Una policía de Fort Lauderdale denunció un ataque de manifestantes de BLM. Ahora la historia está cambiando

Han pasado casi cuatro años desde que la policía disparó gases lacrimógenos y balas de goma contra manifestantes que abandonaban un mitin pacífico en el downtown de Fort Lauderdale tras el asesinato de George Floyd, fracturando la cuenca ocular de LaToya Ratlieff.

Ahora la nueva evidencia aportada en una demanda de derechos civiles presentada por Ratlieff parecen socavar la justificación oficial del departamento para usar agentes químicos y las denominadas municiones “menos letales” contra los manifestantes aquel día.

Aunque no hubo incidentes violentos en toda la tarde, la Policía declaró que las tácticas severas aplicadas esa noche respondieron a los “gritos de socorro” de una agente por radio mientras los manifestantes atacaban su vehículo policial sin distintivos, golpeando las ventanillas y saltando sobre el vehículo.

Durante una declaración bajo juramento, la agente que hizo la llamada de auxilio inicial admitió que en realidad nunca vio a nadie dañar su vehículo ni saltar sobre él, como se describe en su informe del incidente. Y un análisis forense del video y el audio sincronizados del lugar de los hechos no muestra que hubiera manifestantes rodeando el vehículo, como informó la agente cuando pidió refuerzos por radio.

El análisis, encargado por los abogados de Ratlieff y presentado como evidencia, confirmó las conclusiones de una investigación del Miami Herald basada en imágenes disponibles públicamente en ese momento: el horario de la violencia entre la Policía y los manifestantes estalló después que un agente empujó a una manifestante arrodillada, lo que provocó la respuesta airada de la multitud. La evidencia en video muestra que la Policía llegó al lugar de los hechos tras la llamada de auxilio y empezó a desplegar gases lacrimógenos y proyectiles contundentes.

La nueva evidencia refuerza la afirmación de Ratlieff de que la Policía inició el enfrentamiento y agravó la situación al desplegar ilegalmente gases lacrimógenos y otros proyectiles para desalojar contra a una multitud de manifestantes pacíficos. El caso también abre la puerta a que otros manifestantes en el lugar de los hechos presenten sus propias demandas en materia de derechos civiles.

“Creemos que se infringieron los derechos civiles de todas las personas afectadas por gases lacrimógenos, disparos de proyectiles de goma o se vieron obligadas a abandonar la zona debido al uso de la fuerza”, declaró Michael Davis, abogado del despacho Kuehne Davis que representa a Ratlieff.

Ratlieff calificó de “increíble” la evidencia descubierta en su caso. Animó a otros manifestantes a presentar demandas similares, diciendo que “el momento de buscar justicia es ahora”.

“Cualquiera que haya sido afectado por por gases lacrimógenos o disparos de balas de goma de la Policía de Fort Lauderdale ese día debe actuar de inmediato”, dijo Ratlieff. “La única manera de lograr el cambio y la rendición de cuentas es a través de los tribunales. Fort Lauderdale ha dejado claro que no cambiará sus procedimientos voluntariamente”.

Tanto la ciudad de Fort Lauderdale como la Policía declinaron hacer declaraciones sobre litigios en curso.

La fecha límite para que otros manifestantes presenten sus propias demandas es el 31 de mayo, según la jurisprudencia aplicable.

La historia de la agente

La marcha por el downtown de Fort Lauderdale el 31 de mayo de 2020 había transcurrido pacíficamente durante toda la tarde. Los organizadores recogieron la basura y calmaron las tensiones ocasionales que surgieron entre la policía y los manifestantes. Los problemas empezaron cuando terminó la protesta oficial y la multitud empezó a dispersarse.

Un pequeño grupo de manifestantes que abandonaba el mitin se detuvo en un cruce a pocas cuadras de la zona principal de la manifestación. Allí mostraron pancartas y entonaron lemas frente a una agente en motocicleta y otro en un vehículo policial sin distintivos.

En ese momento, según los registros judiciales, la agente Stylianee Hayes pidió refuerzos, diciendo que un grupo de manifestantes estaba “saltando sobre su auto” y que estaba “completamente rodeada”.

