Por qué las personas mayores fueron los que mejor recuperación emocional tuvieron tras la pandemia

La campaña tiene como objetivo fomentar un envejecimiento activo, saludable, recreativo y participativo.
Según la investigación de la UCA, los mayores de 75 años están alcanzados en menor medida por la pobreza - Créditos: @Gentileza

A Rosa Firpo, de 74 años, jubilada y viuda, la pandemia la dejó sin sus clases de folclore, solo hasta que empezó a tomar clases virtuales. Y sin viajes, hasta que en abril ya volvió a subirse a un ómnibus con otros jubilados, con destino a Salta. Y el mes que viene se va a Bariloche. Dice que quiere aprovechar el tiempo perdido. Que la pandemia fue horrible pero que ya pasó y que quiere disfrutar lo que tiene por delante.

Muchos se preguntan cómo impactó la pandemia a los adultos mayores. Los especialistas dicen que bastante, sin embargo, parece ser que resultaron de los grupos etarios que más rápido se recuperaron y dieron vuelta la página, ya que evidencian un nivel de malestar psicológico y de alteraciones del sueño menores que otros grupos poblacionales y en algunos aspectos, con mejores valores que antes de la pandemia. De hecho, los más grandes fueron más ágiles que los más jóvenes en volver a las consultas médicas anuales, según surge del nuevo informe del Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores, de la Universidad Católica Argentina (UCA), que indagó sobre las condiciones de vida de las personas mayores, entre 2017 y 2021, que se presentará mañana a las 9.30 en la Fundación Navarro Viola, en Quintana 174.

“Es como si la experiencia vivida les hubiera cambiado a muchos la perspectiva. Se sienten felices de estar vivos y otra vez en la calle, en la vida social. Se sienten sobrevivientes; la llamada gioia di vivere, muy de posguerra y quieren dar vuelta la página de la pandemia y disfrutar el tiempo que todavía tienen por delante”, asegura Enrique Amadasi, investigador de la Fundación Navarro Viola y uno de los autores desde hace ocho años de los informes del Observatorio, en los que se indaga sobre 60 variables de condiciones de vida de adultos mayores.

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“Los mayores eran un grupo de riesgo. Para evaluar el impacto decidimos construir un índice de salud integral, tanto física como mental y evaluar el malestar psicológico como un déficit en los recursos emocionales y cognitivos de las personas, carencia que afecta las capacidades para responder a las demandas ordinarias de la vida cotidiana”, explica Solange Rodríguez Espínola, otra de las investigadoras.

“La buena noticia es que la familia argentina estuvo allí para contener a los adultos mayores y acompañarlos durante la pandemia. La contracara es que aumentó la dependencia y bajó la autonomía, algo tan deseable para esta etapa de la vida”, dice Amadasi.

El informe surge de una investigación basada en encuestas a hogares que permite hacer una amplia radiografía de los adultos mayores desde distintas perspectivas: económico, social, de salud, en cuanto a actividad física, calidad de sueño y malestar psicológico, entre otros valores.

“Que una de cada cuatro personas mayores viva en condiciones de pobreza nos interpela y tiñe cualquier consideración sobre sus condiciones de vida. Una curiosa situación de una sociedad que llega a la longevidad de los países más desarrollados del mundo, pero con al menos un cuarto de ellos que no tienen recursos materiales para una vejez digna. No solo de ingresos sino con muchas carencias en la esfera de los derechos económicos y sociales más básicos”, apunta el informe. Ocurre que para medir pobreza, como lo viene haciendo la UCA en otros informes, no se toman en cuenta solo los ingresos sino otros factores de vulnerabilidad.

Vivir con los nietos

En el caso de adultos mayores se determinó que un factor que aumenta su vulnerabilidad es el hecho de convivir con menores de 60 años. Es decir, con personas que no son de su generación sino hijos, nietos o bisnietos. En casi todos los indicadores, les da peor a los adultos mayores que conviven con su familia extendida que a los que viven solos o en pareja.

“En muchas familias, se utiliza como estrategia de subsistencia el vivir todos juntos. Y se cree erróneamente que esto contribuye a que el adulto mayor no se sienta solo. El mito de que por estar con los nietos se le pasan todos los dolores es falso. Y en la pandemia se pudo ver: quienes tuvieron menos malestar psicológico, menos alteraciones de sueño, menos sensación de soledad fueron los que vivían con alguien de su edad. Después, los que vivían solos y por último, los que vivían con hijos y nietos”, detalla Amadasi. Según los datos del censo anterior, el 20% de los adultos mayores vive solo, el 40% con otros adultos de su edad y el otro 40% vive con personas de otra generación.

Según la investigación de la UCA, los mayores de 75 años están alcanzados en menor medida por la pobreza y en cuanto a acceso a servicios y recursos están mejor posicionados que los que tienen entre 60 y 75 años. ¿Por qué? “Una ya larga historia de desaciertos económicos privó a la gran mayoría de los actuales mayores de oportunidades de ahorro cuando aún no eran mayores y por eso llegan a su condición previsional actual sin recursos materiales, con la excepción, muy dispar, por cierto, de su vivienda”, apunta el informe.

