Mitos y verdades sobre Elizabeth Báthory, la mayor asesina de la historia

La condesa Elizabeth Báthory personificada por la actriz inglesa Anna Friel (Captura de pantalla YouTube).
La condesa Elizabeth Báthory personificada por la actriz inglesa Anna Friel (Captura de pantalla YouTube).

De la condesa Elizabeth Báthory se ha dicho de todo en los últimos cuatro siglos.

Unos la acusan de adultera, asesina serial, vampira y sádica. Otros la describen como una mujer poderosa que fue vilificada para apartarla del juego político de la Hungría de los 1600.

Sin duda que la imagen más extendida en la cultura popular es la de una noble despiadada que desmembraba a sus sirvientas vírgenes para bañarse en su sangre y así mantener la tersura de su piel.

Con similar carta de presentación, no es de extrañar que la vida de Báthory sirviera para condimentar las historias de terror de lo que hoy se conoce como Transilvania, cuna de otros siniestros personajes como Vlad III, cuyas historias de empalamientos y torturas a sus enemigos inspiraron al escritor irlandés Bram Stoker para crear el personaje de ficción del Conde Drácula.

Vlad Drăculea no fue el único ascendente de Elizabeth con tendencia a la violencia. La poetisa argentina Alejandra Pizarnik recreó la naturaleza perversa de los Báthory en La Condesa Sangrienta, basándose en la biografía escrita por Valentine Penrose: "Los parientes de la condesa no desmerecían la fama de su linaje. Su tío Istvan, por ejemplo, estaba tan loco que confundía el verano con el invierno, haciéndose arrastrar en trineo por las ardientes arenas que para él eran caminos nevados; o su primo Gábor, cuya pasión incestuosa fue correspondida por su hermana. Pero la más simpática era la célebre tía Klara. Tuvo cuatro maridos (los dos primeros fueron asesinados por ella) y murió de su propia muerte folletinesca: un bajá la capturó en compañía de su amante de turno: el infortunado fue luego asado en una parrilla. En cuanto a ella, fue violada --si se puede emplear este verbo a su respecto-- por toda la guarnición turca".

Contraria a las interpretaciones literarias, la historiadora estadounidense Rachael L. Bledsaw intentó dilucidar los misterios de la biografía Báthory, quien murió a los 54 años en agosto de 1614, cuando cumplía arresto domiciliario en el castillo de Cjesthe por una acusación formal de matar a 80 jovencitas aunque es posible que nunca se sepa a cuántas chicas asesinó en realidad.

Cachtice Castle ruin from 13th century in Carpathians, Slovakia, Place associated with bloody countess
Las ruinas del castillo de Cjesthe se encuentran en lo que hoy se conoce como los Cárpatos en Eslovaquia. Allí vivió, mató y murió la condesa Elizabeth Báthory. (Getty Images)

"(Las víctimas) podrían estar entre 50, el mayor número recordado por la mayor de sus cómplices, Ilona Jo, a seiscientos cincuenta, que es el número mencionado por Susana, una campesina que fue testigo durante la preparación del juicio que nunca ocurrió", escribió Bledsaw en su tesis No Blood in the Water: The Legal and Gender Conspiracies Against Countess Elizabeth Bathory in Historical Context.

La investigadora aseguró que los rumores sobre la condesa llamaron la atención de los escritores de sucesos y de los imaginativos novelistas góticos, quienes, dependiendo de su procedencia, la victimizaban o exageraban su infamia.

Lo fascinante de la propuesta de Bledsaw es que el mito de la célebre "Condesa Drácula" ha servido para justificar el pensamiento político, religioso o la morbosidad del momento, dejando en la oscuridad la historia real de una mujer compleja que sigue siendo recordada en el folklore húngaro, estudiada en la academia o comentada en la cultura de masas.

¿Víctima o victimaria?


En Europa Oriental, las leyendas sobre Báthory fueron reinterpretadas a finales de la década de1980, para convertirse en una metáfora del sufrimiento de los húngaros durante los años de comunismo. Varios investigadores compararon la suerte de la condesa con los juicios falsos levantados contra los disidentes durante la era comunista.

En Occidente prevaleció inicialmente la versión sensacionalista de una mujer sanguinaria, enloquecida por la lujuria y la brujería. El académico jesuita Laszlo Turoczi fue el primero en escribir un libro sobre Báthory en 1760, Tragica Historia, basado en los manuscritos de los juicios a las cómplices de la condesa.

Laszlo fue el creador de la mitología vampiresca sobre la condesa sangrienta porque en los textos anteriores no había aparecido la presunta práctica de la aristócrata de bañarse en sangre para obtener juventud.

