Real Madrid finalista de la Champions League, hace de la epopeya el pan de cada día: lo sufrió Bayern Munich

La alegría de Joselu tras marcar dos goles en tres minutos para Real Madrid ante Bayern Munich
La alegría de Joselu tras marcar dos goles en tres minutos para Real Madrid ante Bayern Munich - Créditos: @THOMAS COEX

La epopeya es el pan de cada día para Real Madrid. Así sigue engordando su leyenda en la Champions League. Su dieta en Europa es la de un gigante. Se alimenta del peligro, el riesgo son sus vitaminas. La adversidad no lo debilita, al contrario, lo fortalece. Lo hizo una vez más. Transformó lo que era una derrota en otra victoria agónica. Cuando cualquier otro equipo en su situación se siente eliminado, Real Madrid siempre se ve capaz de otra proeza.

Una nueva noche mágica en el Santiago Bernabéu. Otra más para la colección. Si ya ocurrió otras veces no debería hablarse de sorpresa, pero por repetido Real Madrid no deja de conmover. De esa manera asfaltó su camino a la final de la Champions League. El tanque conoce de sobra el recorrido, la brújula rara vez le falla: disputará la 18a final (obtuvo 14 títulos) de la historia. Con goles a los 43 y 46 minutos del segundo tiempo revirtió una desventaja, venció 2-1 a Bayern Munich y el 1° de junio enfrentará por el título a Borussia Dortmund, en Wembley. Será el sexto cotejo decisivo de Real Madrid en los últimos 11 años. Impresionante.

Carlo Ancelotti y los jugadores saludan a los hinchas tras la clasificación a la final
Carlo Ancelotti y los jugadores saludan a los hinchas tras la clasificación a la final - Créditos: @OSCAR DEL POZO

“Real Madrid nunca se rinde”, dice la bandera que ocupa todo el ancho de una de las cabeceras del Bernabéu. Es lo que ve el rival cuando ingresa en el campo. Es un aviso, una advertencia que durante el partido tendrá comprobación práctica. Y uno de los cánticos habituales de los hinchas cobra sentido: “¡Cómo no te voy a querer...”. Por cierto, más allá de lo que despierte sentimentalmente, Real Madrid no deja indiferente a nadie.

Bayern Munich sufrió en carne propia lo que en los últimos años ya padecieron Paris Saint Germain, Manchester City y Chelsea, cuando también lo dirigía Thomas Tuchel, el actual entrenador del Bayern, que dejará su cargo al final de la temporada.

Lo más destacado de Real Madrid 2 - Bayern Munich 1

Real Madrid obró otro milagro desde el resultado, porque se estaba quedando afuera cuando iban 40 minutos del segundo tiempo, pero a diferencia de otras veces, ahora lo suyo tuvo un sustento futbolístico. No resurgió de la nada, si bien encontró a un héroe providencial en Joselu, autor de los dos goles tras ingresar a los 35 minutos del segundo período. El equipo de Carlo Ancelotti había sido superior a su adversario; fue mejor en el primer tiempo y lo ratificó con más argumentos y profundidad ofensiva en el segundo. Con un Vinicius en plan estelar, incisivo para gambetear a Kimmich, De Ligt y cualquier otro que le saliera al paso.

A Bayern le estaba saliendo un partido bastante parecido a lo planificado. Defensa y contraataque fueron sus premisas. Aguantaba y lastimó con una réplica de manual, bien conducida por Musiala y Kane, y magníficamente resuelta por Alphonso Davies, con un derechazo cruzado tras enganchar ante Rüdiger. Fue el primer tanto del canadiense en 40 partidos por la Champions.

En desventaja, Ancelotti no se quedó de brazos cruzados, movió el banco. Ingresaron Modric, Camavinga, Brahim Díaz y Joselu. Tuchel hizo una variante defensiva: Kim Min-Jae por el apagado Sané. Una de las figuras de Bayern Munich era Manuel Neuer, con atajadas que recordaban a sus mejores tiempos. Real Madrid atacaba en tromba, con Carvajal, Rüdiger y Nacho metidos en campo rival.

