El misterio de los objetos culturales desaparecidos en Haití, que son anteriores a la fundación del país en 1804

Son el preciado botín de la reñida lucha por la libertad de Haití, arrebatados en batalla a potencias europeas y colocados sobre el monumento más venerado del país, Citadelle Henry, para protegerlos de la ocupación francesa.

Tesoros nacionales, los cañones del siglo XVIII tienen un valor incalculable. Los más grandes, fundidos en hierro, flanquean la fortaleza en la cima de la montaña, a las afueras de la ciudad septentrional de Cabo Haitiano, en la localidad rural de Milot. Los más pequeños, fundidos en bronce con intrincadas marcas que aluden a sus orígenes, han estado a buen recaudo tras puertas cerradas en un museo abierto solo a dignatarios, diplomáticos y otros personajes importantes.

Ahora, al igual que las Joyas de la Corona Irlandesa, que desaparecieron de un castillo de Dublín en 1907 y nunca fueron halladas, dos de los cañones más pequeños desaparecieron sin dejar rastro del interior de la galería cerrada del museo.

El robo fue advertido por primera vez hace más de dos semanas por un guardia de seguridad del monumento. Pero no se hizo público hasta hace poco, después que la gente empezó a comentarlo en las redes sociales. Hasta el jueves no se había notificado oficialmente a la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que considera que los cañones forman parte de su designación de Patrimonio de la Humanidad de la Citadelle y otros monumentos históricos situados en el Parque Histórico Nacional de Milot.

Esta notificación por parte de las autoridades haitianas es necesaria, según las fuentes, para que la UNESCO emita una alerta sobre los artefactos culturales desaparecidos, de modo que se pueda avisar a INTERPOL con la esperanza de localizar los cañones, que según un conservacionista pudieran “estar ya a medio mundo de distancia”.

Patrick Durandis, actual director del Instituto para la Salvaguarda del Patrimonio Nacional (ISPAN), achacó el retraso en la notificación a la UNESCO a la situación actual de Haití, asolado por la violencia de las pandillas. El robo, dijo, le obligó a visitar Cabo Haitiano, al que no había podido llegar desde Puerto Príncipe.

“Tengo las fotos de los cañones y estoy reuniendo los archivos para montar los formularios y hacer la petición”, dijo el jueves.

Durandis dijo que si los cañones siguen en Haití depende de si fueron robados por su metal precioso o como objeto de coleccionista.

“Se habla de un jefe pandillero que subió a la Citadelle por la noche, bajo la lluvia, para cometer este crimen. En principio todos en Milot lo saben, muchos de los habitantes en la comuna saben exactamente lo que pasó”, dijo Durandis. “Pero Haití es un país muy peculiar. Incluso cuando animas a la gente a hablar y dar la cara, hay algo en sus mentes que les impide hacerlo”.

Neat Achille, director del instituto de la región norte de Haití, responsable de la protección de la Citadelle, afirma que el robo es un trabajo desde dentro.

“Como mínimo es uno de los empleados el cómplice o el autor del robo”, dijo Achille. “En el lugar donde estaban los cañones, no podían marcharse así como así, en primer lugar. En segundo lugar, estaban situados en una zona de la Citadelle que está cerrada al público. La última visita que se hizo allí fue hace tres años. Nadie ha entrado, salvo los empleados de la Citadelle que van a limpiar y los de seguridad”.

Achille dijo que actualmente hay una docena de personas empleadas en la Citadelle y que todas han sido encarceladas en el marco de una investigación.

“Es un empleado deshonesto el que llevó a cabo esto”, dijo.

Una docena de empleados de la Citadelle Henry de Haití están actualmente encarcelados después de que desaparecieran dos cañones del interior de un museo cerrado con llave en la fortaleza situada en la cima de una montaña, en la ciudad septentrional de Milot. Semanas después, la UNESCO aún no ha sido informada del robo.
Una docena de empleados de la Citadelle Henry de Haití están actualmente encarcelados después de que desaparecieran dos cañones del interior de un museo cerrado con llave en la fortaleza situada en la cima de una montaña, en la ciudad septentrional de Milot. Semanas después, la UNESCO aún no ha sido informada del robo.

Achille afirma que el robo salió a la luz después de que un guardia de seguridad diurno, Ernest Valmyr, informara que había una mesa vacía donde se habían expuesto los cañones. Valmyr, según Achille, había subido al museo para cerrar dos ventanas abiertas cuando llovía.