Bledsaw alegó que el hermano jesuita habría incluido estos elementos despiadados para demonizar aún más la fe protestante y espantar a los que pensaban abandonar el catolicismo. Báthory era una protestante que detentó su poder en una época en que se expandía el pensamiento de Martín Lutero, quien impulsó una forma religiosa que promovía a los fieles apartarse de los vicios y los lujos de la Iglesia.

Mientras que Laszlo era un sacerdote católico que escribía 150 años después, por el encargo de la monarquía católica de los Habsburgo.

La reputación maligna de Báthory aumentaba con la publicación de cada nueva investigación. El reverendo Sabine Baring-Gould reveló dantescos detalles de las torturas perpetradas por la condesa y sus cómplices a sus víctimas en el libro The Book of Werewolves: Being an Account of a Terrible Superstition, publicado en 1865.

"Ocasionalmente ella mandaba a quemar a las niñas, y luego las descuartizaba, pero la mayoría eran golpeadas hasta morir", describió Baring-Gould sobre los delitos.

Para comienzos del siglo XX, un trabajo del escritor R. A. von Elsburg introdujo otros elementos más mundanos que describieron a Báthory como una adúltera lesbiana que había tenido un hijo bastardo antes de su casamiento con Francis Nadasdy en 1574.

Las investigaciones de Penrose, que inspiraron a Pizarnik, fueron publicadas en 1970. La fortaleza de sus hipótesis se sustenta en que fue la primera en recurrir a las fuentes primarias usadas por el padre Laszlo y su debilidad es que al no ser historiadora sino en una poeta que solo se enfocó en los pasajes de perversión sexual y criminal de la condesa sin cuestionar la veracidad de los testimonios obtenidos bajo coerción.

Elizabeth y a la historia de Hungría

Para comprender a Elizabeth Báthory hay que repasar el contexto histórico de su vida y sus leyendas.

Elizabeth nació el 7 de agosto de 1560 y fue la segunda de cuatro hijos de una pareja de aristócratas húngaros. Como otras familias cristianas calvinistas de Hungría, los Báthory se esmeraban en ofrecer a sus hijos una educación amplia, con énfasis los idiomas, la literatura clásica y la filosofía.

A los 10 años, Elizabeth era una niña lista y polifacética que disfrutaba de la lectura, de la equitación y el ajedrez, cualidades que sus padres consideraron suficientes para ofrecerla en matrimonio, en una sociedad que se apoyaba de esas alianzas para su propia subsistencia.

Fue así como la familia Báthory, que era inmensamente rica, propuso a la poderosa familia Nadasdy casar a Elizabeth con su hijo Francis, oferta que fue aceptada de inmediato, aunque la unión no se consumó hasta que ella tenía catorce años y él 20.

La pareja tuvo cinco hijos pero sólo tres sobrevivieron hasta la adultez. La unión resultó ser una empresa exitosa y la familia tuvo riqueza y poder hasta 1591, gracias a los excedentes de sus granjas ubicadas en lo que era entonces el granero de Europa. Sin mencionar que en aquella época la aristocracia no pagaba impuestos por sus tierras.

Aunque Hungría ya estaba dividida entre un sector dominado por la nobleza, otro que controlaba la monarquía de los Habsburgo y otro sector invadido por el Imperio Otomano, los primeros 30 años de la vida conyugal de los Báthory transcurrieron en relativa tranquilidad.

La actriz franco-estadounidense Julie Delpy interpretó a Elizabeth Báthory en 2009 en la película "The Countess". (Captura de pantalla YouTube)
La actriz franco-estadounidense Julie Delpy interpretó a Elizabeth Báthory en 2009 en la película "The Countess". (Captura de pantalla YouTube)

Pero la Guerra de los Quince Años y la Gran Guerra fueron tan nefastas que cercenaron los vínculos de la cultura húngara con Europa Occidental y empeoraron la fama sangrienta de los Báthory. Las acciones miliares de Francis le ganaron el apodo del Líder Negro de Hungría, por el placer que le causaba torturar y empalar a sus enemigos turcos.

La guerra que trajo devastación, hambruna y miseria para Hungría, no afectó inicialmente a los Báthory, quienes aún vivían en la opulencia debido a los tesoros otomanos que Francis saqueaba y enviaba a casa desde el frente de batalla. Su riqueza era tal que prestaron dinero a la familia real de los Habsburgo para que asegurar el pago de las tropas y continuar con su estrategia bélica.

La burbuja de la prosperidad estalló por el alejamiento de Hungría de Europa Occidental y con la llegada de los alimentos desde América, conocida entonces como el nuevo mundo.

