Raquel Chan, la mujer que quiere alimentar el mundo con su gen transgénico que ya se utiliza en EEUU y parte de Latinoamérica
La vida de Raquel Chan ha sido prolífera, pero a la vez dolorososísima. Por lo menos en sus primeros años, cuando apenas era una adolescente y tuvo que huir de su Argentina natal a la edad de 16 años. Lo suyo es una historia de lucha y superación que terminó bien, al contrario que la de muchos de sus compañeros de escuela que acabaron engrosando la lista de desaparecidos en una Argentina convulsa caracterizada por los gobiernos de caducidad perenne y democracia entrecomillada y golpes de Estado.
La científica es hoy una de las mujeres más prominentes en el área de la bioquímica molecular internacional, en general, y de América Latina, en particular. En los últimos años, su nombre ha resonado con fuerza en las quinielas de los círculos académicos para hacerse con el Premio Nobel de Química. Un reconocimiento que, como ella misma ha confesado en varias entrevistas, no aspira a conseguir, no le quita el sueño y no es el motor que mueve su trabajo.
El mayor logro que ha hecho de Raquel Chan una eminencia en su área es el de haber descubierto el HaHB-4, un gen del girasol que, traspasado a otras semillas y plantas, como el trigo y la soja, mejora su rendimiento en condiciones de sequía y abarata su coste de producción. En otras palabras: permite cultivar alimentos y comercializar con ellos en países donde las condiciones climatológicas complican y mucho a las personas la tarea de acceder a un plato de comida diario y, con ello, la de sobrevivir. Desconocida para muchos, resulta imprescindible rescatar la existencia fascinante de esta mujer, aunque solo sea en marzo, el mes de la Mujer. Una prueba de que la ciencia no entiende de sexo, primero, y género, después. Existen (y han existido) miles de científicas cuyos aportes todavía hoy cuesta un mundo sacar a relucir y celebrar. Solo por poner un ejemplo: de las 189 personas que han recibido el premio Nobel de Química desde su primera edición en 1901, solo ocho son mujeres.
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Raquel Chan nació en Argentina en 1959, pero se crio en Israel. Ahí fue a parar como exiliada después de recibir amenazas de los esbirros de la Triple A (la alianza anticomunista argentina, vinculada a la ultraderecha y operativa entre 1973 y 1976) cuando estudiaba en la escuela secundaria. Sus padres decidieron entonces que se marchara lejos, muy lejos y sola. En el estado hebreo se hizo adulta y comenzó su formación científica en la Universidad de Jerusalén, de la que se graduó en 1981. Regresó a su país cuando las aguas se calmaron y su seguridad no corría peligro. Obtuvo su doctorado en la Universidad Nacional de Rosario y, más adelante, hizo lo propio con la obtención de un posdoctorado en el exclusivo el Institut de Biologie Moléculaire des Plantes de la Universidad Louis Pasteur en Estrasburgo, Francia.
El avance de Raquel Chan que ya han aprobado varios Gobiernos
Tras culminar su extensa formación, regresó una vez más a su Argentina querida. Lo hizo en 1992, año en el que también se vinculó como investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y se desempeñó como profesora en varias universidades del país. Desde entonces, Chan ha enfocado sus investigaciones a comprender cómo las plantas se ven afectadas a nivel molecular por las condiciones de su entorno. El descubrimiento de la citada tecnología HB4, un transgénico modificado a partir del gen del girasol, ha demostrado que mejora la respuesta de las plantas al estrés que están sometidas por la falta de agua. En el caso del trigo, por ejemplo, mejora su rendimiento en un 42%.
Brasil ya ha aprobado el uso de la harina de trigo HB4 y Estados Unidos, Canadá, Paraguay, Argentina, Australia y China, el que se vincula a la soja. En 2019, la BBC británica la incluyó en su lista de científicas más importantes de América Latina. Raquel Chan quiso alimentar al mundo y lo está consiguiendo. Vaya que sí.