Norma Piña, la arquera


Por más que traten de preterirlo machistas, sexistas y sus conexos, la historia de la humanidad está llena de mujeres que, a la hora de la hora, han hecho prevalecer los ovarios por encima de los testículos. Desde Luisa Michel hasta Margaret Thatcher, pasando por Clara Zetkin, Mariana Grajales, Santa Lucía o Leona Vicario hasta Manuela Beltrán.

Hoy, en la Isla de Cuba, no son pocas las mujeres que han salido a protestar abogando por la libertad de expresión y el restablecimiento de la democracia plena. Muchas de ellas han ido a parar a la cárcel.

Norma Piña es la actual presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de México. Nació en 1960. Es licenciada en Derecho y especialista en Psicología Social. La vida la situó en una coyuntura difícil: secundada por los integrantes imparciales de la SCJN, ha debido parar los embates del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, un ser sumido en la ruindad, el ánimo “sesentero”, adorador de una lucha de clases que ya no existe, de hinojos ante algo realmente bochornoso: los despojos de una izquierda rancia, dictatorial y por tanto excluyente.

UN PRESIDENTE POLARIZADOR

Hasta hoy, la SCJN ha rechazado, entre otras, las resoluciones —avaladas por el Poder Legislativo, en ambas cámaras con mayoría a favor del presidente de la república— para extinguir o modificar el Instituto Nacional Electoral y para incorporar la Guardia Nacional —una entidad civil— a la Secretaría de la Defensa Nacional.

Así, López ha tenido entre sus premisas hacer que el país retroceda, de modo que las instituciones desaparezcan o se debiliten en beneficio de él, de sus ideas totalmente contrapuestas al desarrollo social y político que llevan a cabo los mandatarios decentes de los países latinoamericanos.

Asimismo, López Obrador, con singular tesón, se ha preocupado, en los cuatros años de mandato que lleva, por intentar polarizar la sociedad; por dividir a los mexicanos entre “buenos” —los que están de su parte—, y los otros, los “malos”. Al estilo del viejo dogma comunista. Y de, en lugar de bregar fuerte para el aumento de los puestos de trabajo, el florecimiento de las empresas, pues a regalar monedas a una parte de los más necesitados. O sea, como dice la parábola: regalarles el pescado en vez de enseñarlos a pescar. En su obsesión, es capaz de un dictamen tan sonso o torpe, o ambos: “El pueblo está feliz”.

NORMA PIÑA, RECONOCIDA INTERNACIONALMENTE

Hoy en día, hasta los ateos deben pedirle a Dios que el trasnochado presidente mexicano no alcance su propósito de destruir al país o al menos hacerlo retroceder hasta un pasado ominoso.

A raíz de que la Asociación Internacional de Mujeres Juezas reconociera la labor de Norma Piña por su trayectoria en favor de la reducción de la brecha de género, el presidente mexicano expresó: “Esos premios se pueden conseguir en la plaza de Santo Domingo” —un sitio de la capital azteca conocido por la falsificación de documentos.

Hay que ser muy rastrero para expresarse así de una mujer —porque si bien hombres y mujeres tenemos los mismos derechos, no somos iguales: la mujer es la flor.

López obrador continuará lanzando sus balonazos rojos llenos de odio hacia la portería de la justicia. Pero todos serán detenidos por Norma Piña, la arquera estrella. N

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Félix Luis Viera (Cuba, 1945), poeta, cuentista y novelista, ciudadano mexicano por naturalización, reside en Miami. Sus obras más recientes son Irene y Teresa y La sangre del tequila. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.

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