Rótulos en bardas, un arte urbano que hasta los Guns N' Roses saben apreciar

(Twitter/Guns N' Roses)
(Twitter/Guns N' Roses)

Los Guns N' Roses encontraron la mejor forma posible de anunciar su presentación de octubre en Mérida, Yucatán: con un rótulo callejero. Parece meme, pero no lo es: pura verdad, puro ingenio de la banda mundialmente conocida más vigente de la época. Esos anuncios que lo mismo pueden anunciar a La Arrolladora que al Tri de Alex Lora fueron la coartada perfecta de los Guns para enganchar a la perfección con la fanaticada mexicana.

En muy pocas horas, la imagen se ha convertido en un éxito total y ha puesto de cara a los mexicanos con unos de sus bienes culturales más preciados y universales. No hay forma de negarlo: a todos nos cautivan esas paredes pintadas casi siempre de colores fosforescentes, que quizá deslumbren a las pupilas, pero que tanto queremos, precisamente, por el carácter colorido que el suman a cualquier entorno. No importa si todo es gris alrededor, mientras haya una pared rotulada anunciando un futuro concierto todo puede estar bien en la vida.

Forman parte vital del paisaje urbano y así lo hemos entendido desde que tenemos el mínimo uso de razón. Podemos hacer un poco de memoria para entenderlo mejor: ¿cuándo y dónde fue la primera vez que vimos un rótulo que anunciaba una 'baile' en algún recóndito lugar de la Ciudad de México o Estado de México? Siempre han estado ahí y sus funciones son cada vez más abarcativas. En un principio, únicamente fungían como contenedor de información: quiénes se van a presentar, quién les van a escoltar; el día y la hora. Todo listo, nada más que pedir. Pero, conforme pasa el tiempo y ante una tendencia innegable de revalorización de los espacios urbanos.

Y también, por qué no decirlo, les sirve para conectar, generar empatía con fans y no tan fans, y vender más. Porque detrás de una movida así desde luego que existe una intención con fines publicitarios. Nada se puede reprochar ni a los artistas que lo hacen ni a la gente por emocionarse cuando ve rótulos de sus cantantes o grupos predilectos. De hecho, podría decirse que se ha llegado al punto de que aquellas celebridades que no tienen su pared rotulado no pueden presumir que, en efecto, son famosos. Es la prueba de fuego total.

A diferencia de Sandra Cuevas, la alcaldesa de la delegación Cuauhtémoc, los Guns sí que valoran el arte popular y para nada tienen rubor en presumirse ahí. Y eso pasa por un motivo muy simple: saben de arte, porque lo hacen, y comprenden que ese tipo de expresiones tan arraigadas en una comunidad ameritan ser exaltadas, celebradas y difundidas. Al César lo que es del César. Mientras en las calles de la alcaldía de Cuevas se ha optado por pintar todo de gris y quitarle colorido a los días, una banda de tamaña magnitud opta por promocionarse así y, consecuentemente, deleitar a propios y extraños con un gesto teóricamente tan simple.

Esa es la gran paradoja: un arte que es despreciado internamente y que encuentra el punto de valoración preciso desde fuera. También habría que dejar las cosas claras. Este arte urbano ya era valioso desde antes de que el tren de las redes lo hiciera ultrafamoso. No necesitaba otra validación que la de su expresión misma. La gente de a pie ya lo entendía y lo dimensionaba. De pronto parece que todo lo que está ante nuestra narices merece loas por el simple hecho de que así lo dictaminan los vientos de las redes sociales. Error gigante. El arte urbano ya estaba ahí mucho antes de Guns N' Roses y Sandra Cuevas.

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