La ola de violencia en Culiacán ensombrece los festejos decembrinos; familias toman medidas de seguridad
Diciembre es la época del año de las posadas, encuentros con amigos, reuniones, fiestas y convivir con la familia, pero esta vez ha sido distinto para los habitantes de Culiacán, Sinaloa, quienes se han visto obligados a cambiar sus vidas debido a la crisis de violencia que ya lleva tres meses y medio y pareciera no tener fin.
El pasado 9 de septiembre inició una guerra entre las facciones de Los Chapitos y La Mayiza del Cártel de Sinaloa, tras la detención de Ismael “El Mayo” Zambada y la entrega de Joaquín Guzmán López, hijo del “Chapo”, a las autoridades de Estados Unidos que ha dejado al menos 576 asesinatos, alrededor de 700 personas privadas de la libertad, mil 784 vehículos robados, 190 detenciones y el aseguramiento de 905 armas.
Y aunque el gobernador Rubén Rocha Moya aseguró en su tercer informe de labores que pese a esta situación “no hay miedo” y se mantienen el “dinamismo de la ciudad”, la opinión de la población es muy distinta.
“Tenemos un gobierno totalmente inoperante, sin idea y sin los elementos suficientes para poner orden, encauzar la legalidad, el Estado de derecho, la seguridad y las oportunidades”, dice Jorge*, empresario restaurantero que de cuatro negocios que llegó a tener ahora solo le queda uno, dos cerraron a raíz de la pandemia y el último por la situación de inseguridad.
Ya son más de tres meses en los que los pobladores de Culiacán han tenido que modificar sus rutinas, ajustar horarios de desplazamientos, dejar de hacer actividades y de ver gente, tomar más y nuevas medidas de seguridad, sobre todo cuando está oscuro.
“Es imposible estar en la noche (…) No hay manera de estar en la calle después de las 8 de la noche, es casi casi una sentencia de muerte”, señala con frustración Ana*, dueña de un negocio de comida orgánica quien, como muchos, ha visto afectada su vida diaria y su actividad económica.
Violencia ensombrece festejos en Culiacán
A diferencia de otros años, este diciembre los culichis se han visto orillados a hacer cambios en sus posadas, reuniones y fiestas de Navidad y Año Nuevo: ahora casi todos los festejos son de día, en casa, con grupos reducidos, sin hacer visitas que impliquen traslados y sin la presencia de familiares o amigos que estas fechas decidieron no volver a la ciudad.
Laura*, trabajadora de Coppel, una de las principales empresas generadoras de empleo en la entidad, no solo ha reducido las visitas a su mamá que está en una estancia para adultos mayores, cuenta que con su familia nuclear, compuesta por sus padres y hermano, decidieron celebrar solos, sin salir a casa de nadie más y que su novio la visite un día después, además de que compañeros y amigos han optado por salir de la ciudad.
“Como por esa parte dices ‘chin, ¿y yo me voy a quedar?’, y la gente hace comentarios de que si antes se ponía feo ahora se va a poner peor, y los que nos quedamos estamos a la expectativa”, dice y señala sentirse frustrada y triste por la situación.
La situación de Jorge es similar, las fiestas las pasará en casa, “de manera nuclear y con alto nivel de reflexión”, y cuenta que esos ajustes en las dinámicas sociales se pueden notar en el tipo y cantidad de pedidos de cenas navideñas que ha tenido este año en su restaurante.
El empresario recuerda que antes los encargos eran para grupos grandes, que podían llegar hasta las 50 personas, pero ahora son muchos pedidos pero para grupos muy reducidos, además de que están solicitando las entregas para realizarse durante el día.
“Sí estamos vendiendo pero en una reducción del 50 % en pedidos, más cantidad de familias pidiendo pero en volumen como el 50 % menos. Aparte el horario, antes lo teníamos hasta las 7 u 8 de la noche, hoy en día nos piden que sea durante el día. El gran reto va a ser cómo entregar todo el servicio antes de que oscurezca”, señala.
Jorge puntualiza que muchos empresarios y emprendedores se encuentran en un “sistema de sobrevivencia y no de rentabilidad”, lo cual se ha visto reflejado en los al menos 120 negocios que han cerrado en la ciudad, de acuerdo con la Unión de Comerciantes de Culiacán, y se estiman que más de 300 cierren para 2025.
Tanto en su negocio de comida orgánica como en su día a día, Ana también se ha visto perjudicada: en el primero tuvo que eliminar el turno nocturno para no poner en riesgo a sus empleados además de que las ventas han bajado, y el festejo navideño de este año con sus amigos fue en el bar de un hotel, mismo en el que prefirieron rentar un cuarto para evitar la noche de Culiacán.
Habitantes de Culiacán reprueban gobierno de Rocha Moya
El gobierno de Rubén Rocha Moya ha sufrido una drástica caída en cuanto al nivel de aprobación, pasó de tener el 56.7 % en enero al 50.4 % en septiembre, de acuerdo con datos de la casa encuestadora Mitofsky.
La administración de Sinaloa pasó de ubicarse entre las 5 mejor evaluadas al lugar número 22. El periodo de julio a agosto.
El descontento con el desempeño del gobierno estatal ha llegado al punto que ciudadanos y organizaciones han buscado e, incluso, retado a Rocha Moya a someterse a la revocación de mandato.
“Es otro Culiacán, me duele mucho verlo, ver la realidad en que nos encontramos, aceptar en lo que estamos”, dice Ana sobre la situación en la capital del estado.
Aunque el panorama es complicado, Ana, Laura y Jorge, al igual que la mayoría de culichis, esperan recuperar la paz y poder empezar sus días antes de que salga el sol, porque Culiacán es una ciudad donde el calor puede llegar a los 50 grados y la oscuridad “se ha vuelto sinónimo de ‘huye”.
Ante la crisis de violencia, la presidenta Claudia Sheinbaum, anunció que el domingo 22 de diciembre visitará Mazatlán para tener una reunión con el gabinete de Seguridad y después tendrá un encuentro con el gobernador para abordar temas prioritarios.
También dijo que el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, se quedará “un tiempo” en Sinaloa para “fortalecer las acciones de seguridad”.
*Los nombres de los entrevistados fueron cambiados por motivos de seguridad.
Con información de Noroeste.