Nueve carmelitas checas ponen a punto con pico y pala su nuevo carmelo

Praga, 28 abr (EFE).- Nueve carmelitas descalzas de la República Checa se han puesto manos a la obra, con pico y pala, aprendiendo a manejar la excavadora y el tractor, para poder tener listo en 2023 su nuevo carmelo cerca de Praga, lejos del mundanal ruido de su antigua casa de la capital, donde habían vivido desde 1792.

"Hemos aprendido a utilizar maquinaria pesada y es que hay mucho trabajo que no tiene que hacer la empresa de construcción y que podemos hacer nosotras, con ayuda de voluntarios", dijo a EFE la hermana Sara.

"Quizás nuestra oración ganó en calidad gracias a este contacto con el trabajo físico", afirma la carmelita.

Sara explicó también el sentido de este salto a la periferia, tras dos siglos en su antiguo domicilio, si bien la presencia de esta comunidad en tierras checas data de mucho antes.

"Nuestra misión en el centro de Praga acabó, y ahora nuestro lugar está más abierto a la gente, a los demás, para que puedan venir a renovarse interiormente", recuerda la monja.

LEJOS DEL MUNDANAL RUIDO

Reconoce que otro condicionante de salida fueron los ruidos de los músicos en las Escalinatas Municipales y bares durante la noche, el fragor de una ciudad turística y el poco espacio para expansión y recreo.

"Allí teníamos un pequeño jardín de hormigón de 12 por 15 metros, y como vivimos en clausura, era insuficiente para nuestras necesidades, sobre todo de las más jóvenes", recuerda uno de los problemas de cuando vivían en la elegante plaza de Hradcany, en los aledaños del Castillo de Praga, con el presidente de la República como vecino.

Y, tras mucho buscar, dieron con la solución. En 2018 pudieron trasladarse a Drast, una aldea con una antigua hacienda vacía convertida en vertedero, y situada a 15 kilómetros de Praga.

"Empezamos a venir a trabajar aquí, conocimos muchas personas generosas y nos encariñamos del lugar", recuerda la hermana María la llegada al lugar, donde no había iglesia para las personas de la localidad, ni posibilidades de encuentro cultural.

UNA HACIENDA EN RUINAS

Aquí comenzó la reconstrucción de los viejos silos, almacenes en ruinas y donde había hasta un palomar, que ahora utilizan como capilla, tras una sencilla instalación eléctrica y de calefacción.

Aunque cuentan con una empresa de construcción para levantar los nuevos edificios y la iglesia de hormigón, las monjas no han hecho remilgos a la hora de salir al terreno y ponerse a trabajar con un obrero más, eso sí, enfundadas en su hábito carmelita.

Han podido dar el salto aquí tras recibir más de la mitad de los fondos necesarios de la venta del monasterio original, aunque les harán falta todavía unos 1,7 millones de euros para completar el presupuesto de obra y acondicionamiento de las instalaciones.

VOLUNTARIOS

Durante los últimos seis años han obtenido unos 2,7 millones de euros de benefactores, aunque también es valiosa la ayuda que prestan muchos voluntarios.

En el buen tiempo, el lugar invita a los jóvenes a pasar aquí la noche, en tiendas de campaña, tras una jornada de trabajo limpiando ladrillos de un antiguo almacén.

El nuevo convento en Drast es, con sus 6,5 hectáreas de terreno, buena parte de él en bosque, un lugar ideal para estas mujeres, que rara vez se dejan ver, ya que viven en estricta clausura, pero ahora les toca salir para hacer promoción de su actividad y lograr donativos.

CERÁMICAS, VELAS Y SEDA

Este nuevo complejo, para 21 monjas, tiene instalaciones amplias y luminosas, y ellas aquí podrán, además de rezar, hacer sus actividades típicas de artesanía, como cerámica, velas y teñido de seda, de las que viven.

Parte central del complejo es la iglesia consagrada a Santa Teresa de Jesús, uno de los pocos lugares checos que llevará el nombre de la santa.

"Es nuestra madre, fundadora y reformadora. Y esta iglesia representa su corazón", concluye la hermana María.

Gustavo Monge

(c) Agencia EFE