¿Por qué odiáis la última campaña de Irene Montero y el Ministerio de Igualdad?

Ya tenemos oleada de odio criticando una fotografía de mujeres orgullosas de su cuerpo en la playa, en la última campaña del Ministerio de Igualdad, de Irene Montero —madremíademivida ¡qué inquina!-. Porque parece que no hacen falta mujeres orgullosas de su cuerpo, tengan el que tengan. Como si nunca nos hubieran bombardeado con la operación bikini, que no va de estar sana, no, va de odiar a nuestro cuerpo. Como si nunca nos hubieran hecho sentir vergüenza ¿Cómo va s a ir a la playa así? ¿Cómo vas a ponerte ese pantalón que te marca los michelines? ¿Cómo te vas a atrever con un bikini?, mejor bañador, chica, y así no enseñas los rollitos de grasa de la tripa.

Como si nunca nos hubieran hecho odiar nuestro cuerpo. Como si nunca nos hubieran hecho sentir que, eliminadas las capas de ropa del invierno, algo en nosotras está mal. Que nos sobran michelines. Que esa flacidez es repulsiva de ver. Que la celulitis da asco. Que en algún punto de nosotras estamos mal hechas.

Imagen de la campaña del Ministerio de Igualdad.
Imagen de la campaña del Ministerio de Igualdad.

Como si nunca nos hubieran hecho pensar que no nos esforzamos lo suficiente para dar la mejor versión de nosotras mismas. Como si no nos bombardearan con mujeres que se lo curran -y no nosotras, vagas de mierda- para tener abdominales marcados y esculturales. Mírala. Mira cuánto ha trabajado en su cuerpo. Mira qué firmeza, qué tono, qué escultura de mujer. Cómo se lo curra.

Como si no estuviéramos recibiendo constantamente —oh, pobrecitas, qué influenciables- en televisión, o en redes sociales el tipo de cuerpo al que tenemos que aspirar, esos ejercicios y esas dietas más allá de ser estrictas para copiar a las famosas-ejemplo que tienen el derecho de lucir cuerpo en la playa, en el yate y en las fotografías que cuelgan en las redes.

Como si nunca nos hubieran dicho que estamos más guapas porque hemos perdido dos ó tres kilos. O las veces que hemos escuchado a alguien eso de "qué pena, con lo guapa que es de cara pero lo gorda que está".

Porque la operación bikini no va de estar sana, sino de que nos enfademos con nuestro cuerpo, de que nos sintamos no válidas para vestirnos y salir de casa y caminar por la calle o por la playa orgullosas de él. La operación bikini va de dietas peligrosas para la salud, de que copiemos ejercicios y rutinas que pueden lesionarnos y llevarnos a una obsesión peligrosa.

Calculad vuestro índice de masa corporal. El mío es de 19,5. Tengo la talla 36. Y aun así me hacen creer que tengo que prepararme para la operación bikini. O que me sobran kilos. O que me falta definición muscular.

La gordofobia existe, queridos y queridas. Y no se trata de salud. Se trata de hacer creer a las mujeres que incluso con tallas pequeñas sus cuerpos no están lo suficientemente bien. Bien definidos. Bien compensados. Bien duros. Bien lisos. Bien pulidos.

¿Sabéis qué hay que hacer para un cuerpo de playa? Solo dos cosas. Tener un cuerpo e ir a la playa.