Samuel García quiere ser presidente de México, aunque eso ponga en evidencia su incongruencia

Samuel García en una entrevista con AFP de marzo pasado. (JULIO CESAR AGUILAR/AFP via Getty Images)
Samuel García en una entrevista con AFP de marzo pasado. (JULIO CESAR AGUILAR/AFP via Getty Images)

Samuel García ha solicitado oficialmente licencia al Congreso de Nuevo León para ausentarse de su cargo —a partir de diciembre— y contender por la presidencia de la República el próximo año. Con 35 años cumplidos, el joven político buscará la candidatura de Movimiento Ciudadano, siempre y cuando el permiso proceda, ante un congreso que reiteradamente le ha manifestado el rechazo para otorgar la licencia. La carrera meteórica de García en la política apunta así a su nivel más alto —fue diputado a los 27 años y senador a los 30, etapa en la que ganó mucha notoriedad pública—.

En junio de 2021 dio un batacazo al convertirse en gobernador de Nuevo León. Su presencia en redes sociales, coordinada por Mariana Rodríguez, su esposa, fue capital para conseguir un cargo que, meses antes, sonaba como un sueño. A ese capítulo puede aferrarse en su nueva aventura política, aunque tenga muchas cosas más en contra que en aquella primera odisea.

De entrada, la incongruencia de haber votado en contra de Jaime Rodríguez Calderón en 2018, cuando El Bronco hizo exactamente lo mismo que García: dejar botada la gubernatura para registrarse como candidato a la presidencia. Pero la congruencia no suele acompañar a la clase política y, en ese sentido, García puede escudarse con cobija clásica: todos son caraduras, por qué él no. “Si usted arregla los problemas de Nuevo León, yo con gusto no solo lo apoyo, lo acompaño, pero no me dejarán mentir los neoloneses, no se han arreglado los problemas”, le dijo entonces a Rodríguez Calderón.

El problema real es que García no puede ganar. Los milagros existen incluso en las campañas políticas, y él remontó todos los pronósticos. En agosto de 2020, una encuesta de El Financiero ponía a García, entonces senador, con un 8% de intención de votos, muy lejos del 25% que tenía Tatiana Clouthier, que finalmente no fue candidata por Morena, lugar que ocupó Clara Luz Flores. En diez meses García dio la vuelta a la tortilla y obtuvo 36.7% de votos, para obtener una sólida victoria.

No son lo mismo 17 puntos que 43 y no es lo mismo enfrentar a una candidata sólida, como ya demuestra ser Sheinbaum, que a Flores, sorpresiva elección y, además, disminuida en los meses previos a junio de 2021 por la filtración de su consulta con Keith Raniere, líder de la secta sexual 'NXIVM'. La encuesta Buendía & Márquez para El Universal refleja números críticos para todos los candidatos que no son Claudia Sheinbaum. La morenista tiene 50% de intención de voto, contra 20% de Xóchilt Gálvez, abanderada del Frente. Luego vienen Samuel García con un 7% y Eduardo Verástegui, independiente, con un 4%. Es un acto de fe, más que una meta alcanzable. Y más porque ya se ha visto cuál es la capacidad de Samuel García.

Una cosa era el senador que podía tener mucha estridencia en los medios, en las redes, y transmitir una imagen jovial, para algunos; y otra, el gobernador que hoy deja su cargo sin haber dado resultados, lo que reclamó a su antecesor. Porque en dos años ha habido mucho ruido, por Tesla, por inversiones extranjeras, pero García ha quedado evidenciado en los momentos más tensos de su mandato: la incapacidad e ineptitud para dar resolución al caso Debanhi, la lentitud y soberbia con la que manejó la escasez de agua —diciendo que era culpa de la gente y del anterior gobernador, Bronco— y una tendencia a la irresponsabilidad extrema en redes sociales, como cuando "adoptó" por días a un bebé del DIF, algo ilegal.

No ha hecho nada que no hubiera podido preverse, pero todavía tiene el amparo de esa sorpresiva elección ganada. Y a eso quiere agarrarse para soñar en 2024. Primero tendrá que librar a un Congreso que no lo tiene en alta estima y en el que, sobre todo, predominan los 28 diputados (14 y 14) del PRI y PAN (de un total de 42) que le quieren bloquear el permiso. García no lo sabe o lo sabe pero no lo aceptará: hasta le pueden estar haciendo un favor. Pese a todo, todavía le queda mucho camino en la política. Guste o no, si su permiso es negado, volverá a la carga después. Hay, sin afán de entusiasmo, Samuel García para rato.

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