Nadal ante su estreno en el Abierto de Francia: la prórroga o la puerta de salida

El partido de Rafa Nadal contra el alemán Alexander Zverev empezó a jugarse mucho antes de que este lunes ambos adversarios salten a la central en el tercer turno, a buen seguro con las gradas repletas por la expectación que se ha generado sobre esta primera ronda tan especial.

Desde que el sorteo dio la campanada cruzando la raqueta del catorce veces ganador en París con la del vencedor del último torneo de Roma, ese partido ha sido objeto de todos los análisis.

Que, en sustancia, se resumen en dos, aquellos que creen que la magia de Nadal puede llevarle a reverdecer laureles en puertas de cumplir los 38 y quienes consideran que, en su estado de forma actual, tiene pocas opciones frente al alemán, uno de los jugadores en mejor forma del circuito.

Por si fuera poco, los dos jugadores decidieron, en la medida de sus posibilidades, alimentar ambas teorías, lo que faltaba para que el runrún acalle casi todo lo demás en estos primeros raquetazos en París.

Nadal se ocupó de asegurar que, por vez primera desde que hace dos años se rompiera, ha vuelto a sentirse competitivo, que traducido al lenguaje del tenis y llevado al contexto de Roland Garros, significa que te andes con cuidado.

En otras palabras, el español ha ido desembarazándose de todos los pequeños problemas que le han castigado desde principios del año, privándole del rodaje deseado para que cuando llegara a su querida Philippe Chatrier no tuviera más que tirar del manual que le ha llevado a ganar 112 de sus 115 duelos.

“En los entrenamientos de estos días me he sentido competitivo, no inferior a nadie”, aseguró Nadal como una advertencia a quienes le dieran ya por terminado.

Por si fuera poco, el balear no descartó seguir una temporada más, desembarazándose así de la sombra de un hipotético homenaje que le habría dado más vigor a sus rivales, empezando por el germano.

Zverev no se fía

Zverev también se encargó de marcar sus fronteras de cara al duelo y empezó asegurando que no saltará a la pista con ningún tipo de relajación, convencido de que se encontrará con el mejor Nadal posible, el mismo que otras veces ya llegó a París sin títulos y acabó llevándose la copa.

En el recuerdo del germano está la semifinal de 2022, en la que iba tuteando al español cuando su tobillo se quebró llevándose por delante sus esperanzas y casi un año de su carrera.

El alemán ya había dicho que no quería que su último partido contra Nadal en París fuera aquel, en el que abandonó la pista en silla de ruedas, pero reconoció que hubiera preferido que la cita llegara algo más tarde.

Una vez que los dos protagonistas mostraron sus cartas, les tocaba mojarse a los demás.

Mischa Zverev, el primogénito de la familia, aseguró que ve a su hermano llevarse el duelo en tres sets, mientras que Roger Federer afirmó que el español “todavía es capaz de hacer un gran Roland Garros”.

Mats Wilander, por su parte, no ve a Rafa encadenar siete victorias y levantar así una décimo quinta Copa de Mosqueteros, pero el sueco no se moja sobre sus opciones de prolongar un poco más su estancia en al capital.

La máquina de estadísticas no ha parado y se han desempolvado algunas que indican que Zverev tarda en entrar en calor en París.

En 2021 tuvo que remontar dos sets contra su compatriota Oscar Otte, un año después de haber tenido que batallar más de cuatro horas contra el francés Pierre-Hugues Herbert y uno antes de que el argentino desperdiciara una bola de partido para eliminarle en segunda ronda.

Pero a sus 27 años Zverev ha madurado y su tenis se ha hecho más sólido. Nadal lo comprobó hace dos años, cuando a duras penas había ganado la primera manga y se encaminaban a desempatar en la segunda cuando el tobillo del germano cedió.

Era la segunda semifinal consecutiva a la que llegaba el alemán, que el año pasado repitió esa ronda, demostrando que es un jugador fiable. Nadal está advertido.