“Nos llevamos a todos para que, si alguien sabe algo, tenga que hablar”, dijo Achille.

Atentado contra la historia de Haití

De momento nadie se atribuye la autoría, y la misteriosa desaparición y la forma en que se está gestionando están suscitando más preguntas que respuestas.

“Cuando crecía a la sombra de la Citadelle, este monumento y su compañero, el Palacio Sans-Souci, nos recordaban constantemente a los jóvenes que debíamos soñar a lo grande”, declaró Frandley Julien, abogado especializado en inmigración del sur de la Florida y originario de Milot, donde los monumentos forman parte de las atracciones turísticas de la zona. “Es triste ver que nuestra generación, tras fracasar en cumplir la grandiosa visión de nuestros antepasados, ni siquiera tiene la decencia de preservar su legado”.

A Dominique Dupuy, embajadora de Haití ante la UNESCO, le preocupa que, si no se recuperan los cañones, su desaparición pueda suponer “una amenaza para la integridad de la Citadelle [y] la clasificación del parque nacional como Patrimonio de la Humanidad”.

Los cañones, señala, forman parte de la historia haitiana, son símbolos de la lucha de Haití por la libertad..

“El simbolismo de este robo es enorme”, dijo. “Es como la antítesis de la fundación de la nación haitiana. ¿Qué dice, si lleguemos a un punto en el que permitimos que la riqueza de nuestra revolución se venda en pedazos? Es el principio del fin de todo lo que representamos como nación a nivel simbólico”.

Colección de cañones

La colección de cañones de la Citadelle está considerada entre las mayores del mundo. Fueron adquiridos de ingleses, españoles y franceses después de que los esclavos de la isla, entonces conocida como Saint-Domingue, se rebelaran y lanzaran la Revolución Haitiana en 1791.

El levantamiento, que duró 12 años, culminó finalmente en la Batalla de Vertières el 18 de noviembre de 1803, cerca de Cabo Haitiano, cuando el ejército dirigido por el esclavo convertido en héroe revolucionario Jean-Jacques Dessalines derrotó al ejército de Napoleón.

El 1 de enero de 1804, Dessalines declaró el nacimiento de una nueva nación, Haití, la primera república negra libre del mundo. Para defender esa libertad, Henri Christophe, general en la guerra, asumió el poder tras el asesinato de Dessalines y encargó la construcción de una gran fortaleza del siglo XIX, la Citadelle Henry o La Citadelle.

Daniel Elie, ex director del ISPAN, considera la desaparición de los cañones como el más reciente ataque a la historia cultural de Haití. Hace cuatro años, la histórica iglesia de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción fue parcialmente destruida por un incendio. Construida en 1809, la iglesia está en el Parque Nacional de Historia, en el parque Milot, junto con las ruinas del Palacio de Sans-Souci y el sitio fortificado de Ramiers.

En abril, en medio de la letal violencia de las pandillas en Puerto Príncipe, grupos armados saquearon la Biblioteca Nacional en su intento de derrocar al gobierno. El ataque contra la colección de libros raros y manuscritos de la biblioteca, que documentan 200 años de historia haitiana, se produjo tras una serie de ataques contra otras instituciones, entre ellas la Escuela Normal Superior, la más antigua de Haití, y la Escuela Nacional de Arte.

“La educación de la historia se ha degradado mucho en Haití”, afirmó Elie. “La gente no cree en la historia. Siempre estamos hablando de 1804, de la primera república negra, de la batalla de Vertillers; de cómo vencimos al ejército de Napoleón. Cuando se cuenta esta historia, paralelamente al hecho de que la persona no puede ir a la escuela, no puede comer, hay una cierta confusión con la realidad que está viviendo. ... Es difícil para un maestro contar esta historia con una población que vive en la miseria y la única esperanza que tiene es salir del país”.

El robo de los cañones lo enfureció, dijo, aunque no le sorprendió.

Hacía tiempo que la gente “esperaba este tipo de atraco en la Citadelle”, dijo Elie, recordando cómo después desaparecían regularmente balas de cañón.

Elie, que es arquitecto, fue director de la institución en dos ocasiones, y salvaguardar tanto los cañones como las balas de cañón era una prioridad. Supervisó la construcción del museo, financiado por el Museo del Panteón Nacional.

Hay otros problemas con el sitio cultural, dijo.

“No hay seguridad real”, dijo. “Lo que llaman seguridad está mal organizada. No tienen supervisor y no hay control”.