Los propagandistas de la desinformación están destruyendo la democracia de EEUU | Opinión

No hay duda de que en las elecciones presidenciales de 2020 Joe Biden ganó. Hasta el Departamento de Justicia, entonces liderado por William Barr, un hombre cercano a Donald Trump, no encontró indicio alguno de un fraude electoral.

Lo irónico es que desde entonces la falsa narrativa de que hubo pucherazo a favor del actual presidente se diseminó hasta instalarse en el imaginario colectivo de una buena parte del país.

Las audiencias que ha celebrado el comité de la Cámara de Representantes que investiga el asalto al Capitolio que se produjo el 6 de enero de 2021 (en otoño habrá más sesiones), han sacado a la luz evidencias del intento de golpe de Estado que se gestó en el entorno del ex presidente.

Asimismo, se ha detallado el papel que Trump jugó aquella aciaga jornada en la que una turba irrumpió violentamente en el recinto con el objetivo de frenar el relevo de poder. Ya se sabe que después de un mitin incendiario en el que instigó a sus huestes, durante unas horas el ex mandatario siguió los acontecimientos desde la Casa Blanca sin hacer nada por impedir el ataque. Cuando quedó claro que la asonada había fracasado aplacó a sus seguidores, pero insistió en que había sido víctima de un supuesto fraude electoral a pesar de que la mayoría de sus asesores se negó a secundar sus fabricaciones.

Desde entonces, Trump no ha cejado en su empeño de convertir en verdad dicha falsedad con el objetivo de validar la ficción de que merece recuperar un mandato que le fue usurpado. Así ha ido creciendo como una bola de fuego lo que ya se conoce como la “Gran Mentira” y para ello cuenta con una suerte de corifeos que hacen giras por todo el país con la misión de difundir su trama.

Un equipo de investigación del National Public Radio (NPR) ha recabado información sobre estos propagandistas de teorías de conspiración y subrayan la labor de al menos cuatro individuos que han profesado públicamente su fe ciega en el trumpismo: Mike Lindell, dueño de la compañía My Pillow; el ex militar Seth Keshel; el ex maestro de matemáticas Douglas Frank; y el ex profesor de Derecho David Clements, quien fue despedido de la Universidad estatal de Nuevo México por no seguir sus regulaciones contra el COVID-19. Según los datos que ha facilitado NPR, han participado en al menos 308 eventos en 45 estados congregando al público en restaurantes, iglesias y teatros.

El movimiento “negacionista” que impulsó Trump a raíz de su derrota también opera en chats y redes sociales. En muchos aspectos se asemeja a la campaña de desinformación que el ex presidente contribuyó a incitar en su día contra Barack Obama bajo el movimiento “Birther”, el cual propagó la mentira de que el primer presidente negro de Estados Unidos había nacido en Kenia y no en HawaiI. Se trató de una campaña que pretendía invalidar la legitimidad de la presidencia de Obama y se hizo con calumnias que hasta el día de hoy muchos creen a pie juntillas.

La intentona golpista del 6 de enero de 2021 erosionó gravemente la venerable tradición democrática de Estados Unidos y quienes actualmente se hacen eco de la “Gran Mentira” son cómplices de una deriva hacia la autocracia con flecos fascistas. Según una reciente encuesta de la Universidad Quinnipiac, 76% de los encuestados cree que la inestabilidad política interna representa un mayor peligro que los adversarios en el exterior. Además, un 53% está convencido de que la división política empeorará en los años venideros.

En gran medida, los juglares de la desinformación han conseguido envenenar el panorama político y social al divulgar por doquier la invención que pretende negar la derrota de Trump en las urnas.

Quedan dos años para desmontar este peligroso teatrillo ambulante.

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