Tras medio siglo, Fauci se prepara para la vida después del gobierno

Un dibujo de Anthony Fauci en su oficina en Washington. Dice que se siente obligado a mostrar los retratos que crean y le envían sus admiradores. (Kenny Holston/The New York Times)
Un dibujo de Anthony Fauci en su oficina en Washington. Dice que se siente obligado a mostrar los retratos que crean y le envían sus admiradores. (Kenny Holston/The New York Times)

WASHINGTON — Los muros de la oficina de Anthony S. Fauci en su casa están adornados con retratos suyos, dibujos y pinturas de algunos de sus muchos admiradores. El más sorprendente es el de la cantante Joan Baez. Fauci comentó que los dos se han vuelto “muy buenos amigos a lo largo de los años”.

Al parecer a Fauci le incomodó un poco que la gente supiera sobre los retratos. Mencionó que antes, cuando se los tomaban con una cámara, la “extrema derecha” lo atacaba tachándolo de “ególatra”. Dijo que, si alguien se toma la molestia de enviarle un retrato suyo, sentiría que “le estoy faltando al respeto” si lo desechara.

Fue un vistazo revelador a la psique del doctor más querido y odiado de Estados Unidos, quien ahora le pone fin a más de medio siglo de administración pública en los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés). Después del sábado, Fauci, el principal asesor médico del presidente Joe Biden y el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los NIH durante los últimos 38 años, dejará de ser un empleado federal.

Fauci, quien cumplió 82 años en Nochebuena, comentó que tal vez se está retirando, pero no desaparecerá. Espera dar algunas pláticas, afiliarse a una universidad y tratar a pacientes si la institución cuenta con un centro médico. Dijo que tiene intención de escribir una autobiografía y quiere animar a la gente a seguir carreras en ciencias, medicina y servicio público.

Los republicanos, que tomarán el control de la Cámara de Representantes a inicios del próximo mes, se encargarán de que no desaparezca de la escena pública. Han prometido investigar su manejo de la pandemia de la COVID-19 y citarlo para declarar en el Capitolio. Fauci declaró que tiene toda la intención de presentarse y que no tiene nada que ocultar.

Desde la epidemia del SIDA hasta la COVID-19, Fauci ha sido el rostro público de la ciencia estadounidense durante décadas y ha asesorado a siete presidentes. A finales de noviembre, The New York Times habló con él en la oficina de su casa en Washington sobre su carrera y sus planes para el futuro. Esta entrevista se editó y resumió.

P: Ha dicho que se retira de la administración pública, pero que va a prepararse para un “próximo capítulo”. ¿Cuál es ese próximo capítulo?

Anthony Fauci, principal asesor médico del presidente Joe Biden y director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, en Washington el 21 de noviembre de 2022. (Kenny Holston/The New York Times)
Anthony Fauci, principal asesor médico del presidente Joe Biden y director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, en Washington el 21 de noviembre de 2022. (Kenny Holston/The New York Times)

R: Es una buena pregunta. Debido a que no puedo negociar ningún detalle de mi vida posterior al gobierno por razones éticas y conflictos de intereses, estoy haciendo algo que no es habitual en mí, que es no saber exactamente cuáles van a ser los detalles del siguiente paso. Pero decidí que quería tener unos años fuera del gobierno para dedicarme a cosas acordes con mi etapa en la vida.

Por ejemplo, voy a cumplir 82 años dentro de un mes. ¿Y qué tengo que ofrecer? ¿Es más importante que vuelva a hacer otro experimento u otro ensayo clínico? O sería mejor aprovechar mi experiencia escribiendo, dando pláticas, involucrándome en cuestiones de asesoramiento… y, lo más importante, lo que en verdad me preocupa, es tal vez inspirar a la gente más joven para que se dedique a la medicina y la ciencia o, en el caso de las personas que ya se dedican a la medicina y la ciencia, que consideren la posibilidad de hacer una carrera en el servicio público.

P: Cuando piensa en una autobiografía, ¿cómo se la imagina? ¿Hay otro libro sobre la COVID-19?

R: Me gustaría convertirlo en una autobiografía real, es decir la historia de una vida de la que es parte la COVID-19. Porque, si te fijas en lo que era y es Tony Fauci, a Tony Fauci no lo define la COVID-19. Yo preferiría contar una historia de toda mi vida, desde que crecí en las calles de Brooklyn hasta donde estoy ahora. Pero no sé. Nunca he escrito un libro.

P: Más allá de pensar en su futuro, también quiero pensar en el futuro del país. ¿Cuáles cree que son los mayores desafíos sanitarios que enfrentamos?

R: Por desgracia, el país, el mundo y yo hemos soportado una serie de infecciones nuevas y que reaparecen, algunas de las cuales han tenido un profundo impacto mundial, otras han sido curiosidades y otras han tenido un impacto a nivel regional. No creo que esto vaya a cambiar.

