¿Valoraremos a nuestros científicos tras la pandemia o sólo cuando los necesitamos?

Las investigaciones sobre cáncer y leucemia se frenan por el coronavirus. REUTERS/Craig Lassig
Las investigaciones sobre cáncer y leucemia se frenan por el coronavirus. REUTERS/Craig Lassig

La pandemia provocada por el Covid-19 está afectando de manera global a muchísimos niveles, incluido al ámbito de la investigación de enfermedades que la humanidad necesita resolver urgentemente.

Daniel Herranz es profesor de Farmacología en el Rutgers Cancer Institute de Nueva Jersey. Este investigador madrileño dirige un laboratorio en el que indagan sobre la leucemia linfoblástica aguda de células T. Se trata de un tipo de cáncer de sangre de evolución rápida en el que se encuentran demasiados glóbulos blancos inmaduros en la médula ósea y en la sangre. Antonio Maraver también es madrileño y desempeña su función en el Instituto de Oncología de Montpellier, Francia. En su laboratorio se dedican a analizar la resistencia a tratamientos de cáncer de pulmón en terapias dirigidas como la quimioterapia tradicional. Se centran en medicamentos como el carboplatino, que se usa en varios tipos de cáncer.

En ambos casos, sus investigaciones han sufrido un parón que retrasará los resultados de los trabajos que tienen en marcha. La nula presencia de personal en los laboratorios debido al confinamiento y la obligación de sacrificar a los ratones que usan para sus análisis impide que puedan desarrollar nuevas líneas de estudio, mientras que las que están activas están operando a medio gas. La pandemia está golpeando a un gremio de hierro, acostumbrado a enfrentarse a diversos contratiempos, principalmente económicos debido a la poca inversión en I+D en algunos países como España. Ahora viven el presente con la incertidumbre generalizada que también afecta a su práctica y, por ende, al resto de la población. Su lucha contra dos de las enfermedades más letales que existen es menos efectiva hasta que todo vuelva a la normalidad y queda la incógnita de saber si, cuando eso suceda, se resuelven algunas cuestiones.

¿Cambiará la manera en la que el Gobierno y la sociedad en general percibe a los científicos? ¿Servirá esta pandemia para valorar a los investigadores que se forman en España y acaban saliendo al extranjero defenestrados por un sistema de prioridades casposas? ¿Se ajustará nuestra escala de valores? ¿Se les darán de una vez por todas los recursos necesarios para que, con su trabajo, mejoren la calidad de vida de la humanidad? La experiencia de Herranz y Maraver tras alrededor de 15 años en primera línea de investigaciones trascendentales en diferentes países no invita al optimismo.

Daniel Herranz (segundo por la derecha), investiga sobre leucemia.
Daniel Herranz (segundo por la derecha), investiga sobre leucemia.

“El problema es que la investigación no da resultados a corto plazo y los políticos quieren resultados cortoplacistas para sacar rédito político y ponerse medallas”, señala Maraver a Yahoo! “Es muy triste pero me temo que es así, y más aún cuando los medios son escasos. Trabajando como lo hago en cáncer de pulmón, que es muy importante - se trata del cáncer que más fallecimientos provoca en el mundo - siempre nos hemos adaptamos a lo que tenemos. La financiación debería ser mayor”, asegura.

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Herranz comenzó su carrera en el Centro Nacional de Investigación Oncológica de España y tras varios años de investigación se vio obligado a buscar nuevos horizontes en Estados Unidos, primero en la Universidad de Columbia en Nueva York y después en Rutgers Cancer Institute.

“EE.UU. es un país puntero porque saben que la investigación mueve a la sociedad y al progreso. Lo saben y cultivan para atraer a todo el talento y a todos los cerebros del mundo que puedan contribuir a un mayor progreso. El progreso a nivel científico genera parte de la dominancia de EE.UU. que tiene en otros aspectos”, apunta Herranz. “En España esta parte nunca ha existido. La población general no tiene conocimientos sobre lo que implica y los beneficios que brinda la investigación. Es una sociedad cortoplacista, si no tiene un efecto que se pueda ver mañana, para qué invertir el dinero en eso. Así matan a la Ciencia”, agrega.

