¿Qué tan probable es que nazca un nuevo volcán en el centro de México?

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La actividad del volcán Popocatépetl ha atraído la atención pública este año: ha derivado en fumarolas y emisiones de ceniza, ha provocado que autoridades de protección civil enciendan las alarmas e incluso ha dado pie a rumores.

Uno de ellos se produjo en junio cuando, a partir de información mal interpretada de investigadores de la UNAM, algunos medios aseguraron que un nuevo volcán estaba próximo a nacer al sur de la Ciudad de México. Pero ante los señalamientos, la propia universidad pronto dio un paso al frente y aclaró que un hecho así es posible pero no cercano. “Esto podría ocurrir en 800 o mil 200 años”, indicó la institución.

Entonces, ¿qué tan probable es que nazca un volcán en la zona centro del país?

Hugo Delgado Granados, investigador del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM, explica que se requiere tomar en cuenta varios factores para analizar el tema y enfatiza que, por ahora, no hay pruebas de que algo así esté ocurriendo.

“Para que surja un nuevo volcán, necesitamos que haya el ascenso de un magma y de eso en este momento no tenemos evidencia”, dice en entrevista.

Los volcanes surgen por diversos procesos. Se tiene el choque de placas tectónicas que, además de sismos, genera la fundición de roca, es decir, de magma. A su vez, para la formación de un volcán, este material debe subir a la superficie por un conducto nuevo. 

“Ese es el origen de todos los volcanes”, explica Delgado Granados.

Sergio Rodríguez Elizarrarás, investigador del Instituto de Geología de la UNAM, explica también en este artículo: “La actividad volcánica tiene una relación directa con la existencia de calor en zonas relativamente profundas de la corteza, las cuales son conocidas como cámaras magmáticas. Estas se caracterizan por tener temperaturas y presiones más elevadas que las de los materiales que las rodean, y en su interior coexiste una mezcla de materiales en estado sólido, líquido y gaseoso llamado magma”.

Hay de volcanes a volcanes

Los especialistas detallan que no hay un solo tipo de volcán. Por un lado, están los volcanes poligenéticos como el Popocatépetl, la Malinche, el Iztaccíhuatl, el Nevado de Toluca, el Volcán de Fuego de Colima o el Pico de Orizaba, con actividad y rasgos tectónicos que pueden llevar a varias erupciones. Por otro lado, están los volcanes monogenéticos, aquellos que solo hacen erupción una vez.

Para los vulcanólogos, identificar estos tipos e intentar responder preguntas como dónde, cuándo y cómo nacerá un volcán del campo monogenético es esencial para generar acciones de protección civil y alertar a la población.

El doctor Delgado Granados plantea una ruta para esa identificación en su artículo “Método para pronosticar la localización de un nuevo volcán al sur de la Ciudad de México”, escrito en conjunto con Roberto E. Villalpando-Cortés y publicado en 2008.

“En ese artículo, una de las cosas que planteaba es la diferencia entre cómo dar respuesta o encontrar respuestas a algunas interrogantes acerca del volcanismo monogenético. Es decir, en el caso de los volcanes poligenéticos como el Popocatépetl o el Citlaltépetl o Pico de Orizaba, por ejemplo, sabemos que está ahí el volcán; entonces, con las preguntas de cuándo será la erupción, cómo será y dónde será la erupción de los volcanes centrales, tenemos la última pregunta respondida porque sabemos que ahí está el volcán”, explica.

La situación cambia con un potencial volcán monogenético: “Es muy importante hacer la aclaración de que un campo volcánico monogenético puede ser activo, pero esto quiere decir que es toda una región la que es potencialmente activa, no quiere decir que un punto en particular sea activo en un momento dado”.

México, país de volcanes

Información del Servicio Geológico Mexicano señala que en el país gran parte del vulcanismo está relacionado con la zona de subducción formada por las placas tectónicas de Rivera y Cocos, que están en contacto con la gran placa de Norteamérica; este conjunto se conoce como Faja Volcánica Transmexicana. Además, esto forma parte del Anillo de Fuego del Pacífico o Cinturón Circumpacífico.

El Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM tiene registro de más de 3 mil volcanes monogenéticos susceptibles a presentar una erupción. Para los expertos, estas formaciones geológicas son clave para entender el vulcanismo en el mundo.

