¿Quién es Michel Barnier, el nuevo primer ministro de Francia?
Tras dos meses de bloqueo político, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha nombrado finalmente a su nuevo primer ministro, Michel Barnier.
El nombramiento del antiguo negociador del Brexit se produce tras semanas de disputas políticas, en las que los partidos de ambos lados del pasillo han luchado por sacar a la palestra a su candidato preferido tras las elecciones legislativas anticipadas de julio.
A sus 73 años, es el primer ministro de mayor edad de la V República en el momento de su nombramiento. Barnier tendrá ahora que superar una moción de censura en la Asamblea Nacional, la cámara baja del Parlamento francés, y sortear una crisis política.
Su ascenso al cargo de primer ministro sería el último añadido a una larga y reputada carrera política que le ha mantenido entre París y Bruselas.
De orígenes humildes
Barnier nació en la región alpina oriental de Saboya en 1951, en el seno de una familia de artesanos del cuero y católicos practicantes de izquierdas que llevaban una vida modesta pero cómoda.
Comenzó su activismo político a los 14 años, uniéndose al movimiento de Charles de Gaulle, y rápidamente encontró trabajo como asesor ministerial al graduarse en la prestigiosa École de Commerce Supérieur de París (una escuela de negocios) en 1972.
Asesoró a ministros durante varios años antes de decidir ensuciarse las manos de verdad. En 1978 fue elegido diputado más joven de la Asamblea Nacional.
Al cabo de 15 años, tras una estancia en Savoya para colaborar en la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1992 en Albertville, volvió a trabajar para el Gobierno, esta vez como ministro de pleno derecho. Pasó dos años en la cartera de Medio Ambiente y otros dos como ministro de Asuntos Europeos, cargo que más tarde le serviría de trampolín a Bruselas.
Cuestiones como el Tratado de Maastricht, la creación del euro y la libre circulación en el bloque situaron a Barnier en el punto de mira europeo: aunque se convirtió en senador francés en 1997, acabó firmemente instalado en Bruselas cuando fue nombrado comisario de Política Regional de la UE en 1999.
Al ser una de las principales figuras del proyecto europeo, Barnier también pudo darse a conocer en Francia. En 2004 fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores y en 2007 de Agricultura y Pesca, dos puestos clave del gabinete francés.
Bruselas, Brexit y más allá
En 2009 regresó a Bruselas, primero como eurodiputado y luego como comisario de Mercado Interior y Servicios, uno de los puestos más importantes del Ejecutivo comunitario.
Desde este elevado cargo, intentó sin éxito convertirse en presidente de la Comisión Europea en 2014, pero perdió ante el luxemburgués Jean-Claude Juncker. Sin embargo, otro cargo de alto nivel estaba a la vuelta de la esquina.
En una decisión que conmocionó a toda la UE, el Reino Unido votó a favor de abandonar el bloque en 2016, lo que desencadenó una serie tras otra de intensas negociaciones sobre las condiciones del divorcio.
Barnier fue el encargado de liderar el equipo negociador de la UE, un papel que le proporcionó una gran visibilidad tanto en el Reino Unido como en la burbuja de Bruselas. Su gestión de los casi cinco años de conversaciones sobre el Brexit, que abarcaron tanto la salida del Reino Unido de la UE como la futura relación entre ambos, le granjeó importantes elogios y admiración en los círculos de la UE.
Sin embargo, sus ojos volvieron pronto a su patria. En 2021, Barnier anunció que se presentaría a las elecciones presidenciales francesas del año siguiente, pero finalmente no consiguió el apoyo suficiente del partido liberal-conservador Los Republicanos, que en su lugar se decantó por Valérie Pécresse.
Un Parlamento fragmentado
Ahora, Barnier parece dispuesto a ocupar el segundo cargo más importante del país, para consternación de diputados y ciudadanos.
Las elecciones de julio dividieron la Asamblea Nacional en tres bloques casi iguales: la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP), el grupo centrista de Macron y la ultraderechista Agrupación Nacional.
Con los tres prometiendo no colaborar entre sí, Macron siempre iba a tener dificultades para encontrar un primer ministro capaz de reunir suficientes votos de los diputados para imponerse en la Asamblea Nacional.
Jean-Luc Mélenchon, líder del mayor partido de la izquierda francesa, La Francia Insumisa (LFI), afirmó que el nombramiento de Barnier había "robado" las elecciones a los franceses, ya que el Nuevo Frente Popular acabó siendo la mayor formación política.
Jordan Bardella, de la Agrupación Nacional, reaccionó a la noticia diciendo que el partido "reconocía" el nombramiento de Barnier tras una espera "indigna de una gran democracia".
Barnier parece tener mucho trabajo por delante si llega a ocupar el cargo, pero su primera gran tarea es conseguir el apoyo suficiente en el Parlamento para sobrevivir a la moción de censura y llegar al poder.