“Profunda preocupación”: el fuerte diagnóstico de siete sociedades científicas de cardiología sobre la crisis del sistema de salud
A propósito de conmemorarse este domingo el Día del Médico y dada la crisis estructural sin precedentes que está atravesando la salud en el país, siete entidades que representan a los especialistas en diferentes áreas de la cardiología expresaron su “profunda preocupación” por el estado en el que se están brindando la atención que demanda la población.
“La falta de financiamiento del sistema y su impacto directo en la remuneración de todo el recurso humano, sumada a la aún vigente escasez de insumos médicos, nos obligan a seguir poniendo en alerta a la población sobre las dificultades graves para el tratamiento correcto de las enfermedades cardiovasculares en el presente”, plantea el documento que suscriben los presidentes de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), la Federación Argentina de Cardiología (FAC), el Colegio Argentino de Cirujanos Cardiovasculares (Caccv), la Asociación Civil de Cirugía Vascular y Angiología de la Argentina (Accvaa), el Colegio Argentino de Cardiología (CAC) y el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI).
Afirman que “la salud debe ser una política de Estado que esté por encima de cada gobierno o bandera política” y que es necesario “consensuar un plan orientado a garantizar la equidad en el acceso a una salud de calidad”.
En seis puntos, el texto que lleva las firmas de Claudio Majul (SAC), Ana Salvati (FCA), Gerardo Zapata (FAC), Jorge Valdecantos (Caccv), Juan Nigro (Accvaa), Silvina Trujillo (CAC) y Martín Cisneros (CACI) describe los problemas “que atentan contra el presente y futuro inmediato” del ejercicio de la especialidad con lo que advierten está teniendo un “impacto directo en la salud cardiovascular de los argentinos”.
En diálogo con LA NACIÓN desde hace meses, profesionales no solo de la cardiología fueron detallando cómo debían organizarse frente a la disminución de recurso humano calificado, los problemas con los insumos para diferentes procedimientos por el freno a las importaciones o la responsabilidad de tener que priorizar la atención por urgencia a propósito de la serie ¿Quién nos va a cuidar?
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Los puntos
Hoy, a pocas horas de que los médicos conmemoren su día, las siete sociedades científicas del país del área de la cardiología repasan dónde consideran que están los principales problemas –calidad, acceso, remuneración, insumos esenciales, eficiencia e interés político– y en qué medidas sería necesario analizar desde políticas públicas. Esos seis puntos, como los plantean las entidades, son:
Falta de preocupación por la calidad. Si algo no debería resignarse en el ejercicio de la medicina es brindar una atención de la mayor calidad posible. Para ello, un camino es mejorar los procesos de auditoría, pudiendo recabar y analizar los datos de todo lo que sucede en la práctica médica. Se debería poder medir correctamente nuestra realidad cardiovascular en todas las regiones del país, conocer los resultados y las tasas de mortalidad de cada uno de los centros, entre muchos otros indicadores, y generar políticas concretas a partir de los resultados, esto es algo que solo se hace muy parcialmente por medio del esfuerzo de las sociedades científicas y algunas instituciones. Existen proyectos de acreditación obligatoria para instituciones y profesionales de la salud, debiendo respetar determinados recursos tecnológicos, capacidades y conocimientos del personal, que revalide sus títulos y se sistematicen procesos alineados con los consensos actuales de cada especialidad, estas acreditaciones deberían ser obligatorias para poder ejercer.
Dificultades en el acceso a la salud. Un sistema de salud que se presuma universal y equitativo, a partir de un reconocimiento de la salud como un derecho constitucional, debe garantizar el acceso fácil de las personas al sistema según su gravedad. La inequidad en el acceso al sistema de salud y las prácticas cardiológicas de alta complejidad cada día están más llenas de obstáculos para el paciente y los médicos. Considerando que los recursos son finitos, para contribuir a garantizar que cada paciente pueda acceder a la práctica que necesita, es indispensable tomar decisiones médicas basadas en evidencia, alineadas con consensos internacionales y/o guías nacionales.
