‘Respuesta rápida’: Cómo un pueblo puertorriqueño se cuidó a si mismo tras el huracán Fiona

Cargando una caja de cartón vacía, Modesta Irizarry Ortiz llegó a recoger una docena de espaguetis y ensaladas el miércoles por la tarde en un comedor comunitario en la ciudad de Loíza, en el noroeste de Puerto Rico.

Un grupo de voluntarios cortó la lechuga y sacó pasta de un gran caldero. Otros apilaban y empaquetaban cajitas de comida en largas mesas blancas de plástico, entregándoselas calientes a los niños.

Irizarry, vestida con un caftán naranja estampado, estaba allí para comprar comida para los ancianos de su vecindario. Ella estuvo entre las varias líderes de Loíza que fueron al comedor para alimentar a los residentes después de que el huracán Fiona inundó los vecindarios del municipio principalmente negro.

“Lo importante de esa respuesta rápida es decirle a las personas, ‘Aunque perdistes la casa, perdistes todo estamos aquí para ayudarte,” dijo.

El comedor es uno de dos que abrieron en Loíza el lunes incluso cuando las furiosas lluvias del huracán Fiona caían sobre Puerto Rico. La iniciativa, que nació de los esfuerzos de una red de líderes comunitarios y organizaciones como el grupo feminista de salud pública Taller Salud, es una forma de enfrentar la escasez de alimentos y otras necesidades inmediatas en un municipio donde la mitad de la población vive en la pobreza y donde las crisis traen hambre.

Jenifer de Jesús, directora de Taller Salud, empacó algunos almuerzos en el comedor social creado por el grupo sin fines de lucro en Loíza, que se moviliza para responder a Fiona en el pueblo de Loíza en la costa noreste de Puerto Rico cuando el huracán pasó por la isla. el lunes 18 de septiembre, el miércoles 21 de septiembre de 2022.
Jenifer de Jesús, directora de Taller Salud, empacó algunos almuerzos en el comedor social creado por el grupo sin fines de lucro en Loíza, que se moviliza para responder a Fiona en el pueblo de Loíza en la costa noreste de Puerto Rico cuando el huracán pasó por la isla. el lunes 18 de septiembre, el miércoles 21 de septiembre de 2022.

Pero la cocina temporera también surgió de las lecciones aprendidas durante el huracán María en 2017, un amor intergeneracional por la comunidad — y una falta de fe en la capacidad del Estado Libre Asociado o el gobierno federal para ayudar en una crisis.

Y es el tipo de reacción a la emergencia, dicen los líderes comunitarios y los grupos comunitarios, que se basa en un conocimiento íntimo que proviene de estar y vivir en Loíza.

“Sabemos dónde están nuestros viejos, sabemos donde están nuestras mujeres con niños,” dijo Anabela Fuentes Garcia, una lider comunitaria de Villa Cristiana y empleada de Taller Salud. “Donde está el lugar más seguro, más alto y como resguardarnos de la agresividad del mar. Sabemos dónde está nuestra fuerza.”

Entre el río y el mar

Loíza comienza y termina en el agua. El Río Grande de Loíza atraviesa el municipio, encontrándose con el Océano Atlántico en su desembocadura. Varios canales fragmentan sus barrios y lo convierten en un mosaico acuoso.

El huracán Fiona dejó al municipio de unas 23,400 personas sin electricidad ni agua potable, como al resto de Puerto Rico. Las inundaciones aislaron a varias de sus comunidades. En Villa Santos, algunos vecinos no pudieron salir de sus casas hasta el martes debido a las aguas que los separaron del resto de Loíza.

En otras partes de la isla, Fiona arrojó hasta 30 pulgadas de lluvia, golpeando con fuerza la región sur. Las autoridades dijeron el miércoles que alrededor del 27% de los clientes tenían electricidad, mientras que casi el 59% recuperaron el agua. Más de 800 personas seguían alojadas en refugios gubernamentales.

Unas 15 personas tuvieron que ser rescatadas en el pueblo durante el paso de Fiona, dijo Juan Osorio Santiago, un paramédico municipal de 29 años. En un caso, un grupo de rescatistas luchó contra las corrientes durante casi una hora para rescatar a un hombre de unos 90 años de las crecientes aguas que irrumpieron en su casa en Melilla.