“Envíenme unidades”, dijo.

Una cámara corporal que llevaba el agente Steven Pohorence muestra el momento en que la agente Stylianee Hayes denuncia que unos manifestantes saltan sobre la cajuela de su Toyota Camry negro. No se ve a nadie cerca del vehículo.
Una cámara corporal que llevaba el agente Steven Pohorence muestra el momento en que la agente Stylianee Hayes denuncia que unos manifestantes saltan sobre la cajuela de su Toyota Camry negro. No se ve a nadie cerca del vehículo.

En un informe presentado al día siguiente, Hayes, que normalmente trabajaba como detective de aplicación de códigos, dijo que pidió ayuda por radio porque “estaba atrapada en una multitud hostil de sujetos que pretendían causarme daño”. Estaba tan preocupada por el “peligro inminente” que corría su vida a causa de un grupo de manifestantes “hostiles y agitados”, que, reportó, “no pudo activar” su cámara corporal.

“Sujetos desconocidos estaban golpeando el vehículo, las ventanas, y los sujetos incluso comenzaron a saltar sobre la cajuela de mi auto”, escribió Hayes en el informe del 1 de junio de 2020 que documenta los daños en el Toyota Camry 2019 que conducía. Ella tomó una foto de una huella en la maletero del auto, que dijo que era evidencia del ataque. Su informe también señalaba daños en la cajuela y en la puerta del lado del pasajero.

Pero durante una declaración en el caso de Ratlieff, Hayes admitió que en realidad nunca vio a nadie tocar su vehículo como dijo a la central que “están saltando sobre mi auto”. Pero, dijo, ella todavía creía que era verdad.

“Estaba mirando hacia delante”, dijo, cuando se le preguntó por qué no vio a una persona si estaban saltando sobre el maletero. “No miré por el retrovisor”, añadió cuando se le preguntó.

“Mi auto se movía, sentí que saltaban sobre mi auto”, aclaró Hayes.

Aparte del movimiento, dijo que no tenía ninguna otra evidencia de algún ataque físico a su vehículo aparte de la huella en la cajuela, que dijo haber descubierto más tarde esa noche pero que no documentó hasta la mañana siguiente. El video presentado como evidencia muestra que no hay nadie cerca del vehículo en el momento de su llamada de socorro, ni el vehículo estaba rodeado de manifestantes como ella sugirió.

“¿Cree que quizá dijo ‘están saltando sobre mi auto’ porque estaba asustada en ese momento?”, le preguntó el entrevistador.

Hayes lo negó: “Quiero decir, estaba asustada en ese momento, pero no”.

Inicio de la violencia

El agente Steven Pohorence ya estaba en el lugar cuando Hayes hizo su primera llamada de auxilio, según los videos sincronizados profesionalmente con el audio de la central y presentados como evidencia.

El video sincronizado muestra que Pohorence acababa de encender su cámara corporal cuando Hayes reportó que manifestantes estaban “empezando a rodear mi auto”. Pasó por delante del vehículo y se dirigió hacia un grupo de manifestantes.

La cámara corporal de Pohorence captó un perfil completo del vehículo de Hayes mientras ésta informaba por radio que los manifestantes estaban saltando sobre la cajuela. Nadie tocaba el auto. El manifestante más cercano parecía estar a unos pies de distancia de la parte delantera del vehículo en ese momento, y no había nadie en ninguno de los otros lados.

“Atrás. Atrás”, gritó Pohorence mientras se colocaba en medio del grupo de manifestantes en la calle y Hayes salía de su vehículo.

Los manifestantes respondieron levantando las manos y arrodillándose en la calle. Pohorence empujó entonces a una joven por la nuca antes de retirarse apresuradamente al estacionamiento cercano, donde fue reprendido por la agente Krystle Smith.

“¡No la empujes! ¡La molestaste!” Se puede oír a Smith gritar furiosa a Pohorence mientras apretaba las manos y le señalaba que se alejara de la multitud. Un puñado de personas respondió lanzando a Pohorence y a los demás agentes botellas de agua de plástico que se repartieron al final de la concentración. Pohorence fue suspendido por el incidente. Posteriormente fue acusado de agresión, pero fue absuelto por un jurado que consideró que actuó legalmente para ayudar a una compañera. Pohorence volvió al servicio activo, según un portavoz de la Policía.