Escasa remuneración de los profesionales. Sin ánimos de entrar en comparaciones con otras profesiones u oficios, es prácticamente ofensivo lo que se está pagando la consulta médica para alguien que dedicó más de una década a formarse y que tiene que tomar decisiones delicadas sobre la salud de otro ser humano. Los cardiólogos en el país tienen sueldos y honorarios por consultas y prácticas que no están acordes a la importancia que tiene su actividad asistencial en la prevención, diagnóstico y tratamiento de patologías cardiovasculares. Esto genera, además de frustración, la necesidad de extensión de horas laborales y trabajo en diferentes centros con estrés y agotamiento para mantener a su familia. “Hay que recuperar el consultorio”, se afirma. Hoy es mucho más costosa una ecografía o resonancia magnética que una consulta médica con una eminencia en una especialidad. Se sobreindican estudios porque los médicos no pueden destinar el tiempo adecuado para conversar y hacerles a sus pacientes el seguimiento que se merecen. Décadas atrás, uno se recibía de médico con la tranquilidad de que si se esforzaba iba a poder garantizarse una buena calidad de vida para su familia. Hoy, la situación es muy diferente: hay un serio desgrane de estudiantes en primer y segundo año de la carrera porque la remuneración económica no guarda ningún tipo de relación con el esfuerzo que representa formarse. En 2023, se abrieron 5848 vacantes para residencias en las carreras de medicina, bioquímica y enfermería de la Universidad de Buenos Aires. Se postularon solo 5028 argentinos, pero el cupo se completó con extranjeros que se inscribieron. Si, a futuro, los extranjeros que completen las residencias deciden regresar a su país de origen, enfrentaremos un serio problema de escasez de especialistas, situación que ya se observa en muchos centros de atención alejados de los grandes centros urbanos o en los casos de determinadas especialidades médicas.
Falta de insumos indispensables. Enfrentamos serias dificultades ante la grave crisis económica en la disponibilidad de insumos tanto para diagnósticos y tratamientos de patologías agudas (infarto, ACV, oclusiones de arterias de miembros inferiores, y otros), no solo en los grandes centros sino en el interior del país. Es indudable que la disponibilidad de insumos conspira contra la calidad de la prestación. Es imperioso poder contar con medios de contraste para la realización de estudios diagnósticos, así como con aquellos elementos medulares para la realización de una Angioplastia o una cirugía cardiovascular de bypass y la totalidad de las pruebas diagnósticas empleadas en cardiología.
Ineficiencia del sistema de salud. Más allá de la interminable discusión sobre la fragmentación y atomización de nuestro sistema de salud, que tiene alrededor de 290 obras sociales y 300 empresas de medicina prepaga, la clave estaría en que no se optimiza la asignación de recursos de manera de garantizar que todos puedan recibir la atención sanitaria que necesitan a lo largo y a lo ancho del país, de modo que la población pueda alcanzar una mejor atención de su salud, a partir de la mejor ecuación posible de costo-beneficio. Otro factor a tener en cuenta son los gastos de gran magnitud, tanto administrativos como burocráticos, que tienen algunas obras sociales, lo cual disminuye el dinero destinado a las prestaciones médicas. Hay una clara falta de políticas articuladas entre sociedades científicas y autoridades de salud pública para la elaboración de planes concretos para la formación académica y certificación de los colegas cardiólogos, garantizando a lo largo del país la atención cardiológica igualitaria de los pacientes.
Salud no es prioridad en la agenda. Si la salud no empieza a estar entre las prioridades de quienes toman las decisiones sobre el rumbo que llevamos y/o llevaremos como país, es imposible que la situación actual pueda revertirse. La salud debe ser una política de estado que esté por encima de cada gobierno o bandera política. Deberíamos consensuar un plan orientado a garantizar la equidad en el acceso a una salud de calidad y abordar cada uno de los aspectos que hoy nos preocupan a los efectores de salud, procurando su sostenibilidad a lo largo del tiempo.