Bajo los reflectores de Hollywood, renace una ciudad galesa en ruinas

WREXHAM, Gales — En galés, la palabra “hiraeth”, que es prácticamente intraducible, describe una mezcla de nostalgia y añoranza por una época que nunca podrá recrearse.

Para Wrexham, una ciudad de clase trabajadora del norte de Gales, era un sentimiento que llegó a definir el malestar posindustrial que se profundizó en la década de 1980, cuando las últimas minas de carbón cerraron sus desvencijadas compuertas y, más tarde, se enfriaron los hornos de las acerías cercanas.

Solo quedaba el querido club de fútbol, el Wrexham AFC, el equipo más antiguo de Gales, un eterno segundón, pero que todavía es una fuente indomable de orgullo local.

“Pasamos por muchas cosas como pueblo”, comentó Terry Richards, de 56 años, seguidor del club de toda la vida, sentado en su casa con la brillante camiseta escarlata del equipo. “Fueron tiempos difíciles”.

Gales tiene sus leyendas de héroes que regresan para salvar el día, pero pocos podrían haber predicho que una improbable pareja de actores de Hollywood, Ryan Reynolds y Rob McElhenney, llegarían a la ciudad hace poco más de dos años y comprarían el club en decadencia. Eso desencadenó una serie de acontecimientos que catapultó a la ciudad de la depresión a la atención internacional, convirtiendo a los residentes en los protagonistas de “Welcome to Wrexham”, su propio programa de telerrealidad de Hollywood basado en el club de fútbol.

Pocos podían predecir que los dos famosos actores llegarían a la ciudad. Pero McElhenney, un estadounidense que durante el encierro se dedicó a ver documentales deportivos, hizo una búsqueda exhaustiva de un equipo de fútbol venido a menos que tuviera potencial de crecimiento y se decidió por el Wrexham AFC. Luego convenció a Reynolds para que se le uniera en su proyecto favorito.

Tras pagar una ganga de unos 2,5 millones de dólares, se mudaron a la ciudad (Reynolds, nacido en Canadá, incluso compró una casa) y empezaron a revisar el funcionamiento del equipo. Revitalizaron las instalaciones de entrenamiento y mejoraron la plantilla ofreciendo sueldos enormes, en comparación con otras escuadras de la liga, lo que atrajo a jugadores consagrados de las altas esferas del fútbol inglés.

El sábado pasado, esa historia de Hollywood tuvo su propio final hollywoodense: el ascenso del equipo, tras su temporada ganadora, a la Liga Inglesa de Fútbol. Se trata del siguiente escalón en la pirámide futbolística inglesa, después de 15 años de ausencia. Cuando el árbitro pitó el final, varias generaciones de seguidores con los ojos llenos de lágrimas saltaron de las gradas al campo moteado por la lluvia en una alegre celebración.

En ese momento, una ciudad renacía, y ese persistente “hiraeth” dejaba de existir.

“El pesimismo se ha disipado”, afirmó Richards, todavía con dolor de cabeza tras días de celebración. “Es difícil expresarlo con palabras”.

“Es un nuevo Wrexham”, añadió.

El glamur de los nuevos residentes honorarios de la ciudad parece contrastar con el barrio de Richards, Caia Park, un deprimido rincón de Wrexham que durante mucho tiempo llegó a personificar el declive de la ciudad. Pero a pocos habitantes de la zona les choca este contraste. Están más que encantados de ser el centro de atención de Hollywood, sobre todo cuando llega con un final tan cinematográfico como el que sacudió a la ciudad el sábado pasado.

“Han traído un poco de chispa con ellos”, aseguró la pareja de Richards, Donna Jackson, de 55 años.

El hijo de Richards, Nathan, de 34 años, que jugó de manera profesional en el Wrexham en su adolescencia, se mostró de acuerdo. “No hace falta ser aficionado al fútbol para verlo”.

Es una chispa que ha iluminado el barrio marginado, incluso en un gimnasio de boxeo local que intenta mantener a los adolescentes desfavorecidos alejados de los problemas.

“Esta ciudad tiene fama de ser un poco peleona”, dijo Gareth Harper, de 43 años, entrenador del gimnasio. “Pero después del combate, con todos los aficionados y todos los bares abarrotados, no hubo ni una sola detención. Todo el mundo está muy animado”.

Mientras sus alumnos boxeaban en la sombra a su lado, añadió: “Creo que ya casi nos estamos acostumbrando”.

No todo el mundo se ha adaptado. Sin embargo, Wayne Jones, de 40 años y dueño del Turf Hotel, el pub que se hizo famoso en el documental de FX, no se queja a pesar de que casi no ha podido dormir.

Sabiendo lo que se avecinaba, de manera desesperada trató de abastecerse con las provisiones necesarias antes del gran partido del sábado pasado, pero las multitudes siguieron llegando. Y el domingo, volvieron a regresar. Al final de la noche, el pub se había quedado seco y no tuvo más remedio que cerrar por primera vez en 15 años.

“No pedí nada de esto. Como que me cayó del cielo”, dice, mientras mira su taza de café con ojos cansados. “Pero no creo que tenga vocabulario suficiente para describir lo que han hecho por esta ciudad”, expresó refiriéndose a los nuevos y célebres propietarios. “Si al equipo de fútbol le va bien, la ciudad no hará más que prosperar”.

Mientras que los empresarios estadounidenses que pagan miles de millones por clubes como el Manchester United han molestado a algunos aficionados británicos, la aceptación por parte de Wrexham de los emprendedores extranjeros ha sorprendido incluso a los nuevos propietarios.

Eso no quiere decir que al principio no hubiera algunas sospechas.

“¿Es el Séptimo de Caballería el que viene por la colina? ¿O se trata simplemente de alguien que quiere hacer dinero rápido?”, recordó Geraint Parry, el empleado más antiguo del club, cuando la ciudad se enteró de la propuesta de compra de los actores.

No obstante, Parry, que lleva asistiendo a los partidos en el Racecourse Ground, el estadio del club, desde 1974, pronto despejó esas dudas, aunque todavía le cueste entender los acentos estadounidenses que se oyen cada vez más por la ciudad desde que empezaron a llegar los turistas.

“Tengo suficiente jarabe de maple para toda la vida”, bromea, refiriéndose a los regalos que algunos turistas traen de sus países de origen. Y añadió: “Se nota en qué parte del mundo van a emitir la serie a continuación, porque de repente empiezas a recibir correos electrónicos de Brasil, Polonia y Tailandia”.

De vuelta en Caia Park, Jackson le recordó a Richards que aún tenían que casarse. Con el sol que se ponía a través de las persianas, le prometió que lo harían el año que viene, pero con una condición estricta: la ceremonia debía celebrarse en el campo de fútbol de Wrexham.

c.2023 The New York Times Company