River venció a Libertad y Mastantuono se convirtió en el goleador más joven del club en la Copa Libertadores
Un destello de luminosidad entre tanto enredo. Una estocada con el sello de un jugador que a los 16 años está destinado a ser protagonista en River. El juvenil Franco Mastantuono desató el nudo en el que estaba atascado el equipo con un remate cruzado, después de una pisada que resultó la justa pausa en medio de tanto apuro que envolvía a los millonarios. Una victoria por 2-1 frente a Libertad, en Asunción, que tiene dos efectos: el equipo renueva la energía tras la eliminación contra Boca en la Copa de la Liga y lidera con el puntaje ideal luego de tres partidos en el grupo H de la Copa Libertadores. El pasaje a los octavos de final quedó a tiro y con la ventaja de que River afrontará dos juegos en el Monumental en los desquites.
Hubo un clima de tensión en las gradas, donde se mezclaron un apoyo masivo y un reclamo después de la eliminación a manos de Boca. “A ver si nos entendemos los jugadores con la popular. / Ustedes mátense en la cancha, que en las tribunas los vamo’ a alentar...”, entonaron unos siete mil hinchas visitantes, mientras los futbolistas efectuaban la entrada en calor en el campo del Defensores del Chaco.
Un examen futbolístico y de espíritu resultó la visita a Libertad. El director técnico Martín Demichelis no realizó una cirugía mayor, sino apenas dos retoques: Pablo Solari recuperó su espacio en el ataque como acompañante de Miguel Borja y Esequiel Barco tomó el lugar de Nacho Fernández.
En un esquema espejado de volantes, la intención de exhibir protagonismo a partir del control de la pelota fue una búsqueda de los dos equipos. River, fiel a su estilo por características y virtudes de los jugadores y porque es la hoja de ruta que mejores resultados le brindó al ciclo del DT, se esmeró en encontrar a Claudio Echeverri para que el Diablito se erigiera en conductor, con apoyo de Barco y de Solari, que se multiplicaba para ser acompañante del juvenil y de Borja y retrocedía para ayudar a Marcelo Herrera en la marca. La presión no incomodó a los millonarios y el estilo del rival, alejado de las formas rocosas que mostraban en el pasado los conjuntos paraguayos, facilitó la construcción de situaciones de peligro. El arquero Rodrigo Morínigo desbarató remates de Rodrigo Aliendro y de Herrera; luego Solari fue bloqueado cuando se disponía a martillar.
Por méritos propios, y porque Libertad llegaba tarde a cada jugada y quedaba desarticulado para avanzar o contraatacar, River castigó esa fragilidad mediante Borja, aunque el VAR anuló la conquista por posición adelantada. La actitud de los millonarios era un síntoma alentador, aunque por pasajes querían resolver con tanta rapidez que fallaban en la elección o en la la ejecución. Solari hizo estrellar el balón en un poste al corregir un remate de su socio Borja y el guardavalla recogió la pelota; de todas maneras, el VAR habría invalidado el tanto, por fuera de juego del puntano.
El triunfo de Nacional, de Uruguay, sobre Táchira, de Venezuela –el rival más endeble del grupo: suma tres tropiezos–, no modificaba el escenario para River, que entró a la cancha con la misma cantidad de puntos que el cuadro de Montevideo pero con mayor diferencia de goles. Libertad, puntero invicto del torneo paraguayo, localizó en la franja que debía defender Herrera el lugar para lastimar. Movimientos simples: trepadas del lateral Néstor Giménez y centros para Óscar Tacuara Cardozo, que a los 40 años sigue siendo un faro de área. La tensión que impuso River en el comienzo se hizo difícil de sostener y, ya sin la pelota, al igual que frente a Boca, se apreciaba vulnerable.
Compacto de Libertad 1 vs. River 2
Destrabar el resultado era una cuestión de paciencia para el visitante. Elegir el mejor receptor con un pase fácil era la receta que debía aplicar. Una recuperación alta de Rodrigo Villagra y una rápida habilitación a Aliendro soltaron el marcador: el doble cinco articuló para que Solari, con alma de goleador y arrojándose al piso, provocara el desahogo. El atacante, con 24 goles en 80 juegos en el club, anticipó a su compañero Borja, que nuevamente asomaba en off-side y en caso de participar habría sido víctima del VAR, como en el inicio.
La falta de fiabilidad que envuelve a River surgió en la derrota ante Boca y reapareció en Asunción, tres días más tarde. Un tiro de esquina que ejecutó Lucas Sanabria mostró fuera de espacio a Leandro González Pirez y el estatismo de Borja, que debía atacar la pelota para defender en el juego aéreo. Y entonces el colombiano miró cómo Espinoza –reemplazó al lesionado Lorenzo Melgarejo, ex de Racing– percutió de cabeza, de pique al piso, y dejó fuera de acción a Franco Armani.
En 17 minutos del segundo tiempo, River modificó a sus cuatro mediocampistas: entraron Mastantuono, en el inicio; Nicolás Fonseca, en la primera ventana, y Nacho Fernández y Manuel Lanziniluego, para completar el póquer. La pérdida del dominio de la pelota transformaba al equipo, que en el primer período apuró las mejores participaciones del arquero rival y en un lapso igual del segundo no exigió trabajo a Morinigo. Redescubrir sociedades era el reto, porque el voluntarismo era insuficiente para quebrar al Gumarelo, que se sentía cómodo y agazapado para lastimar. Hasta que entró en escena Mastantuono para, a pesar de su juventud, ser cerebral y aislar los ruidos que podían amplificarse.