Objetofilia: El hombre que se enamoró de su automóvil y acabó con el corazón partido

En la sexualidad objetum, como se conoce a la atracción romántica y sexual hacia objetos específicos, unas se casan con la Torre Eiffel y otros son amantes de globos

Nathaniel era un enamorado de su auto (still image de video de TLC)
Nathaniel era un enamorado de su auto (still image de video de TLC)

Nathaniel, el individuo objetófilo que se convirtió en una pequeña celebridad al revelar su relación íntima con su automóvil, tiene el corazón partido.

En agosto de este año, su Chevy Monte Carlo 1998 fue dado de baja, y posiblemente desguazado, tras una revisión técnica a causa de un accidente de tránsito ocurrido cuatro años atrás.

El romance de Nathaniel, un hombre del estado de Arkansas, con Chase, como amorosamente bautizó a su auto, se hizo público el año pasado en la serie My Strange Addiction (Mi extraña adicción) del canal de televisión TLC.

En ese episodio, Nathaniel contó que conoció, sintió una atracción inmediata y compró a Chase en una venta de autos usados en 2007.

“No sé por qué siento lo que siento, pero sé que amo absolutamente a Chase”, dijo el hombre en la televisión.

A partir de ahí, Nathaniel y Chase –un auto de color rojo, como la pasión– sostuvieron relaciones sexuales durante unos cinco años (ni preguntes) y pasaron por sus altibajos, como en toda relación de pareja.

La objetofilia (o sexualidad objectum) es una orientación sexual en la que las personas desarrollan una atracción sexual, romántica, o ambas, hacia objetos inanimados específicos. (Foto: Getty Creative)
La objetofilia (o sexualidad objectum) es una orientación sexual en la que las personas desarrollan una atracción sexual, romántica, o ambas, hacia objetos inanimados específicos. (Foto: Getty Creative)

Tanta felicidad, sin embargo, tenía sus días contados debido a un accidente automovilístico.

Aunque la estructura metálica de Chase quedó maltrecha por el impacto del golpe, aguantó unos años con vida en brazos de Nathaniel, hasta que, en agosto pasado, las autoridades de tránsito, el seguro automotriz, los grupos ecologistas, los vendedores de autos, los compradores de chatarra o quién sabe quién, decidieron sacarlo de circulación.

Chase fue –supongo yo– desguazado y Nathaniel quedó devastado. Su gran amor ya no estaba en la Tierra. Aunque antes había salido con algunas mujeres, en realidad nunca se había enamorado hasta que conoció a su pareja de cuatro ruedas.

Y aunque ha intentado salir con otros automóviles –algunos nuevos, no todos usados–, aquello no ha pasado de aventuras y situaciones que define como de “amigos con beneficios”.

Benditos objetos amados

El amor de Nathaniel por Chase es una manifestación de la objetofilia (o sexualidad objectum), como se denomina atracción que desarrollan algunas personas hacia objetos inanimados específicos. Dicha atracción puede ser sexual, romántica, o ambas.

Según LGBTQIA+ Wiki, un sitio web que busca aclarar la terminología y etiquetas LGBTQIA+ utilizadas por las distintas comunidades queer, los objetófilos o individuos objectum suelen ponerles nombres o adjudicarles personalidades a sus objetos amados. Ese objeto es unico para ese individuo. Y entre ellos puede haber citas, noviazgos, actos íntimos y, claro, relaciones sexuales.

Los objetos amados –dice LGBTQIA+ Wiki– pueden ser “objetos privados”: aquellos que posee una persona como juguetes, automóviles, plantas, instrumentos musicales, prendas de vestir; u “objetos públicos”: aquellos que son de uso público o están en espacios públicos como edificios, puentes, máquinas, estatuas, cercas, ríos, atracciones de parques de diversiones, etc.

De igual modo, los objetos amados no tienen que ser tangibles; también pueden incluir cosas como logotipos, letras o conceptos.

Hay, desde luego, objetófilos poliamorosos que dedican sus cariños a más de un objeto a la vez.

Algunos expertos han sugerido que la objetofilia no supone un trastorno psicológico, sino que se trataría de una anomalía aún no detectada por la ciencia.

Según un artículo publicado por los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. (NIH, por sus siglas en inglés), entre los posibles factores determinantes de esta inclinación se encuentran el fetichismo, la sinestesia (un fenómeno que provoca cruces sensoriales, como saborear colores o palpar sonidos) o el autismo. No hay una conclusión definitiva al respecto.

