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Micros en la CDMX, la maldición chatarra que nadie puede exterminar

Micros CDMX, una relación de amor-odio que amaga con un cambio radical para el 2024. (Reuters/Edgar Garrido)
Micros CDMX, una relación de amor-odio que amaga con un cambio radical para el 2024. (Reuters/Edgar Garrido)

Las micros clásicas de CDMX han recibido una fecha de expiración: a partir de 2024, según informó el gobierno capitalino, deberían dejar de circular y abrir paso a nuevos buses que, finalmente, tendrán la misma misión, la de transportar a millones de ciudadanos todos los días en la Metrópoli —serán los camiones morados, que son más grandes y espaciosos—. Después de más de treinta años de servicio, las micros color verde con gris pasarían a un proceso de chatarrización que ha sido progresivo.

Al comienzo de la gestión de Claudia Sheinbaum como jefa de Gobierno había 5 mil 800 unidades de este tipos. Hasta el momento, han sido chatarrizadas 2 mil 485 unidades. "Con esto podemos decir que tenemos todo para poder sustituir todos los microbuses de la Ciudad de México entre 2023 y 2024 y estamos haciendo un trabajo muy importante con los transportistas para que se acerquen y puedan entrar a este programa tan importante que permita tener estos autobuses modernos. Es una muy buena noticia”, explicó Sheinbaum en conferencia de prensa.

En junio del año pasado, Andrés Lajous, secretario de Movilidad, adelantó que en cuatro corredores en los que operará en transporte concesionado en la Ciudad de México ya no había micros viejas: División del Norte-Vertiz (Benito Juárez y Tlalpan); Prolongación División del Norte (Xochimilco y Milpa Alta); Aragón (Gustavo A. Madero); Zona de Culhuacanes (Coyoacán e Iztapalapa). En cuanto a las rutas seguirán con el plan de reemplazar sus unidades clásicas serán las siguientes: Eje 8, Centro Histórico, Zaragoza-Neza, Pedregales de Coyoacán, Tlalpan Centro, Azcapotzalco, Gustavo A. Madero-Centro, Iztacalco-Neza, Xochimilco-Centro y Avenida Tláhuac.

Y también detalló, en ese momento, algunos lineamientos que deberán seguir las empresas concesionarias: “Esta transformación implica pasar del modelo hombre-camión, en donde un individuo es dueño de la unidad y renta esa unidad para un chofer que la opere a operar como empresa. Operar como empresa implica que los conductores tienen salarios y derechos laborales. Que no tienen que competir por el pasaje y que por tanto tienen paradas fijas, frecuencias preestablecidas y horarios de servicio”. Dentro de los beneficios que plantean para el próximo año, resalta que se pueda acceder al transporte público con la tarjeta de movilidad, que sirve para pagar sin efectivo en todos los medios de transporte de la Ciudad de México.

El proceso ha demorado, pues 37 años de circulación (empezaron funciones en 1987 y desde 1996 abarcaron más espacio territorial con la quiebra de la afamada Ruta 100) representan desventajas en todos los ámbitos: un transporte viejo, insuficiente en términos de abasto y espacio, que tenía como una ventaja el precio de los pasajes, que solía ser económico incluso para grandes trayectos —ahora partirá desde los ocho pesos con variaciones de acuerdo con la distancia que se recorra—. Sheinbaum dijo que espera contar con "la voluntad" de las empresas transportistas para poder finiquitar este cambio y dar el salto generacional en cuanto a transportes.

Y es ahí donde radica el problema: ¿cómo puede garantizarse el 'exterminio' total de estas micros si el transporte es concesionado y desde hace años está claro que las micros existentes ya no cumplían con los estándares exigidos? Para las empresas la ecuación era perfecta, porque podían seguir con las mismas unidades, que apenas y recibían mantenimiento o remodelaciones en el mejor de los casos, y seguían obteniendo ganancias porque para los usuarios no hay otra alternativa. Se abre así la interrogante de si el gobierno de la Ciudad efectivamente tendrá el poder de persuasión necesario y si los créditos a cinco años serán suficiente argumento para convencer a las empresas transportistas.

En total, se invertirán unos 1 mil 800 millones de pesos. El cambio será radical, al menos en los planes, y apuesta a ofrecer soluciones para una ciudad caótica. Pero viene lo más difícil: convencer a las concesionarias de hacerlo y caminar de la mano con los planes del gobierno. Esa misión es cosa seria.

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