En 2016, la investigadora Marie Noëlle Guilbaud, del Instituto de Geofísica, explicó que los volcanes monogenéticos son capaces de generar erupciones potentes que, aunque no liberan material hasta la estratósfera ni provocan cambios climáticos como los de mayores dimensiones, sí podrían causar afectaciones en asentamientos humanos. Por ello, el constante monitoreo y los estudios geológicos son importantes para generar acciones de protección civil, una tarea entre autoridades, academia y ciudadanía.

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Los volcanes monogenéticos ―como el Xitle y el Teutli, en la Ciudad de México, o el Jorullo y el Paricutín, en Michoacán― al nacer lanzan tezontle (una roca más negra, llena de gas) y emiten gases como dióxido de carbono (CO2) o de azufre (SO2), con potencial de afectar el clima.

Delgado Granados enfatiza que los volcanes monogenéticos pueden surgir en cualquier parte de un campo volcánico activo. En México, estos sitios se ubican a lo largo del país en zonas como el campo de Michoacán-Guanajuato, con un reporte máximo de alrededor de 2 mil potenciales volcanes monogenéticos. Otro sitio registrado es la Sierra Chichinautzin con alrededor de 300. En el campo volcánico de Xalapa hay alrededor de 200. 

“Si algo tenemos en México son volcanes”, resume el investigador.

El campo volcánico de la Sierra Chichinautzin comienza casi a partir del volcán Xitle y de ahí hasta el norte de Cuernavaca, Morelos, y desde la ladera occidental del Popocatépetl hasta las cercanías de Toluca, Estado de México. Es en esta región donde muchos de los rumores surgieron sobre el nacimiento de un nuevo volcán, ante una mala interpretación que algunos medios hicieron al artículo “Método para pronosticar la localización de un nuevo volcán al sur de la Ciudad de México”.

“En ese artículo de 2008, propuse una metodología para tratar de ubicar las zonas donde pudiésemos encontrar mayor actividad tectónica que nos indicara las zonas más factibles para que, en el momento en el que surjan esos magmas, ocuparan ese lugar. Las intersecciones de fallas se manifiestan a través de emisiones importantes de dióxido de carbono difuso en los suelos. Si medimos el CO2 difuso en los suelos intentaremos saber cuáles son las zonas de mayor actividad tectónica y tener un control de dónde podrían aprovechar los magmas para ascender”, aclara Delgado Granados.

El método es una propuesta que ya se utilizó en México para hacer estudios en el campo volcánico de la Sierra Chihinautzin, en el campo volcánico de Michoacán-Guanajuato y en el campo monogenético de Xalapa, e incluso, fuera del país con vulcanólogos de Nueva Zelandia.

Informarse para no alarmar

Si bien hasta ahora no se tiene registro de magma en ascenso que determine una fecha aproximada que indique la erupción de un nuevo volcán al sur de la CDMX, Delgado Granados hace hincapié en la necesidad de contar con los registros de los cerca de 300 volcanes que hay en Sierra Chichinautzin para que, con cierta certeza, se defina la siguiente erupción y así contar con un cierto nivel de probabilidad.

“Los números todavía son muy escasos, por eso la variación de edades entre 800 y mil 200 años. Es muy variable y son números que, aunque es bueno tenerlos a la mano siempre, hay que tener muy presente que todos los datos, al fin de cuentas, tienen sus características, fortalezas y debilidades”, añade.

Otro punto que el experto señaló son los microsismos que se registraron en mayo en la CDMX. Delgado Granados dijo que no están relacionados con actividad volcánica y se trata de eventos independientes.

“Un sismo no va a generar una erupción o una erupción un sismo en la Ciudad de México. Eso no”, señaló. “La experiencia de Michoacán muestra que los volcanes no nacen de un día para el otro. Hay eventos premonitorios que tenemos que identificar. Si colocamos instrumentación y estudiamos el vulcanismo de una región en particular, llamemos así al sur de la Ciudad de México, evidentemente estaremos en la mejor posición de identificar las señales que nos indiquen que efectivamente hay magma ascendiendo, localizar por dónde puede eventualmente salir y hacer todo un trabajo de prevención, conjuntando investigación científica con el trabajo de los oficiales de protección civil”.