Cuando el mundo reprobaba a Elvis Presley

Liza Luna

CIUDAD DE MÉXICO, enero 8 (EL UNIVERSAL).- El nacimiento del mayor ícono musical del rock and roll fue el 8 de enero de 1935. Este 2023 apenas cumpliría 88 años, aunque sabemos que su esencia ya es eterna. Acerca de su vida vemos películas, libros y anécdotas, aunque a veces olvidamos que hubo un mundo que odió al joven rocanrolero.

Su carrera despegó entre 1955 y 1957. Las páginas de EL UNIVERSAL lo mencionaron por primera vez el 7 de septiembre de 1956, pero no por un éxito radiofónico ni por una presentación legendaria: fue por una foca adoptada en Estados Unidos. El animal que tenía pocas semanas de vida emitía un sonido fuerte y vacilante, casi ensordecedor, y su familia lo llamó Elvis Presley.

Lo sugestivo de Elvis

Para que esta foca fuera importante en 1957 era porque Elvis Presley —versión humana— ya era el monstruo musical que conocemos ahora. Su voz retumbó en cada rincón de los oídos, seduciendo a las más jóvenes; con su ingenioso rock and roll llamó rápidamente la atención del mundo, y sus presentaciones noquearon la mente de los adolescentes.

Los productores construyeron una campaña enorme de publicidad alrededor del cantante y del género del rock and roll, pero las canciones y bailes se vendían solos, aumentando a diario los números de venta y fanáticos en Estados Unidos.

Elvis cantó en muchos programas televisivos, donde mostró el movimiento alucinante de sus caderas y luego de unos años usaba unas patillas tan largas que a cualquier conservador molestarían de inmediato.

Los chicos estadounidenses imitaron su imagen con chamarras de cuero, pantalones raspados de mezclilla, cabello con mucho fijador y pasos rítmicos muy sugestivos.

Se le consideró peligroso y vulgar

Qué sería de un éxito contundente sin su contraparte detractora. La imagen que Elvis transmitía a sus seguidores se consideró peligrosa y vulgar.

Hubo un tremendo desagrado contra su música, revolucionaria para la época, con ritmos afroamericanos, como jazz o rhythm and blues, muy atractivos para bailar, pero algo "corrientes" para los oídos más "exquisitos".

Un ciudadano envió una carta a EL UNIVERSAL en febrero de 1957 y condenó que el cantautor "ayudara a corromper el gusto del público".