Miles de camboyanos amenazados por un nuevo macrocanal

La camboyana Sok Rom, una viuda de 56 años, contempla las obras de construcción del nuevo canal Funan Techo que amenazan con dejarla sin casa, el 9 de julio de 2024 (TANG CHHIN Sothy)
La camboyana Sok Rom, una viuda de 56 años, contempla las obras de construcción del nuevo canal Funan Techo que amenazan con dejarla sin casa, el 9 de julio de 2024 (TANG CHHIN Sothy)

Humilde propietario de un puesto de comida, Dem Mech contempla el paisaje desde el patio de la casa que comparte con ocho familiares. Pronto su hogar puede desaparecer por la construcción de un macrocanal en Camboya.

Mech es uno de los miles de camboyanos que pueden verse despojados de sus casas por esta infraestructura de 180 kilómetros de largo, que conectará el río Mekong con el golfo de Tailandia.

Con un coste estimado de 1.700 millones de dólares, el canal Funan Techo es un proyecto clave para el gobierno de Camboya, que augura enormes beneficios económicos y la creación de miles de empleos en uno de los países más pobres del sudeste asiático.

"No me enfrentaré al gobierno, pero lo que quiero es una compensación decente", dice Mech, de 57 años. "No tenemos ninguna información oficial. Sólo hemos escuchado hablar de ello por redes sociales", lamenta.

El proyecto ofrecerá una alternativa a los buques de mercancías, que actualmente continúan el curso del Mekong hasta su desembocadura en Vietnam, y de esta forma permitirá que los ingresos del transporte se queden dentro del país.

El gobierno planea también crear zonas económicas a lo largo del canal que, según sus previsiones, crearán decenas de miles de empleos.

Pero estas promesas no consuelan a Mech.

"Si la compensación es pequeña, me iré con lágrimas" en los ojos, admite. "No hay nada que podamos hacer excepto llorar. Los aldeanos no podemos levantarnos contra ellos", continúa.

El mismo sentimiento abunda a lo largo de la ruta por donde discurrirá el canal, donde el trabajo de las máquinas excavadoras ya hace tambalear las casas colindantes.

Muchos de los que hablaron con la AFP pidieron no ser identificados por miedo a represalias de las autoridades.

- Una "compensación justa" -

La casa de Lim Tong Eng da a un canal procedente del Mekong que ahora se está ampliando como parte del proyecto.

El gobierno ha previsto una ceremonia el 5 de agosto en la orilla opuesta del canal para celebrar el inicio del proyecto, y ha pedido a los templos de la zona que hagan repicar sus campanas.

Pero este granjero jubilado de 74 años no asistirá. Con las obras ya en marcha, él todavía no sabe cuándo tendrá que dejar su hogar ni qué compensación recibirá.

"Desde que era joven y hasta ahora, esto es todo lo que he adquirido. Y ahora se ha terminado", dice a la AFP.

El viceprimer ministro de Camboya, Sun Chanthol, garantizó que "las voces de la comunidad serán escuchadas y su bienestar priorizado" y prometió "un plan participativo y una compensación justa".

Pero grupos activistas advierten que normalmente los proyectos de infraestructura en el país dejan a las personas afectadas por expropiaciones desamparadas y con una mínima compensación.

Aunque pueden recurrir a los tribunales, "la posibilidad de ganar es mínima", dice Am Sam Ath, director de operaciones del grupo de defensa de derechos LICADHO.

El canal cuenta también con apoyo al menos en parte de la población, y distintos analistas lo ven como el símbolo de una unificación nacional.

- Medioambiente y financiación -

Activistas medioambientales también recelan de sus consecuencias para el caudal del Mekong, de donde procede un cuarto de la pesca mundial en río y alrededor del cual se produce un 50% del arroz de Vietnam.

Otras incógnitas rodean el proyecto, como si su objetivo principal será el transporte de mercancías o el desvío de agua para regadío o quién lo financiará y, por lo tanto, se llevará sus beneficios.

El año pasado, el gigante de la construcción china CRBC, que ha financiado otras infraestructuras en Camboya, aceptó llevar a cabo un estudio de viabilidad de proyecto.

Autoridades camboyanas han insinuado que esta empresa estatal china podría financiar parte del canal, pero la firma no se ha pronunciado.

Poco le importa esta discusión a Sok Rom, una viuda de 56 años, que no puede conciliar el sueño preocupada por adónde irá.

"Me siento vacía por dentro. Estamos perdiendo el lugar donde vivíamos felices", afirma.

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