Ante los efectos que el coronavirus está teniendo en la sociedad, todos deseamos que la vacuna contra el Covid-19 aparezca lo antes posible. Nuestra salud como comunidad está en manos de esos investigadores que siempre trabajan a destajo en diferentes ámbitos, y que ahora lo hacen más todavía para acabar con la pandemia. Pero, según Herranz, para obtener resultados en Ciencia, antes hay que hacer descubrimientos básicos que no se sabe muy bien adónde van a llegar. Un ejemplo claro es el del investigador español, Francis Mojica, quien en 2003 descubrió la técnica CRISPR, de edición de ADN, que tiene un importante potencial terapéutico, pues permite reescribir el genoma con precisión y ayuda a curar enfermedades genéticas.

Antonio Maraver (centro), investigador de cáncer de pulmón.
Antonio Maraver (centro), investigador de cáncer de pulmón.

“Hay un ejemplo de una técnica que permite modificar el ADN a demanda, que se usa para resolver enfermedades. Se trata de un método que tienen las bacterias para luchar contra la infección de un virus. Mientras desarrollaba su investigación, nadie pensaba en eso, ni se le veía ninguna utilidad. Por eso hay que dar rienda suelta a los investigadores, porque nunca se sabe lo que pueden llegar a descubrir y lo trascendental que puede llegar a ser”, apuntó.

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Cuántas más líneas de estudio y más capacidad para desarrollar su curiosidad tengan los investigadores, más resultados beneficiosos se producen en determinados campos. Herranz aboga por “el conocimiento por el conocimiento”, es decir, en abrir el mayor número de puertas posibles con el fin de solucionar cuantos más problemas mejor. Una cuestión de vida o muerte a la larga, o de tener la capacidad para neutralizar enfermedades que no sólo son mortales, sino que cambian completamente la calidad de vida de la población.

“Tenemos una escala de valores trastocada. Ojalá esto ayude en el futuro, aunque no creo. Ahora es cuando valoramos lo buenos que son los médicos y las enfermeras, y cuando pretendemos que los investigadores encuentren la vacuna mañana. Eso no sucede de la noche a la mañana. Se trata de un problema de base: España necesita invertir más en Ciencia para su beneficio a nivel interno y externo”, prosigue Herranz.

Algo en lo que coincide Maraver, otro de los investigadores formados en España que han tenido que buscar nueva oportunidades en el extranjero.

“La inversión en Ciencia ha bajado en general y concretamente en el estudio de epidemias no se han hecho los esfuerzos necesarios. En 2015 ya se predijo las consecuencias de una pandemia y no hemos hecho nada. Al menos deberíamos habernos preparado para la epidemia”, comenta Maraver. “Los políticos sólo miran a cuatro años vista y proceden a tomar decisiones según lo que suceda, no para prevenir. En el caso del Covid-19, costó trabajo tomar decisiones drásticas antes de tiempo, cuando realmente se hubieran obtenido buenos resultados. Eso es porque la mayoría teme que si toman las decisiones demasiado rápido y luego no avanza la enfermedad, la gente no lo reconocería como un logro suyo sino como un golpe de suerte, y los Gobiernos se exponen al criticismo ante unas decisiones catalogadas como demasiado drásticas”, apostilla.

La falta de previsión y una escala de prioridades cuestionable hacen que la agenda política global haya estado repleta de asuntos que ahora parecen no ser tan trascendentales. Mientras tanto, se descuidaron otros que podrían haber evitado no sólo los efectos sociales y económicos de una pandemia, sino la paralización de otras investigaciones sobre enfermedades que necesitan una cura. Quizás todo esto sirva para que los debates políticos dejen de centrarse en banalidades y de una vez por todas dediquen espacio a encontrar soluciones a un gremio, el de la investigación, ninguneado durante décadas.

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