Putin en Corea del Norte y Vietnam: un viaje a la nostalgia soviética y un mensaje a la hegemonía de Estados Unidos

El presidente ruso, Vladímir Putin, pareció regresar al pasado más soviético de su país con una gira exterior contra la hegemonía de Estados Unidos en el mundo que le llevó a Corea del Norte y Vietnam, dos regímenes comunistas de partido único que miran al espejo de China, destino de la primera visita al exterior del jefe del Kremlin en 2024.

“Tanto Rusia como Corea del Norte defienden una política exterior independiente y no aceptan el lenguaje del chantaje o el dictado”, proclamó Putin tras reunirse con el líder norcoreano, Kim Jong-un.

La gira del jefe del Kremlin fue un auténtico viaje a la nostalgia adornado con banderas rojas, canciones soviéticas, encuentros entre camaradas comunistas, discursos antioccidentales, culto a la personalidad de Putin y estatuas de Ho Chi Minh y Kim Il-sung.

Putin, un creyente confeso que reconoce que nunca rompió el carné del Partido Comunista de la Unión Soviética, siempre ha criticado a Lenin y Gorbachov, pero alabado a Stalin, lo que satisface a los comunistas más acérrimos.

Desde que la Corte Penal Internacional dictara en marzo de 2023 una orden de arresto contra Putin por supuestos crímenes de guerra en Ucrania, cada viaje al exterior de Putin se planea con extremo cuidado. Las visitas a Pionyang y Hanoi duraron menos de 24 horas cada una.

Corea del Norte, asistencia militar mutua

El principal acuerdo alcanzado durante la histórica visita de Putin a Pionyang fue el acuerdo de asistencia mutua en caso de agresión, que supuestamente compromete a Rusia a acudir en ayuda de su aliado en caso de un ataque exterior.

Estados Unidos, Corea del Sur y Japón pusieron el grito en el cielo, aunque el tratado es casi idéntico al firmado en junio de 1961 por el entonces líder soviético, Nikita Jruschov, y el fundador de la República Popular Democrática de Corea, Kim Il-sung.

Según el documento suscrito este miércoles, “si una de las partes es objeto de un ataque armado por parte de uno o varios Estados y, por lo tanto se encuentra en estado de guerra, la otra parte le ofrecerá inmediatamente ayuda militar y de otro tipo con todos los medios a su alcance”.

En el caso del suscrito meses antes de la Crisis de los Misiles de Cuba, dice: “Si una de las partes del acuerdo es objeto de un ataque militar por parte de cualquier Estado o coalición de Estados y, de esa forma, se encuentra en estado de guerra, la otra parte proporcionará inmediatamente asistencia militar y de otro tipo con todos los medios a su alcance”.

La diferencia radica en que el acuerdo firmado esta semana alude al artículo 51 del estatuto de la ONU y a la legislación rusa y norcoreana vigente.

En cambio, este documento sí se diferencia notablemente del firmado en el año 2000, poco después de que Putin llegara al Kremlin, ya que ese acuerdo destacaba que en caso de peligro de agresión, las partes firmantes “entrarían inmediatamente en contacto”.

De China a Vietnam, viejos aliados comunistas

En una demostración de la actual reorientación de la política exterior del Kremlin, Putin viajó a China nada más ser investido como presidente para un quinto mandato, de seis años.

A mediados de mayo Putin ofreció en Pekín a su homólogo Xi Jinping recursos naturales, especialmente hidocarburos, a precios asequibles y toda clase de ventajas para invertir en la economía rusa, muy necesitada de capital externo para romper su aislamiento.

Ya esta semana en Hanoi, Putin se reunió primero de todo con el secretario general del Partido Comunista, Nguyen Phu Trong, la máxima autoridad del país, que cursó estudios en Moscú en tiempos de la Guerra Fría.

Aunque Vietnam ha aplicado en los últimos años la ‘Diplomacia del bambú’, es decir, ha forjado lazos tanto con Occidente como con China y Rusia, el presidente, To Lam, anunció que rusos y vietnamitas aumentarán su cooperación en defensa.

En particular, la agencia rusa de cooperación técnico-militar se mostró dispuesta a contribuir al fortalecimiento de la Armada vietnamita.

Después de viajar en las últimas semanas a las antiguas repúblicas soviéticas de Bielorrusia y Uzbekistán, próximamente Putin visitará Kazajistán; tras lo que este año se espera que haga una gira por África -Guinea Ecuatorial podría ser uno de sus destinos-, un continente al que el Kremlin concede gran importancia.

Por motivos de seguridad del jefe del Estado ruso, está en el aire si Putin aceptará la invitación del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula de Silva, -dirigente que se ha sumado a la postura de los amigos del Kremlin en Ucrania- para que asista en noviembre a la cumbre del G20.