Sabor desagradable. La historia desconocida de la marca de agua mineral de Trump

Mucho antes de sugerir que se inyecte desinfectante o aplicar la luz solar para tratar a los pacientes de COVID-19, incluso previo a su arribo a la Casa Blanca, Donald Trump estuvo detrás de la marca de agua mineral que llevaba su imagen, Trump Ice. Dicho producto no sólo fue un fracaso en términos comerciales sino que llevó al hoy presidente de los Estados Unidos a un conflicto legal. Y lo perdió.

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Tras los pasos de su padre Fred, Donald Trump continuó con la tradición de su familia. Heredó algunos negocios y compró otros. De las inversiones en hoteles, casinos y empresas, algunas fueron muy exitosas y contribuyeron a engrosar su fortuna. Pero no todas tuvieron el mismo resultado. Del otro lado, en la vereda de los fracasos, se inscribe el caso del agua mineral Trump Ice.

El agua mineral con la imagen de Trump

El agua llegó al mercado en el año 1995, durante la presidencia de Bill Clinton. Envasada en botellas de plástico, la etiqueta era quizás una simple muestra de lo precario del producto con la imagen de Trump. Como James Marshall, el personaje de Harrison Ford en Air Force One, el diseño apostaba por el rojo, el blanco y el azul. Sí, los mismísimos colores de la bandera estadounidense.

A pesar de que el apellido es sinónimo de riqueza, muchas personas no conocieron la marca de agua Trump Ice. Y eso responde a que el producto se distribuyó en mercados seleccionados y, principalmente, en casinos, hoteles, clubes de golf y restaurantes de Estados Unidos, propiedades en su mayoría de la familia del hoy mandatario.

Según publica Andrei Tapalaga en Better Marketing, en diversas entrevistas durante los años 90, Trump hacía gala de una supuesta experiencia en comercialización y llegó a la conclusión de que el mercado necesitaba una marca premium de agua embotellada. Trump quería que el producto estuviese en todos lados: hasta fue promocionado en la primera temporada del reality show The Apprentice. Pero, lejos de ser algo exitoso, no hizo más que traerle dolores de cabeza.

Tapalaga reproduce en su artículo las opiniones de quienes tuvieron la suerte de probar el agua. Dichas personas no describen el sabor, precisamente, como algo premium, sino como si se tratara de "jugo de medias usadas" o, simplemente, "agua de la canilla".

Para los primeros tres años de producción, Trump había celebrado un contrato con la compañía Mountain Spring Waters of America. Contrato que por falto de pago, la firma de Arkansas demandó a la organización del magnate. Todo terminó en un acuerdo extrajudicial.

En 2003, una vez que las aguas del pleito se hubieran calmado, Trump volvió a intentar imponer su marca. Esta vez, el diseño era un poco más agraciado, pero aún así respondía más a la necesidad de marketing personal que a la de comercializar un producto. Siete años más tarde, el producto fue discontinuado y ya forma parte del anecdotario.