibles y el fumar. Lo que sabemos hasta ahora procede en gran medida de datos limitados, anécdotas e inferencias de investigadores y médicos.

“Hay muchos matices”, dijo Ryan Vandrey, profesor de Psiquiatría y Ciencias del comportamiento en Johns Hopkins Medicine que estudia el cannabis. “No se puede decir en blanco y negro que los comestibles son más seguros que fumar, o que fumar es peor que vapear, hay diferentes riesgos para las diferentes rutas”.

Los comestibles son más difíciles de dosificar

Cuando alguien fuma un porro, el subidón llega casi de inmediato y se desvanece al cabo de unas horas. Pero los cannabinoides de los comestibles tardan en viajar por el tracto gastrointestinal. Según Daniel Barrus, farmacólogo de la organización de investigación sin fines de lucro RTI International, sentir los efectos puede tardar entre 30 minutos y varias horas. Ese tiempo puede variar incluso entre consumidores de cannabis experimentados, porque el contenido del estómago influye en la rapidez con que un comestible hace efecto, explicó Collin Reiff, profesor clínico adjunto de Psiquiatría en la Escuela de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York.

Como resultado, los consumidores pueden acabar mordisqueando un bocado extra de un brownie de marihuana o comiendo otra gomita para sentir más el efecto, y acabar demasiado drogados cuando la sustancia por fin hace efecto, provocando a veces paranoia, delirios y ataques de pánico. Estos efectos suelen remitir al cabo de unas horas, pero las personas pueden sufrir taquicardias, lo que lleva a algunos a buscar atención médica.

“Veo muchos más efectos adversos en las personas que consumen comestibles”, dijo Reiff.

Un estudio de las visitas al servicio de urgencias relacionadas con la marihuana en un gran hospital de Colorado descubrió que las personas que consumían comestibles tenían más probabilidades de acabar en urgencias (el total de ingresos fue superior en el caso de los fumadores, muy probablemente porque mucha más gente fumaba que consumía comestibles, según los datos de ventas de cannabis del estado). Las personas que consumían comestibles también eran más propensas a experimentar síntomas cardiovasculares o psiquiátricos agudos que las que fumaban.

Andrew Monte, catedrático de Medicina de urgencias y Toxicología médica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado y autor principal del estudio, señaló que hay muchas más personas que consumen comestibles de forma segura cada día que las que acaban en el hospital.

Los comestibles pueden provocar subidones más intensos

Según James MacKillop, director del Centro Michael G. DeGroote de Investigación sobre Cannabis Medicinal de la Universidad McMaster, los comestibles pueden provocar a veces un subidón más intenso y embriagador que fumar, debido a la forma en que el organismo metaboliza el THC, el principal compuesto del cannabis.

Incluso para los consumidores experimentados, los comestibles pueden tener un efecto potente. Para algunos, ese subidón puede ser placentero; para otros, el miedo y la ansiedad pueden apoderarse de ellos.

Según MacKillop, los comestibles pueden tener menos potencial adictivo porque, en general, cuanto más rápido siente una persona los efectos de una droga, mayores son las probabilidades de que se vuelva dependiente. Un estudio realizado el año pasado reveló que aproximadamente una quinta parte de las personas que consumen cannabis desarrollan un trastorno por consumo de cannabis.

El riesgo respiratorio de fumar

Fumar cualquier sustancia puede dañar los pulmones.

El humo del cannabis contiene muchas de las mismas sustancias químicas tóxicas y carcinógenas que el humo de los cigarrillos, y la droga, cuando se fuma, puede dañar los tejidos pulmonares y los vasos sanguíneos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. El método también importa: cuando se fuma un porro o un canuto, también se inhalan partículas del papel o de los envoltorios, así como partículas del propio cannabis, que pueden dañar los pulmones.

Los vaporizadores calientan el cannabis con un método distinto al de los porros, las pipas de agua y las pipas, por lo que pueden ayudar a los consumidores a evitar compuestos nocivos como el monóxido de carbono y el alquitrán, según Barrus. Pero los vaporizadores siguen exponiendo los pulmones a sustancias irritantes, y algunas pruebas han demostrado que generan emisiones peligrosas. Los médicos llevan años preocupados por los casos de enfermedades y lesiones causadas por los contaminantes de los vaporizadores.

Las personas que fuman cannabis parecen tener un mayor riesgo de bronquitis, y está claro que el humo puede irritar significativamente los pulmones, dijo Barrus. Pero los estudios no han demostrado definitivamente que fumar cannabis pueda causar cáncer de pulmón, como sí lo hace fumar tabaco.

Los riesgos compartidos

Independientemente de cómo se consuma el cannabis, conlleva riesgos tanto a largo como a corto plazo.

El cannabis puede aumentar la frecuencia cardiaca y la tensión arterial. Su consumo diario está relacionado con un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca. La droga también afecta la cognición. Ralentiza el tiempo de reacción (por eso es tan peligroso conducir bajo los efectos del cannabis) y los consumidores pueden tener problemas de concentración y memoria incluso después de que se les pase el subidón.

Como ocurre con cualquier droga, “la dosis y la frecuencia determinan realmente los riesgos para la salud”, dijo Vandrey. “Con el cannabis, y con cualquier otra cosa”.


Dani Blum
es reportera de salud para el Times. Más de Dani Blum.

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