Sandra Cuevas, la política que se creía invencible y ahora arremete contra su partido

Sandra Cuevas en un evento en la alcaldía Cuauhtémoc, en septiembre pasado. (Gerardo Vieyra/NurPhoto via Getty Images)
Sandra Cuevas en un evento en la alcaldía Cuauhtémoc, en septiembre pasado. (Gerardo Vieyra/NurPhoto via Getty Images)

La alcadesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, se encontró con una verdad que trató de negar hasta las últimas consecuencias. El Frente Amplio por México (PRI, PAN y PRD) no la quería como candidata a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. En su lugar, han optado por Santiago Taboada —elegido, cómo no, por dedazo—. Es normal que los políticos emprendan misiones imposibles, y que, aunque lo sepan, se aferren a competir por un cargo sin tener oportunidades reales. El problema de Cuevas fue que ella en verdad creía que tenía posibilidades.

Gestó su campaña para jefa de la ciudad a su manera. Desde que ganó la alcaldía Cuauhtémoc podían adivinarse sus intenciones: aspirar al siguiente escalón. Aunque ella misma dijo que no lo haría. Pero también le falló el método de hacerse la desentendida y negar a la política. Dijo que era un asco. Quizá fue un recurso al estilo Samuel García: renegar de la política para transmitir una imagen de disidencia, que muchos suelen comprar, a pesar de lo falso que se vea.

Cuevas vio su sueño esfumarse. Y uno pensaría que no le importaría tanto, si de todos modos no quería el cargo. Pero vaya que le ha robado el sueño la decisión del Frente. Tanto que ha dado un paso al costado, o al menos se tomará un receso de ellos. ¿Por qué? Porque no la eligieron a ella, que ha pasado dos años tratando de demostrar por qué era la mejor opción. A ella, que tiene mundo y doctorados, que vela por el orden de todos.

“La primera decisión es que pongo una pausa con el Frente, por la falta de palabra, por la falta de solidaridad, por la falta de proyectos. Dos: dejar claro que no formaré parte de Morena. Y punto número tres: a partir de hoy, a petición de vecinas y vecinos, se inicia con el bloque Diamante, que consiste en no dejar entrar a ningún político oportunista”, dijo en una comparecencia pública este martes. Ya había hecho algo así cuando condicionó mejoras habitacionales en Tepito a cambio de que no dejaran entrar a otros partidos políticos.

Alguien debe hacerse cargo de la política del espectáculo que montó Cuevas durante estos años. Antes de contender por Cuauhtémoc en 2021, había ocupado cargos de bajo perfil público. Pero de inmediato aprovechó su estridencia mediática para no dejar cabos sueltos. De la manera que fuera: regalando pelotas con billetes para comprar simpatías, combatiendo a los "malévolos" puestos de tortas con sus rotulados poco elegantes; siempre con una personalidad policiaca como de serie televisiva: la jefa que pone orden con su mera presencia. Por eso ahora no le conmueve para nada decir que el PRD va a desaparecer y reclamar que Jesús Zambrano -líder perredista- la recibió en estado de ebriedad, además de ningunearla.

El Frente evaluó que era mejor elegir por "unidad" y no por elección. Y eso ha enardecido a Cuevas, que ya los quitó del altar para ponerlos incluso por debajo de su rival a vencer. “No señalemos a Morena cuando aquí se está haciendo lo mismo, no digamos que el presidente eligió los candidatos, que todo es por dedazo. No señalemos cuando no hubo un proceso democrático, en la alianza son peores porque son hipócritas, al menos los de enfrente ya sabemos cómo son, pero aquí nos atrevemos a señalar el dedazo y hacemos lo mismo”.

La alcaldesa podrá tener un compendio eterno de irregularidades, actitudes deleznables y un ego a prueba de fracasos, pero es un hecho: en una contienda política, cualquiera quisiera tenerla a favor y no en contra. Ahora el Frente se ha ganado a una nueva oponente. Ella seguirá gobernando en Cuauhtémoc al menos hasta el próximo año. Vale recordar que tendrá la opción de reelegirse. Si lo quiere y si alguien está dispuesto a darle respaldo de nuevo a Sandra Cuevas, una granada que puede estallarle al oponente o también explotar en manos propias.

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