Para el miércoles, el municipio estaba bombeando agua de los vecindarios y las aguas pluviales retrocedieron. Muchas calles ya estaban secas. A lo largo de una calle principal, las mujeres llenaban tinajas blancas con agua potable.

Vista de autos sumergidos en “La Rivera Street” inundados por las fuertes lluvias del huracán Fiona que inundó el vecindario Miñi Miñi en el pueblo de Loíza en la costa noreste de Puerto Rico cuando el huracán pasó por la isla el lunes 18 de septiembre, el miércoles 10 de septiembre 21, 2022.
Vista de autos sumergidos en “La Rivera Street” inundados por las fuertes lluvias del huracán Fiona que inundó el vecindario Miñi Miñi en el pueblo de Loíza en la costa noreste de Puerto Rico cuando el huracán pasó por la isla el lunes 18 de septiembre, el miércoles 10 de septiembre 21, 2022.

Pero en algunos barrios de Loíza como Miñi Miñi — que tiene un caño y que se inunda cuando se abren las compuertas de un embalse cercano — las inundaciones de Fiona continuaron.

Los vehículos que pasaban salpicaban los charcos de agua que quedaban. El patio delantero de una casa azul estaba inundado, ocultando en parte las patas de un pequeño trampolín. Las ruedas de un automóvil blanco bajo la sombra de los árboles estaban caladas en un pantano de escombros, aceite y agua.

Reina, una perra amarilla de 9 años, tomaba el sol sobre el asfalto caliente. Su dueña observaba la escena desde su terraza rosada.

Derick Aponte, de 36 años, quien se sentó a la sombra con otro residente de Miñi Miñi que tenía una taza de café, dijo que no había salido del barrio desde antes de Fiona porque la tormenta bloqueó sus tres entradas.

“Nosotros nos quedamos incomunicados,” dijo. ”Yo hasta ahora no he podido salir. Voy a intentarlo y a ver si no se me daña la guagua saliendo por ahí”.

Miriam Fuentes, de 70 años, dijo que los vecinos de Miñi Miñi con generadores almacenaron carne para aquellos sin electricidad, monitorearon los niveles de agua entre ellos y se reunieron para compartir chocolate caliente y pan.

“Nosotros somos una comunidad unida,” dijo.

Las lecciones de María

En las oficinas de Taller Salud en Loíza, los voluntarios y el personal entraban y salían el miércoles. Las tareas del día estaban escritas en una pizarra blanca con marcador azul y rojo: comprar cajas de agua y lonas azules, distribuir alimentos y visitar las casas en las áreas más afectadas para averiguar qué necesitaban sus dueños.

El comedor que coordina la organización prepara unos 420 almuerzos al día, dijo Jenifer de Jesús, directora de la iniciativa comunitaria y de liderazgo de Taller Salud. Este año caminaron por varios barrios del municipio para hablar sobre los riesgos de los huracanes.

“Desde María, nunca hemos dejado de hacer esfuerzos de preparación y educación, de crear las infraestructuras sociales y comunitarias para estar listos cuando llegue el momento”, dijo de Jesús.

En los próximos días, el grupo planea abrir dos comedores más. Llamó al proyecto “lecciones aprendidas” de María, el cual Jesús dijo reveló la necesidad de tener alimentos disponibles durante las emergencias.

“Es una respuesta bien inmediata. Está ahí en la comunidad, no requiere burocracia, no requiere esperar a que haya otra gente externa que lleguen a tu comunidad a apoyarte,” dijo.

En el barrio costero de Piñones, los residentes podaron el espeso manglar y sacaron los árboles que cayeron durante María para abrir el flujo en el Canal de Torrecillas. Esto permitió a la comunidad evadir las inundaciones masivas que azotaron otros barrios de Loíza durante Fiona

“La riqueza de nuestras comunidades, está en la organización y el poder prevenir desastres, porque no podemos estar dependiendo del desastre para que nos traigan ayuda, si no evitar los desastres en nuestra comunidad es fundamental,” dijo

Añadió: “Los primeros respondedores son de la misma comunidad. Aunque no nos inundamos, pues siempre estamos pendientes al vecino.”