Vinicius fue desequilibrante con su gambeta; maniobra entre De Ligt, Sané y Kane
Vinicius fue desequilibrante con su gambeta; maniobra entre De Ligt, Sané y Kane - Créditos: @Manu Fernandez

Hasta que el reloj indicó que se entraba en “tiempo Real Madrid”, esos minutos finales en los que reescribe la historia, todo cambia. Unos instantes en los que a Neuer le agarró una flojera que hasta entonces no había mostrado: no retuvo un remate de Vinicius, dio un rebote que aprovechó Joselu para poner el 1-1. El monstruo había despertado y, cuando eso ocurre, hasta el hiperactivo Bayern Munich entra en parálisis. Volvió a aparecer Joselu para conectar un centro de Rüdiger en la boca del arco. Hubo suspenso, porque en primera instancia se sancionó off-side, pero el VAR comprobó que la posición era lícita.

La semifinal entró en su máxima combustión. Szymon Marciniak, árbitro de la final mundialista Argentina-Francia, adicionó 9 minutos, que terminaron siendo ¡14m30s!”. Casi un primer tiempo suplementario que dejó una polémica final, un gol del zaguero Matthijs De Ligt no convalidado por el off-side de un compañero en el centro previo, en una decisión que pareció apresurada, sin recurrir al VAR para determinar una ubicación que era muy ajustada. La repetición dejó la sensación de que estaba en la misma línea. De Ligt dijo tras el encuentro que el árbitro le pidió disculpas y Tuchel calificó como un “desastre” la determinación conjunta entre el asistente y Marciniak. “Estamos decepcionados”, agregó el DT alemán.

La jornada puso en primer plano a quien estaba como un protagonista secundario: Joselu. Delantero de 34 años, que llegó en préstamo tras irse al descenso con Espanyol. Cuando se produjo la salida de Karim Benzema, Ancelotti le pidió al presidente Florentino Pérez la contratación de Harry Kane. No pudo ser, debió conformarse con Joselu, que ingresó desde el banco en ocho de los diez encuentros que disputó por la Champions. Suma 259 minutos y antes le había marcado dos goles a Union Berlin y uno a Napoli, por la etapa de grupos.

Hace dos años fue a París como hincha de Real Madrid para presenciar la final con triunfo por 1-0 sobre Liverpool. “No me considero el hombre del partido, esto es de todos. Es algo increíble. Ni en el sueño más bonito me lo hubiera imaginado. Rezaba mientras el VAR decidía si era válido mi segundo gol”, expresó Joselu.

En la primera etapa, todo era distinto. El instinto de preservación de Bayern pudo más que la ambición de Real Madrid en el primer tiempo. La tensión se respiró desde el primer minuto entre dos equipos muy implicados en la trascendencia de la cita. Un clima de efervescencia en las tribunas y de extrema concentración en la cancha. La historia de este clásico europeo y la trascendencia de lo que estaba en juego representaron un peso que por momentos aplastó al desarrollo, le cortó las alas.

Bayern salió con la prioridad de minimizar riesgos, armó un bloque bajo para evitar las transiciones locales. Tuchel sorprendió con la inclusión de Pavlovic en el doble pivote; un joven de 20 años que fue alcanza-pelotas del club y estuvo a punto de abandonar el fútbol antes de firmar contrato profesional; energía y despliegue para acompañar en la contención a Laimer, mientras el veterano Goretzka pasó al banco de suplentes.

Dani Carvajal salta para anticiparse a Noussair Mazraoui
Dani Carvajal salta para anticiparse a Noussair Mazraoui - Créditos: @JAVIER SORIANO

El desafío de Real Madrid pasaba por mover la pelota para descubrir algún espacio libre en campo rival. Toni Kroos era el encargado del ritmo y los cambios de frente con pases de 30 y 40 metros que llevaban su milimétrica precisión. El alemán da cátedra con la pelota en los pies.

El desarrollo cerrado que proponía Bayern necesitaba de parte del Madrid la inventiva y gambeta de Vinicius. Bien apretado por adentro para cerrar las líneas de pase locales, al conjunto de Tuchel no le funcionaba el desahogo por las bandas con Sané y Gnabry, improductivos y erróneos en la toma de decisiones. Gnabry fue reemplazado antes de la media hora por una lesión muscular. Un cambio obligado sacó a Davies de la sombra del banco para convertirlo un rato más tarde en un protagonista central. Con su golazo ocurrió lo de tantas veces: un Real Madrid derrotado es un simulacro, una cortina que al descorrerse pone en escena otra gesta.