En una protesta de Black Lives Matter en Fort Lauderdale el 31 de mayo, el agente Steven Pohorence se vuelve para mirar a una joven arrodillada momentos antes de empujarla en la cabeza.
En una protesta de Black Lives Matter en Fort Lauderdale el 31 de mayo, el agente Steven Pohorence se vuelve para mirar a una joven arrodillada momentos antes de empujarla en la cabeza.

Más manifestantes corrieron a unirse al grupo indignado por las acciones de Pohorence, entre ellos Ratlieff, que se encontró con la situación cuando se dirigía a su auto. Mientras el despachador describía una intensificación de la situación y agentes inundaban la zona, el video muestra que los manifestantes habían vuelto a arrodillarse en la calle y a levantar los puños, y en algunos casos, el dedo medio, en señal de protesta.

Cuando llegó el equipo SWAT, agentes usaron gases lacrimógenos contra el grupo. En ese momento, varios manifestantes empezaron a lanzar las municiones de homo contra la fila de agentes que llevaban equipo de protección y escudos.

Según una declaración, se ordenó a agentes armados con municiones de espuma –proyectiles duros disparados desde cañones de fusil– que apuntaran a quienes lanzaran los botes para garantizar que el producto químico se mantuviera en su sitio y fuera eficaz para dispersar a la multitud.

Las imágenes de las cámaras corporales de las que informó en primer lugar el Herald muestran a algunos agentes deleitándose con la pelea, mientras se reían y bromeaban sobre disparar a los manifestantes con los proyectiles lanzados a casi 300 pies por segundo. “¿Viste cómo j*dí a esos hijos de pu*a?”, dijo uno de los agentes a otro que se reía.

Aun así, los manifestantes, incluida Ratlieff —que no llegó a lanzar nada—, se esforzaron por restablecer la calma arrodillándose en la calle y pidiendo a los agentes que dejaran de disparar. Pero poco después de las 7 p.m., tras otra ronda de gases lacrimógenos que hizo que los manifestantes se dispersaran, el detective Eliezer Ramos disparó a Ratlieff con un proyectil mientras ella se alejaba dando tumbos, asfixiada por los productos químicos, confirmaron los registros judiciales.

“Está sangrando”, se oye gritar a alguien en los videos. No se ve a ningún agente ayudar a Ratlieff, que fue trasladada al hospital por otros manifestantes.

Latoya Ratlieff, tras ser alcanzada en el ojo.
Latoya Ratlieff, tras ser alcanzada en el ojo.

Durante una investigación interna, Ramos dijo que estaba apuntando a un manifestante detrás de Ratlieff que acababa de lanzar un proyectil de gas lacrimógeno. El análisis forense presentado como evidencia demostró que Ratlieff estaba casi directamente delante del manifestante no identificado cuando Ramos efectuó el disparo potencialmente letal a través de una nube de gas lacrimógeno.

Ramos fue exonerado de un delito tras la investigación interna, durante la cual el investigador principal renunció después de decirle a Ratlieff que Ramos era un “buen tipo”. Cuando ella se sentó para una entrevista, dijo Ratlieff, fue “interrogada” de forma inapropiada.

Funcionarios policiales y municipales acusaron inicialmente a Ratlieff de acciones violentas. Pero el departamento se retractó rápidamente de sus acusaciones, tras una serie de artículos del Herald que mostraban que Ratlieff estaba protestando pacíficamente y recibió un disparo mientras se alejaba de la fila de agentes.

El jefe de la Policía que inicialmente trató de culpar a Ratlieff fue destituido de su cargo. Ratlieff testificó ante una comisión del Congreso sobre el uso excesivo de la fuerza contra manifestantes pacíficos.

Pero tras dos años y escasas reformas, Ratlieff presentó una demanda federal de derechos civiles contra la Ciudad de Fort Lauderdale y su Policía. El caso está pendiente después de que ambas partes presentaran peticiones de juicio sumario.