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Los adultos mayores fueron prioridad para la vacunación durante la pandemia - Créditos: @Macarena Bultri-mig/GCBA

Es la diferencia entre los nuevos jubilados y los viejos jubilados”, explica Amadasi. Mientras que los más grandes llegan a esa edad con vivienda propia, jubilación y ahorros que les permiten hacer frente a sus gastos cotidianos, los jubilados más jóvenes llegan a la tercera edad sin ahorros y en muchos casos, compartiendo vivienda con su familia.

“Dentro de los mayores, los de mayor edad (75 años) están mucho menos expuestos a la pobreza multidimensional que los mayores de menos edad (60 a 74 años). De nuevo, no es que la pobreza multidimensional no alcance también a los de edad más avanzada, los más viejos, pero lo hace con mucha menor frecuencia. De todas maneras, que una de cada cinco personas de 75 años y más esté alcanzada por la pobreza multidimensional es muy preocupante”, señala el informe.

Y agrega: “Los mayores más expuestos a la pobreza multidimensional son los que conviven con sub 60 (hogares multipersonales mixtos). Este arreglo residencial opera como un factor de riesgo frente a la pobreza multidimensional, especialmente si conviven con sub 18″.

Activos o pasivos

El trabajo también indagó sobre envejecimiento activo o pasivo. Allí las noticias no son buenas. “Hay una enorme incidencia del déficit en la práctica de ejercicio físico —dice el informe—. Cerca del 70% de las personas mayores. No tuvo variaciones significativas durante la pandemia. Dentro de las políticas públicas la tarea pendiente es inmensa: promover que alrededor de 4,9 millones de personas mayores incorporen ejercicios físicos dentro de su rutina semanal”.

La radiografía de la salud de los adultos mayores muestra una gran heterogeneidad, señala el informe. Antes de la pandemia, una de cada tres personas mayores declaraba no tener problemas de salud; por otro lado, una de cada cuatro percibía que sus condiciones de salud eran críticas (tienen bastantes problemas de salud, o padecen de alguna enfermedad crónica o grave). Sin embargo, hay un dato que resulta llamativo y que sí mejoró con la pandemia: es que los mayores se sienten mejor que antes. Si antes 1 de cada 3 decía tener problemas de salud en 2018, post pandemia son 1 de cada 4.

Mejor que antes

“La autopercepción de una salud comprometida cambió. Más allá de cuánto comprometió la pandemia la salud de las personas mayores, el umbral parece haber cambiado, haciéndose menos exigente”, dice el informe. “Hay un cambio de perspectiva. Con estar vivos es suficiente”, apunta Amadasi.

Antes de la pandemia, más el 90% de los adultos mayores realizaba al menos una visita médica anual. Este buen indicador se interrumpió abruptamente con la pandemia (casi la mitad no asistió a consultas) y aunque fue recuperando todavía no por completo. Hoy, uno de cada tres tiene déficit de atención médica, dice el informe. Sin embargo, resulta alentador que los adultos mayores fueron los primeros en volver al médico. “Mientras las personas mayores recuperaron parcialmente su consulta anual, aún no había recuperación entre los sub 60″, se detalla.

Casi el 40% tiene déficit de atención médica. Otro dato significativo: la convivencia con sub 60 no ayuda al cumplimiento de la consulta anual. Es decir, que están entre los que más descuidan su salud.

El trabajo indagó sobre el malestar psicológico, que afecta al 20% de la población y en la misma proporción a los mayores. “Se indagó acerca síntomas vinculados con la depresión y la ansiedad, como inquietud, agitación, desesperanza, tristeza, cansancio y nerviosismo”, explica Rodríguez Espínola. Si bien aumentó durante la pandemia, después volvió a niveles anteriores con una mayor agilidad que en el resto de la población. Se encontró que durante la pandemia aumentó a 24% pero después volvió a los niveles anteriores.

Entre los mayores, el malestar psicológico no aumenta con la mayor edad, sino que disminuye. Y esto es bien interesante porque es en el grupo de 75 años y más donde aumenta el déficit de estado de salud percibido. Pese a eso, entre ellos disminuye el malestar psicológico”, dice el informe.

Los que más afectados tuvieron su ánimo durante la pandemia fueron los que tenían menor nivel educativo, los que pertenecen a estratos sociales más bajos y que convivían con familia extendida.

La calidad del sueño es otro de los indicadores que toman los especialistas. Durante la pandemia, uno de cada diez durmió más que antes, dos de cada diez, menos. También se analizaron patrones de bienestar subjetivo, como el déficit de proyectos personales: afecta a uno de cada cuatro adultos mayores. Si bien aumentó durante la pandemia, significa que 3 de cada 4 sí tienen proyectos propios. Durante la pandemia, bajó el número de adultos mayores que dijeron sentirse nada felices: del 17% en 2019 al 14% en 2020.

“Creo que los adultos mayores fueron el grupo que mostró más resiliencia ante la crisis. La pandemia mató su certidumbre. Para ellos cambiaron los estándares de lo que significa sentirse sano y se sienten contentos de estar como están y de poder seguir adelante. Es una gran lección para todos”, apunta Amadasi.