Crónica de una masacre anunciada
La peor noche en muchos años para el Barcelona estaba anunciada, al igual que un tsunami, primero vino el temblor que superpuso la placas tectónicas, luego el agua empezó a moverse sin control y al final llegó a la costa y destrozó todo lo que encontró a su paso. El cuatro a cero del Parque de los Príncipes se empezó a jugar, y a perder, hace varias temporadas.
Posesión y pasividad
La escuela holandesa, pilar fundamental del Barcelona moderno, basa su éxito en el juego de posesión, el problema es que el Barcelona de hoy ha confundido posesión con pasividad. Esos conceptos son antagónicos en la filosofía del fútbol total. La posesión de Cruyff va ligada a la dinámica y la movilidad constante.
Para poder aplicar este modelo de juego, el fundamento es la media cancha, los volantes son el corazón del sistema. Cuando se fue Xavi, todos sabíamos que reemplazarlo sería imposible, sin embargo había que buscar un jugador de alto nivel, que interpretara a la perfección el sistema. Busquets necesitaba un socio.
Efecto dominó en la mitad
Dejaron ir al sucesor natural al Bayern, Thiago Alcántara era el elegido. A partir de allí, y teniendo siempre en cuenta que Iniesta se hace mayor y su rendimiento físico no es el mismo, además de las múltiples lesiones; empezaron los problemas, el efecto dominó empezó en aquel momento.
El Barcelona ha pasado paulatinamente, entre Pep y Luis Enrique, pasando por Vilanova y Martino, de ser una copia mejorada de la ‘Naranja Mecánica’ a convertirse en un equipo largo, sin cohesión entre líneas, en el que el bloque y la solidaridad no existen; un equipo anárquico que tiró a la basura su sello distintivo, para convertirse en uno más de los que depositan la confianza en la genialidad del crack de turno. El Barcelona pasó de ser una orquesta acompasada y afinada, a uno de estos solistas modernos con mucho gel y mucha publicidad, que son más empaque que sustancia.
Errores imperdonables
Al desastre de la media cancha, en la que por ejemplo compraron a André Gomes por una millonada, en lugar de ir a muerte por Verratti, cuyo agente lleva dos temporadas diciendo que se quieren ir al Barcelona, hay que sumarle las terribles decisiones en defensa. Es imposible de comprender que en uno de los mejores clubes del mundo, dos de los cuatro zagueros no sean defensores naturales.
Mascherano y Sergi Roberto son volantes convertidos a defensores. Esta realidad tarde o temprano termina por pasar factura. Es incomprensible que hayan comprado en su momento dos centrales mediocres de veinte millones, como Vermaelen y Mathieu, en lugar de traer un fenómeno de cuarenta millones como Hummels.
Porteros y renovaciones
El tema del portero también ha sido muy mal manejado por parte del club, tanto en lo deportivo como en lo humano.
Otro tema pésimamente manejado es el de las renovaciones, el drama constante no ayuda para nada al interior del grupo.
El desastre está servido
Cuando un equipo permite que el ‘equipo’ pase a segundo plano y empiezan a depender de uno de tres individuos y su estado de ánimo, pasan cosas como las que pasaron en París; un grupo sincronizado y sinérgico, que se movió como un cardumen durante noventa minutos, frente a un grupo acéfalo que nunca encontró un solista en su noche de inspiración.
El PSG fue activo y dinámico, Barcelona fue pasivo y estático. Los locales arrollaron a los visitantes en actitud y aptitud. Nada que hacer, pudo ser fácilmente un seis a cero.
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