Casada con el Muro de Berlín

Ahora bien, ¿dónde, cuándo o cómo surgió el término sexualidad objectum?

Ocurrió a principios de la década de 1970 cuando una mujer sueca, Eija-Riitta Eklöf (1954-2015), y dos amigos cercanos decidieron acuñar un término que definiera la atracción sexual y amorosa hacia los objetos, resumiera su propia sexualidad y pudiera ser entendido por la gente común.

Eligieron una terminología basada en el latín –objectum-sexuality–, la cual se sigue usando hasta hoy y de la que se desprende el acrónimo OS.

Eija-Riitta cobró notoriedad en junio de 1979 cuando, siguiendo el dictamen de su corazón, contrajo matrimonio con su objeto del deseo: el Muro de Berlín.

Y cambió extraoficialmente su apellido a Berliner-Mauer (Muro de Berlín en alemán).

Un artículo publicado en 2007 por el diario alemán Spiegel cuenta lo terrible que fue para Eija-Riitta-Berliner-Mauer el 9 de noviembre de 1989, cuando su marido fue derribado a martillazos y desmembrado por una multitud: la caída del Muro de Berlín.

¿Una historia de amor un persona? ¡Jamás!

En este mundo hay más personas objetófilas de lo que se cree. La gran mayoría mantiene esta sexualidad oculta, por temor a represalias o a sentirse marginadas o excluidas de la sociedad. Otras, sin embargo, se sienten orgullosas de lo que son y no les importa la opinión ajena.

Es el caso de Erika Labrie, una mujer estadounidense –además, activista en defensa de la sexualidad objectum– que en 2007 causó revuelo al casarse con la Torre Eiffel (pasó a llamarse Erika Eiffel).

Ambos se conocieron en París en 2004. Ella sintió una atracción inmediata por la masculinidad del gigante de hierro francés. Se comprometieron y tres años después contrajeron matrimonio.

Todo marchó bien en la pareja hasta que ella comenzó a aburrirse y a principios de este año, tras 15 años de vida matrimonial, Erika y la Torre Eiffel anunciaron su divorcio.

Ahora, de nuevo soltera, Erika ha expresado su interés por salir con una cerca de madera. En un video publicado en TikTok y en el que aparece a horcajadas sobre la cerca, la mujer –que ha sido campeona mundial de tiro al arco– dice: “Definitivamente me siento atraída por esta cerca y me gustaría conocerla mejor”, dijo Erika, sin ocultar su entusiasmo, emoción y excitación.

También es el caso de Sarah Rodo, una joven alemana que mantiene o mantuvo una relación sexual con un avión Boeing 737 y que llegó a viajar más de 30 veces en un año solo para pasar "tiempo de calidad" con su amante. Cuando no le es posible volar, duerme con un modelo a escala de su amante al que llama Dicki.

Y Noorul Mahjabeen Hassan es una joven de Florida que se hace llamar Fractal Database. Sostiene que ha tenido romances con una calculadora, un iPod, un sistema GPS, el videojuego Tetris, IKEA y Google Cloud.

Por su parte, Aakash Majumdar, originario de Bombay, India, dijo que lo que comenzó como una amistad con un montón de globos de colores se convirtió en una relación amorosa estable. Los globos se comunican con él mediante telepatía y sueños.

Amanda Liberty es una mujer inglesa que, en su juventud, se enamoró de su batería; luego, ya más adulta, se enamoró de la Estatua de la Libertad, y ahora está perdidamente enamorada —y comprometida— con un candelabro.

El 11 de septiembre de 2001, la objetófila Sandy K. vio con horror la destruccion de las Torres Gemelas, con las que mantenía una relación amorosa secreta (Foto: Reuters)
El 11 de septiembre de 2001, la objetófila Sandy K. vio con horror la destruccion de las Torres Gemelas, con las que mantenía una relación amorosa secreta (Foto: Reuters)

Por último, la estadounidense Sandy K. quedó en shock al ver en vivo y directo por televisión, aquel 11 de septiembre de 2001, la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York, con las que mantenía una relación amorosa secreta.

Fue un momento traumático para ella.

Ignoro si Sandy K. rehízo o no su vida sentimental tras el ataque terrorista que acabó con sus objetos amados. En lo que sí parece haber una certeza es que, si lo hizo, sería con otro objeto inanimado y no con una persona, ya que cuando se trata de amor, a Sandy solamente le atraen los objetos.

Jamás podría imaginar una historia de amor con un ser humano”, ha dicho.

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