Elizabeth dirigió el funcionamiento de sus granjas y propiedades en ausencia de Francis, quien era despiadado en las batallas contra los turcos y practicaba la tortura a sus siervos pero no permitía que las reprimendas terminaran en la muerte.

La fortuna y la contención de Elizabeth se desboronó en 1604 con la muerte de su marido Francis de una enfermedad desconocida. Su infortunio se profundizó un año después, con la muerte de su hermano, quien además de su guía le permitía seguir recibiendo dinero de su familia materna.

Sin esposo, sin hermano, sin fortuna y con los hijos ya adultos y fuera de casa, Elizabeth se convirtió en la regidora absoluta de sus dominios de una Hungría que en nada se parecía al lugar en el que había nacido.

El gusto por la muerte

Elizabeth compensó su soledad rodeándose de amigas y de servidumbre de confianza que pudieron haber exacerbado sus instintos criminales. Una de esas malas compañías habría sido Anna Dorvula, una croata con fama de bruja que habría enseñado a golpear y torturar a jovencitas hasta morir.

La condensa ya tenía experiencia torturando a sus sirvientas bajo la supervisión de su marido Francis pero se detenía antes de matarlas. La libertad que le proporcionaba su viudez le permitió satisfacer sus instintos asesinos, torturando a las criadas hasta verlas morir.

Ruins of medieval castle in cahtice which is famous of countess Bathory
Elizabeth Báthory habría mojado a sus víctimas antes de enterrarlas vivas en la nieve, relataron testigos. (Getty Images)

Bledsaw explicó que para 1609, Elizabeth estaba agobiada por la escasez de efectivo y de víctimas. Así que se las ingenió para crear un gimnasio, que era el término usado en la época a los lugares donde los jóvenes recibían los últimos años de educación formal.

Aunque los campesinos y sirvientes se negaban a mandar a trabajar a sus hijas al castillo de Cjesthe, las familias nobles de menor jerarquía pensaron que era buena idea enviar a sus hijas al recién creado gimnasio con la esperanza de que Elizabeth las instruyera en la etiqueta y protocolo de la corte de Viena.

"Desafortunadamente enviaron a sus niñas a la muerte, en tres semanas todas las estudiantes de Báthory estaban muertas. Ninguno de los cadáveres fue entregado a sus deudos".

El rey Matías III se vio presionado a actuar. Aunque pudo hacerse la vista gorda ante las denuncias de los asesinatos de las chicas campesinas, tuvo que reaccionar cuando se levantaron sospechas de las muertes de las herederas de la nobleza.

Una asesina peculiar

Los crímenes de Báthory combinan de manera única la concepción actual de un asesino múltiple o serial con la concepción antigua de la violencia de género, dijo Bledsaw.

Asegura que la condesa tiene que ser considerada como una asesina múltiple porque con seguridad tuvo decenas de víctimas pero la cifra podría superar el medio millar. También hay que considerarla una asesina porque no tenía motivos de fuerza para matar, como una guerra a lo defensa propia. Y otra parte, el impulso de Báthory de aniquilar a jóvenes sirvientas no sólo es consistente con el concepto de violencia femenina en la Europa de la época sino con el perfil de las asesinas comunes.

"Las torturas siempre fueron hechas en privado...Báthory realizaba sus actos en las cocinas, baños y mazmorras de sus casas y los testigos generalmente eran otras sirvientas".

Pero la manera de matar no encaja con los códigos de la mayoría de las mujeres asesinas, quienes evitan la violencia y se inclinan por métodos más planificados como el envenenamiento.

Báthory usaba cuchillos, velas, agujas y objetos contundentes y las chicas morían desangradas, quemadas o destrozadas. "En vez de atacar partes del cuerpo asociadas con la belleza o la maternidad, Báthory adoptó un método muy masculino" y atacaba a sus víctimas en los brazos y piernas asociados con su trabajo.

Lo que comenzó con métodos para disciplinar a sus sirvientas, se convirtieron en torturas y luego fueron una sentencia de muerte.

Báthory pensó que la ley no la tocaría porque era una condesa de una familia intachable, pero no calculó los cambios geopolíticos, morales y legales del renacimiento.

Las evidencias históricas descartan las fábulas de una condesa sumergida en un tina llena de sangre. También descartan que fuera aniquilada por rivales políticos o por la enorme cantidad que la monarquía húngara le adeudaba. Para ello, el mecanismo más sencillo y común era forzar un juicio por brujería.

Todo parece apuntar a que Báthory fue en realidad la primera y más letal asesina serial de la que se tiene registro. Mató a decenas de jóvenes, con violencia y a sangre fría. Y fue así cómo nació la leyenda.