La Navidad, la ciencia y el nacimiento de Jesús | Carta del lector

Próximamente los cristianos/católicos celebrarán el nacimiento de Jesús, el Cristo, el 25 de diciembre. Pero, ¿nació realmente Jesús en esa fecha? No, los cristianos de aquella época escogieron esa fecha para contrarrestar la festividad pagana del Dios Invicto, como en Cuba se trasladó la festividad de los Reyes Magos al 26 de julio.

En el II concilio de Constantinopla (5 de mayo a 2 de junio de 553), quinto concilio ecuménico de las iglesias Católicas se definió el dogma de la Virginidad Perpetua: “María fue virgen antes, durante y después del parto”, y no tuvo otros hijos. Algo que no es compartido con las otras religiones cristianas y a su vez algo que la mentalidad crítica del hombre actual se rebela a aceptar.

Para defender el parto virginal de María, San Tomás de Aquino explicó que el cuerpo de Jesús atravesó el vientre de María como un rayo de luz atraviesa un cristal, sin romperlo.

En aquellos tiempos no se conocía nada de fisiología humana y era corriente lo que se conoce como partenogénesis, cuando una mujer quedaba embarazada sin participación masculina, a través de alguna deidad, como ocurrió con la madre estéril de Buda que soñó que un elefante con seis colmillos blancos le presionaba el vientre y en ese momento quedó embarazada de Buda.

Solo lo que se conoce como pensamiento mágico, no crítico, habría determinado que los padres conciliares llegaran a este acuerdo y definirlo como dogma de fe, desconociendo lo que hoy día se sabe que solamente cuando el óvulo femenino es fecundado por un espermatozoide masculino esto da lugar a la formación del embrión que se desarrollará siguiendo las instrucciones bioquímicas del ADN.

Puede ser difícil para muchos hombre del siglo XXI, del tercer milenio, conocedor de tantos descubrimientos científicos, incluso la fertilización in vitro, considerar que María fue embarazada por obra del Espíritu Santo en forma de paloma.

Litúrgicamente, el nacimiento de Jesús se celebra el 25 de diciembre, el de la Encarnación –nueve meses antes- el 25 de marzo; por tanto, biológicamente, el milagro de la Encarnación podría haber consistido en que el Espíritu Santo hubiese colocado en un óvulo maduro de María un espermatozoide con ADN judío y cromosoma Y, pues nacería un niño.

¿Hasta cuándo la iglesia Católica seguirá manteniendo este dogma de fe que va en contra de la razón y de los descubrimientos científicos actuales? Quizá sería ya tiempo de que Francisco o su sucesor reconozcan la imposibilidad del embarazo y del alumbramiento virginal.

Jesús Lázaro, Miami.