Receta de un desastre

Como una triste casualidad, la conmemoración del quinto aniversario de la catástrofe causada por el huracán María coincidió con el paso del ciclón Fiona, que, si bien fue menos potente, fue otro desastre climatológico que puso de manifiesto el problema real de la isla: Puerto Rico ha estado construyendo por décadas su propio desastre.

Así lo consignó el arquitecto y planificador Pedro Cardona-Roig, un experto que conoce el paisaje urbano isleño y que en su momento fue uno de los miembros de la Junta de Planificación de Puerto Rico, desde donde se orquesta el uso del territorio boricua para bien o para mal.

“Puerto Rico atravesó un evento natural recurrente, pero el desastre que vivimos es uno político y gubernamental. No es natural, y ese desastre político y gubernamental es el que nos lleva a vivir un desastre como el que causó Fiona cinco años después del paso del huracán María”, dijo Cardona-Roig, quien es un arquitecto egresado de Harvard.

Al reflexionar sobre el asunto, el experto recordó que las tormentas y huracanes son fenómenos frecuentes en Puerto Rico. De hecho, de los 12 meses del año, seis son meses de temporada de huracanes para la Isla y todo el Caribe.

Según su explicación, lo catastrófico de las inundaciones son la consecuencia de una política pública isleña bajo la cual se ha autorizado la construcción de urbanizaciones en valles inundables, dentro de cauce de ríos, a orilla de las playas y en zonas vulnerables a las marejadas. Entonces, cuando un evento natural ocurre, luce como un “desastre” cuando una estructura ubicada en el lugar inapropiado experimenta las consecuencias del comportamiento natural de un ecosistema.

Por mencionar un ejemplo, Cardona-Roig recordó cómo en la década de 1990 se promulgó un programa de gobierno llamado “Nuevo Hogar Seguro” para construir viviendas seguras para personas que perdieron sus casas a consecuencias de huracanes. Esas nuevas viviendas se erigieron, sin embargo, en valles agrícolas inundables.

“Para construir algunas de esas urbanizaciones hubo que elevar el terreno. Eso causó que comunidades cercanas que no estaban elevadas se inundaran como nunca durante eventos de lluvia”, narró al explicar esta receta del desastre que se magnifica cuando ocurren fenómenos atmosféricos.

Tras María, se asignaron más de $21,000 millones en fondos federales para obras de mitigación que hicieran a Puerto Rico más fuerte y resistente de cara a futuros fenómenos atmosféricos. Sin embargo, solamente se utilizaron 3.2% de esos fondos y los municipios nunca fueron transparentes en divulgar cómo se invirtieron esos dineros.

“Y una de esas inversiones fue el puente de Utuado, ese que se llevó el río durante el huracán Fiona”, dijo Cardona-Roig.

Parte de la génesis de este desastre nacional tiene que ver la reforma de permisos que se aprobó hace algunos años. Esa reforma de permisos apuesta a impulsar rápidos beneficios económicos sin considerar los efectos a largo plazo en el territorio ni en los ecosistemas naturales”, dijo.

Se trata de impactos que se manifiestan a largo plazo y que muchas veces la gente atribuye a la fuerza de la naturaleza cuando, en realidad, se trata del resultado de la intervención humana, explicó a El Sentinel el también planificador urbano.

“Ese reglamento de permisos fue declarado nulo por el Tribunal Supremo de Puerto Rico en el 2020 y su uso es ilegal. Sin embargo, es el que se utiliza en la actualidad y es el que permite que se pueda construir una urbanización en un parque que debería destinarse para capturar las escorrentías de una inundación”, dijo.

Se preparan para recibir desalojados

En el ínterín, las imágenes sobre calles anegadas, casas destruidas y sectores destrozados en Puerto Rico le dan la vuelta al mundo aun cuando Fiona fue un huracán categoría 1 y entró por el suroeste de la Isla con vientos de 85 millas por hora por el suroeste.

Cinco años antes, María entró con vientos de 155 millas por hora, golpeó la costa este como un categoría 4 y aun a esta fecha está considerado como el más mortífero ciclón del Atlántico desde Jeanne en el 2004, según el récord meteorológico.

“Es muy temprano para saberlo y habrá que esperar una o tal vez dos semanas para ver si veremos una movilización de desplazados desde Puerto Rico y hacia Florida Central como consecuencia del huracán Fiona”, dijo el doctor Fernando Rivera, director del Puerto Rico Research Hub de la Universidad de Florida Central (UCF, siglas en inglés).

El Puerto Rico Research Hub es un centro de estudios sobre asuntos de la Isla establecido en ese centro docente luego del paso del huracán María y a raíz del explosivo crecimiento en la población puertorriqueña empujado por ese ciclón.

“Con Fiona no hemos visto exactamente los mismos inconvenientes y destrucción que con María, pero aun hay que observar la situación”, dijo el académico el pasado martes 20 de septiembre en un conversatorio en la UCF con motivo de los cinco años del paso de María por la Isla.

No obstante, organizaciones comunitarias hispanas de Florida Central creen que habrá movilización de desplazados hacia esta zona, específicamente personas con problemas de salud que, debido a la inestabilidad en el servicio eléctrico en la Isla saldrán de Puerto Rico para buscar mejores servicios médicos.

“Van a venir. Lo que no sabemos es cuantos”, dijo María Revelles, a El Sentinel portavoz de La Mesa Boricua, que agrupa un abanico de organizaciones puertorriqueñas y que, junto al Padre José Rodríguez, párroco de la Iglesia Episcopal Jesús de Nazaret en Orlando liderean un junte hispano y multisectorial que desde antes del paso de Fiona por territorio boricua coordinan ayuda para la Isla.

El domingo pasado Fiona entró por la zona suroeste de Puerto Rico con vientos de 85 millas por hora. Pero el impacto mayor ha sido la lluvia que se estima en cerca de 30 pulgadas y la cual no ha cesado desde a noche del sábado. Los aguaceros han causado serias inundaciones, deslizamientos, ha dejado cientos de personas refugiadas y al 100% de la Isla sin servicio de electricidad y 830,000 sin agua potable.

Hace exactamente cinco años, tras el paso del huracán María por la Isla, más de 50,000 personas fueron desplazadas y llegaron a Florida Central causando un caos en la península floridana.

“Pero esta vez, con la declaración de emergencia emitida el domingo por el presidente Biden, creo que estamos en una mejor posición y eso ayudaría a facilitar ayuda de vivienda temporera en caso de que lleguen desplazados a Florida Central”, dijo Revelles.

Aunque la evaluación oficial de daños no se ha finalizado, los estimados muestran impactos desastrosos. Así las cosas, organizaciones han exhortado a los ciudadanos que quieran ayudar a que opten por ofrecer ayuda en efectivo no solamente para Puerto Rico, sino para la República Dominicana, Haití y otras zonas del Caribe que pudieran afectarse con este huracán, dijo Revelles.

“Esta ayuda debe ser canalizada a través de organizaciones conocidas y ya establecidas como por ejemplo Hispanic Federation o Alianza Center”, agregó por su parte Padre José Rodríguez.

“Queremos que la gente esté tranquila y que escuchen qué es lo que la gente necesita pues hay cosas que los damnificados no necesitan. Queremos dar productos útiles no basura”, dijo el religioso al recordar que durante la experiencia del huracán María, muchas personas donaron artículos inservibles que tuvieron que ser desechados.