River le ganó a Táchira y cerró la fase de grupos de la Copa Libertadores como el mejor de los primeros
El anuncio de las formaciones a través de los altoparlantes ha sido con los años un indicador de los humores del hincha. El famoso termómetro. En tiempos felices, se viva y aplaude a héroes ocasionales; también se consagra a los ídolos. Pero en otros momentos, cuando la mano viene cambiada, son el instrumento de presión sobre los caídos en desgracia. En este River de vaivenes de la era post Gallardo se volvió a poner el foco de atención en la palabra del simpatizante. Fue una noche de Copa especial. River a priori debía asegurarse ser el mejor de los primeros contra Deportivo Táchira, uno de los equipos más flojos del certamen. Sin embargo, la fiesta de las tribunas tenía sus matices y un gran interrogante: cómo sería el recibimiento a Martín Demichelis, el técnico que nunca pudo entrar totalmente en el corazón del público millonario.
Y antes del inicio, el fallo fue condenatorio: una estruendosa silbatina bajó cuando por los altoparlantes mencionaron al DT que lleva un año y medio en su cargo y que fue el factótum, en 2023, de la conquista de una liga, un Trofeo de Campeones y una Supercopa local. Ya le había ocurrido, ante Central Córdoba, cuando aún estaba fresca la eliminación de la Copa de la Liga ante Boca. Sin embargo, unos días después, fue aplaudido antes del comienzo del encuentro con Libertad. Esta vez, la reprobación volvió y se hizo sentir.
Los golpes fueron cayendo poco a poco en 2024 y fueron estratégicos para el resquebrajamiento del vínculo. La eliminación de la Copa de la Liga fue un impacto en el corazón, contra Boca; la de la Copa Argentina, ante Temperley, horadó el orgullo.
A los 3 minutos, hubo una conexión interesante: pase lejano de Boselli a Sant’Anna, que conectó de volea al medio para la aparición de Borja, que hizo lucir a Jesús Camargo.
Sant’Anna se insinuó como clave por la derecha, al tiempo que River proyectaba un monólogo. Echeverri pide todas y Borja se relame. Tres córners en 9 minutos. De uno de ellos llegó un zurdazo de Enzo Díaz que se fue cerca del travesaño.
Táchira intentó agrupar mejor a sus hombres para evitar la comodidad de los delanteros locales. Lo logró por momentos, aunque Borja siempre inquietó. Primero, se las ingenió para quedar solo y mandar a las nubes un remate sin mayor oposición que el arquero. Luego, generó una falta que no fue penal por centímetros y que propició un tiro libre que desperdició Sant’Anna. A los 25, el lateral uruguayo conectó con Solari, que encontró nuevamente a un Camargo que empezó a sumar puntos en su actuación.
River fue ondulante, siempre con la posesión, pero con momentos de desconexión que le impidieron ejercer un bombardeo sostenido sobre Camargo. Lo mejor fue la utilización de la derecha con Sant’Anna, sin demasiada responsabilidad en la marca, picante en los centros. Por el otro lado, en cambio, Enzo Díaz despreció la banda y sumó el vértigo de sus diagonales sumaron confusión. Desaparecido Echeverri, fueron los pases entrelíneas de Paulo Díaz o de alguno de los volantes centrales los que intentaron dejar a sus delanteros en zona de peligro.
El millonario se diluyó entre el fastidio y la impotencia, para la que colaboró un visitante que no inquietó nunca, sin apuro y que trató de quitarle dinámica al juego.
Era cuestión de espabilarse y River lo logró rápido con velocidad y precisión. Y la magia de Echeverri: apareció en escena con un pase con ventaja para Solari, que no demoró en detectar a Borja. El colombiano definió con calma de crack y a otra cosa: el gol que necesitaba el equipo de Demichelis para desterrar murmullos.
Fueron minutos donde el talento individual encontró sociedades: casi aumenta con un blooper y con un chanfle de Colidio que pegó en el travesaño. River se desbloqueó mentalmente y Echeverri encontró los espacios y fue un peligro con la cancha de frente.
River fue, hasta el final, dominador total, en un partido que extrañamente se mantuvo 1 a 0 hasta el minuto 85. La fiesta de las tribunas fue completa cuando empezaron a entrar de a poco los pibes. Demichelis, el silbado, se dio el gusto y les dio el gusto a los que lo silbaron: así, de a poco, aparecieron los del viejo Sub 17. Subiabre, Mastantuono, Ruberto. Y el Monumental comenzó a vibrar.
Compacto de River 2 vs. Táchira 0
Mastantuono -los hinchas se enloquecen y lo aplauden a rabiar cuando hace algo bien- le sirvió el 2 a 0 al siempre efectivo Miguel Borja. El guion pareció sensato: amplificar el volumen en el final, cuando el frío apretaba y el 1 a 0 era poquito para el paladar exigente.
Consumada la primera fase y aprovechando el traspié de Palmeiras ante San Lorenzo, River queda como el primero mejor ubicado para los octavos de final. Tras poco más de 90 minutos de un fútbol sinuoso y que no tapa los silbidos del comienzo. Esos que le marcaron la cancha a Demichelis y le dejaron en claro que, de aquí en más, cada paso que dé será un examen.