Roberto Pines Matos bikes through a flooded street caused by Hurricane Fiona’s heavy rain that flooded the Miñi Miñi neighborhood in the town of Loíza on the northeastern coast of Puerto Rico as the hurricane passed by the island on Monday September 18, on Wednesday, September 21, 2022.
Roberto Pines Matos bikes through a flooded street caused by Hurricane Fiona’s heavy rain that flooded the Miñi Miñi neighborhood in the town of Loíza on the northeastern coast of Puerto Rico as the hurricane passed by the island on Monday September 18, on Wednesday, September 21, 2022.

Mucho amor — y desconfianza

La coordinación comunitaria a nivel local que se ha desarrollado en Loíza — y en otras comunidades puertorriqueñas durante las tormentas, los terremotos y la pandemia de COVID-19 que azotaron a Puerto Rico en los últimos cinco año — también es el resultado de lo que ampliamente se percibe como una respuesta ineficiente al huracán María. Muchos culpan a la falta de respuesta del gobierno por las muertes posteriores a María.

Y en Loíza, la sombra de esa tormenta devastadora se cierne incluso sobre los niveles más altos del municipio: los toldos azules todavía cubren no solo por lo menos 68 casas, sino parte del techo de la alcaldía.

“Imaginate si nosotros esperamos cinco años, diez años para estar listos para atender. Eso no puede ser. Perderíamos la vida”, dijo de Jesús. “La burocracia no debe ser un obstáculo para una vida digna”.

Otros líderes de la comunidad también hablaron con el Herald sobre la desconfianza que tienen en los gobiernos de Puerto Rico y Washington para responder de manera efectiva a cualquier emergencia en la isla.

María Villegas, una líder comunitaria de 43 años de Melilla, estaba ayudando a coordinar los esfuerzos del comedor de beneficencia el miércoles.

“Reclamamos al gobierno, pero no creemos en las promesas,” dijo Villegas, también una empleada de Taller Salud.

Pero quizás más que cualquier escepticismo hacia las respuestas oficiales de emergencia, los líderes dijeron que los guia el amor.

Esta semana, Irizarry entregó mas de 100 comidas en varios barrios de Loíza. Recordó que una mujer exclamó de alegría cuando vio que su perro caliente tenía las papitas que le encantaba. Cuando Irizarry sirvió el primer almuerzo esta semana, alguien preguntó si era en serio.

“Te lo estamos dando con amor para que te alimentes,” le respondió. “Es como tu lo das, como tu llevas ese ‘Buenos dias’ o ‘Cómo tú estás’, estrechar tu mano al hombro de la persona o si te lo permite abrazar, mirar fijamente.”

Zoraida Fuentes sentada en su porche rodeada por el agua que dejó la fuerte lluvia del huracán Fiona que inundó el vecindario Miñi Miñi en el pueblo de Loíza en la costa noreste de Puerto Rico cuando el huracán pasó por la isla el lunes 18 de septiembre, el miércoles 21 de septiembre , 2022.
Zoraida Fuentes sentada en su porche rodeada por el agua que dejó la fuerte lluvia del huracán Fiona que inundó el vecindario Miñi Miñi en el pueblo de Loíza en la costa noreste de Puerto Rico cuando el huracán pasó por la isla el lunes 18 de septiembre, el miércoles 21 de septiembre , 2022.

Es esa solidaridad y dedicación a la comunidad lo que las lideres comunitarias dicen que corre en su sangre y que aspiran transmitir a las futuras generaciones de Loíza.

Villegas dijo que los jóvenes del municipio se suman a los adultos cuando se movilizan en tiempos de crisis. Después del huracán María, los niños sirvieron cenas a residentes atrapados en comunidades donde escaseaba la comida. En la última tormenta, algunos monitorearon los niveles de inundación y limpiaron las alcantarillas bloqueadas.

“Tengo mis esperanzas puestas en ellos que si lo van a hacer,” dijo.

El periodista del Miami Herald, Omar Rodríguez Ortiz, contribuyó a esta nota.