La pieza faltante en el acuerdo de derechos televisivos de la Liga Premier

El término técnico podría ser “integración vertical”. O, pensándolo bien, tal vez no sea del todo correcto y —en la jerga— se conozca como “sinergia”. Tal vez sean la misma cosa. Sea como sea, Jack Donaghy, el ejecutivo vulpino que retrata Alec Baldwin en la comedia de situación “30 Rock” —la cual es de suponer que ahora sería problemática—, encapsula mejor el concepto.

En una de las últimas temporadas de la serie, Donaghy tiene una epifanía. Kabletown, la corporación con una voracidad inagotable a la que sirve, ya controla una cadena de televisión, NBC, y la infraestructura de cable que la lleva a los hogares. Donaghy decide que el siguiente paso lógico es tomar el control de toda la gama de la experiencia televisiva. Es hora de empezar a fabricar sofás.

Desde hace algún tiempo, ha existido el supuesto de que —en cualquier momento— es inevitable que la Liga Premier llegue a su propia versión de ese enfoque. En esencia, la máxima categoría de Inglaterra es un generador de contenido: durante nueve meses al año, produce en masa el evento deportivo más popular del planeta.

Sin embargo, durante tres décadas, para la siguiente fase del proceso —la producción y difusión de ese contenido—, ha subcontratado a varios terceros que pagan una prima considerable por el privilegio.

Donaghy tiene una idea de capitalismo —una que los librecambistas desbocados de la Liga Premier sin duda reconocerían— que identificaría eso como una sinergia imperfecta. La Liga Premier podría ganar todavía más dinero si también toma el control de esa fase del proceso. Su siguiente paso lógico es convertirse en su propia televisora. Los sofás pueden venir después.

En este punto, la idea tiene sustancia. La posibilidad de que la Liga Premier abandone el modelo que la ha convertido en un gigante mundial y transmita su propio contenido por medio de su propia plataforma —“Premflix”, para utilizar el engorroso título provisional y absolutamente no oficial— ha rondado, como posibilidad y amenaza, durante algún tiempo.

Hace casi una década, la liga empezó a “desarrollar su experiencia y capacidad de forma directa al consumidor” —un sinónimo de emisión en continuo—, según su director ejecutivo, Richard Masters. Creó un “grupo consultor de transmisiones de clubes” para explorar sus opciones. También jugó con la idea de realizar una prueba en Singapur. “Estaremos preparados la próxima vez, si surge la oportunidad”, declaró Masters en 2020.

Si consideramos lo que ha pasado desde entonces, era difícil interpretarlo como algo distinto a una advertencia para los socios de la liga, tanto a nivel nacional como en todo el mundo, un recordatorio sobre la naturaleza precisa del equilibrio de poder en su relación. No obstante, si acaso, la Liga Premier se está apegando cada vez más a la reconfortante familiaridad de la tradición.

Esta semana, la liga anunció otro acuerdo histórico —si se consideran las cifras de cierta manera, al menos— de transmisión televisiva a nivel nacional. Por la suma de 8400 millones de dólares, Sky y TNT Sports, una división de Warner Bros. Discovery, transmitirán al menos 267 partidos de la Liga Premier por temporada en las cuatro campañas que empiezan a partir de 2025.

Como señaló con alegría la liga en su anuncio del contrato, es el mayor acuerdo de derechos de medios que se haya cerrado en el Reino Unido. El hecho de que se televisen más partidos y de que la duración del acuerdo sea de cuatro años, en vez de los tres tradicionales, más bien se pasó por alto; no es tan triunfalista señalar que la Liga Premier se ha vuelto un poco más barata.

No obstante, todavía más notable que el precio de venta fue la identidad de los licitadores exitosos. Amazon ha transmitido el fútbol de la Liga Premier en el Reino Unido desde 2019, porque la liga misma la sedujo. Se rumora que esta vez decidió no pujar en lo absoluto. Eso quiere decir que la Liga Premier no trabajará con un servicio de emisión en continuo —a nivel nacional, al menos— hasta el final de la década. La idea de que pueda lanzar su propia plataforma parece más lejana que nunca.

A grandes rasgos, hay dos razones para esto. Una es simple: el statu quo le funciona a la liga. “Están demasiado contentos con los acuerdos que han logrado” como para empezar a experimentar, opinó François Godard, analista sénior de medios y telecomunicaciones de Enders Analysis. La Liga Premier es la liga deportiva más rica, codiciada y popular del mundo. Según Godard, no hay “un incentivo para probar cosas”.

También hay bastantes justificaciones para evitar una alteración. La transmisión es costosa, complicada y llena de riesgos. Una televisora tiene que pagar por “producir, distribuir y comercializar los partidos y su cobertura”, explicó Jack Genovese, director de investigación de Ampere Analysis. Requiere “una ejecución perfecta en el tema del diseño del producto, la presentación, la distribución, la tecnología y los precios”, agregó.

Si no es así, el producto puede padecer. “Ha habido varios casos de emisión en continuo en vivo de eventos de alto perfil a los que han interrumpido el almacenamiento intermedio, la latencia o han colapsado por completo”, afirmó Genovese. “Y aunque supongamos que todo va a salir bien, es tardado generar un rendimiento de las suscripciones que iguale los ingresos que se generan de la concesión de licencias de los derechos a televisoras terceras”.

La segunda razón para conservar el modelo actual es más compleja y tal vez más significativa. Ver cómo se anunciaba el acuerdo en Sky Sports News —el canal de noticias interminables que opera Sky y se dedica, en gran parte, a promover la gloria superior de la Liga Premier— fue una experiencia curiosa.

El tono osciló entre lo fáctico y lo festivo. A veces no quedó claro si la cobertura del anuncio de los derechos buscaba ser una noticia o un comercial.

Es un testimonio de la simbiosis cada vez más evidente entre la Liga Premier y Sky: la liga necesita a su socio televisivo leal y veterano, pero no tanto como la cadena necesita a la liga. “Sky depende más de la Liga Premier que cualquier otro operador de televisión de paga en cualquier deporte en otra parte del mundo”, afirmó Godard.

Sin embargo, queda clara la importancia de la Liga Premier para su negocio a partir de lo mucho que Sky está dispuesta a pagar por ella: según Godard, más de lo que podría recuperar con la venta de su paquete deportivo.

Lo más probable es que esa parte de su enfoque sea absolutamente ajena al Donaghy ficticio. Si revisamos la mayoría de las licitaciones para los derechos televisivos a nivel nacional de la Liga Premier, es sorprendente cuánto se ha disparado el precio debido la escasez aparente de la competencia.

Ni TNT ni ninguna de sus predecesoras nunca han parecido dispuestas a pelear con Sky por el grueso de la cobertura y, a pesar de todo, hasta ahora las sumas ofrecidas —hay que reconocer que en un proceso de licitación a ciegas, a menudo lleno de fintas, tejes y manejes y susurros temerosos— han subido de manera brusca y constante.

Sin embargo, en realidad, a Sky no le interesa subvalorar la Liga Premier. La cadena depende de la popularidad de la liga para vender sus productos y la popularidad de la liga depende, hasta cierto punto, no solo de una lealtad tribal integrada, sino también de la proyección de poder, glamur e importancia.

Sky necesita que los clubes de la Liga Premier compren a los mejores jugadores del planeta, que se clasifiquen como los mejores de Europa, que respalden su discurso de mercadotecnia. Sky no solo paga para adquirir los derechos, sino que contribuye a mantener el balón rodando.

c.2023 The New York Times Company