P: ¿Hay otras amenazas en las que piense más allá de las de enfermedades infecciosas?

R: Lo que en verdad me preocupa es la politización de los principios de salud pública. Es trágico para la población que en los estados rojos no se vacune lo suficiente y en los azules se vacune bien, por lo tanto las muertes sean mucho más frecuentes en la población de los estados rojos porque no se vacuna lo suficiente.

P: Ha trabajado para siete presidentes. ¿Tiene algún favorito?

R: No, yo no hablaría de favoritos. No sería apropiado.

P: No obstante, sin duda Donald Trump debe haber sido el presidente más desafiante.

R: Sin duda fue un reto porque, como lo he dicho —y te lo repetiré—, siento un gran respeto por el cargo de la presidencia de Estados Unidos. Y he tenido la oportunidad de decirles cosas a los presidentes que quizá a veces no querían oír, pero se tomaron en serio lo que dije y me respetaron por decirles la verdad.

No me gustó ni busqué la posición de tener que contradecir en público a un presidente de Estados Unidos. La extrema derecha parece creer que lo hice a propósito y que me dio gusto hacerlo. No fue así. Me sentí muy, pero muy incómodo por tener que levantarme en una conferencia de prensa pública y contradecir lo que dice sobre la hidroxicloroquina, contradecir lo que dice sobre que el virus va a desaparecer como por arte de magia. Pero tuve que hacerlo por mi propia integridad personal y profesional y por cumplir con mi responsabilidad.

Mi principal responsabilidad es con el público estadounidense. Le sirvo al público; no le sirvo a un partido político. Soy completamente apolítico.

P: ¿Está registrado como independiente?

R: En efecto.

P: Los republicanos de la Cámara de Representantes le llevarán a testificar. ¿Está preparado para eso?

R: No tengo ningún problema en declarar ante el Congreso. No tengo nada que ocultar. Podría explicar y justificar fácilmente todo lo que he hecho. Así que están haciendo un gran escándalo sobre el asunto, pero respeto el concepto de supervisión.

P: ¿Cree que la COVID-19 nos ha enseñado alguna lección que debamos usar como base en el futuro?

R: Para mí, la preparación y la respuesta al brote están en dos grandes bloques. Uno es el científico y el otro el de la salud pública.

Si nos fijamos en la principal historia de éxito de la pandemia, es la respuesta científica, los años de inversión en investigación básica y clínica que llevaron a la hazaña sin precedentes de pasar del reconocimiento de un nuevo virus en enero de 2020 a la realización de ensayos clínicos masivos para conseguir una vacuna segura y eficaz que estuviera en los brazos de las personas en once meses. Ese fue un gran éxito.

Lo que no tuvo tanto éxito fue la respuesta de la salud pública. Teníamos sistemas anticuados. Las cosas no estaban en línea ni en computadoras. La gente utilizaba faxes. No puedes hacer eso cuando vas a responder frente a una pandemia.

Por lo tanto, la lección es que hay que seguir apoyando la ciencia básica y clínica, porque la vamos a necesitar, e intentar reforzar nuestra infraestructura de salud pública nacional y mundial.

P: Si estuviera, digamos, otros diez años en su puesto, ¿en qué cosas se enfocaría? ¿Sería una vacuna contra el SIDA? ¿Hay algún gran objetivo que no haya alcanzado?

R: Sin duda sería la optimización de la terapia contra el SIDA, tal vez con una cura. Me encantaría que en los próximos diez años se usaran las nuevas tecnologías que dieron tan buenos resultados con la COVID-19 para conseguir una vacuna contra la malaria y la tuberculosis.

P: Se retira de la administración pública. Corta sus lazos con los NIH y empaca su oficina ahí. ¿Cómo lo siente?

R: Es una sensación un tanto extraña, porque estoy muy ocupado. Acabo de hablar por Zoom con la Casa Blanca sobre una conferencia de prensa en la que voy a participar. Estoy tan ocupado que no puedo pensar en dimitir y lo que me intimida un poco es que tengo que sacar todas las cosas de mi oficina bastante rápido.

P: ¿Cree que donará sus documentos?

R: Todos mis documentos irán a la Biblioteca del Congreso y a los Archivos Nacionales.

P: Quiero preguntarle un poco más sobre la politización de la ciencia. ¿Cómo cree que podríamos salir de este agujero profundo en el que parece que nos encontramos?

R: No sé cuál sea el mecanismo, pero espero que la gente se dé cuenta de que esto va en detrimento de lo que a todos nos importa. Amamos a nuestro país. Nos importan la familia y los valores. Tal vez sea ingenuo pensarlo. No creo que lo sea. No soy una persona ingenua. Soy optimista, pero un optimista prudente. Solo espero que prevalezca lo mejor de la gente.

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