La medicina amarga del doctor Bukele

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Enfundado en un traje de prócer, el pasado 1ro de junio, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, asumió inconstitucionalmente la investidura presidencial para un segundo mandato. La Constitución salvadoreña prohíbe la reelección, de modo que el antecedente más cercano es el dictador Maximiliano Hernández Martínez, quien gobernó de 1931 a 1944.

Desde el remodelado Palacio Nacional, Bukele dirigió un discurso ante sus seguidores e invitados especiales concentrados en la plaza Gerardo Barrios. Comenzó saludando al rey de España y a los mandatarios presentes, exagerando la legitimidad de su gobierno de facto. Dijo que todos los países del mundo lo reconocen. Al ritual de investidura acudieron los presidentes de Argentina, Javiel Milei; de Honduras, Xiomara Castro; de Costa Rica, Rodrigo Chávez y de Paraguay, Santiago Peña. Particularmente vistoso fue el encuentro entre Milei y Bukele, donde el argentino le preguntó a su par salvadoreño “¿cómo es esto de ser reelecto?”, a lo que el anfitrión respondió: “es necesario”.

El discurso de Bukele se estructuró a partir de la metáfora del doctor que curó a un país enfermo del cáncer de las pandillas. Mencionó 22 veces la palabra “cáncer”, 21 veces invocó a “Dios”, 18 veces habló de distintos tipos de doctores, y usó palabras vinculadas como “tratamiento”, “receta” y “medicina” en 28 menciones.

En su narrativa, El Salvador padecía muchas enfermedades que no pudieron ser atendidas por diversos médicos, hasta que llegó uno que no curó todas las enfermedades, pero sí la más apremiante: el cáncer. Y esa cura fue gracias a la “medicina amargaque el doctor Bukele anunció desde su discurso de investidura presidencial cinco años antes. La receta del galeno guanaco fue seguida al pie de la letra por un pueblo además inspirado por Dios.

Gracias a la medicina amarga que incluyó un régimen de excepción permanente con 80 mil detenidos (la mayoría no pandilleros) y casi 300 muertos bajo custodia estatal, la anulación de la división de poderes, el control absoluto de la Fiscalía y de todo el aparato estatal, El Salvador se convirtió en “el país más seguro del hemisferio occidental”. De hecho, Bukele recalcó, “sin el éxito de la guerra contra las pandillas, muchos de los que nos ven por televisión y por redes sociales ya estarían muertos”.

En El Salvador ya no hay democracia, pero tampoco hay cáncer. Y seguirá habiendo medicina amarga, ahora, anunció Bukele, para sanar a la economía enferma. Basta recordar que, en sus primeros cinco años de gestión, el presidente de El Salvador ha contraído una deuda de más de 10 mil millones de dólares.

La medicina amarga también es un producto divino, un milagro. De ahí que Bukele insista en que los resultados del tratamiento se deben a una alianza tripartita: el doctor que receta, Dios que acompaña y el paciente que obedece sin reclamar las instrucciones que recibe. La obediencia del pueblo, en el discurso bukelista, es fundamental para defender a capa y espada el tratamiento recetado. El doctor Bukele exigió a sus pacientes no hacer caso a los otros médicos incompetentes. Hizo jurar al pueblo nunca escuchar a aquellos integrantes de una oposición “insignificante” pero “rabiosa” que defiende a la democracia.

Al pie de la letra, sus seguidores repitieron: “juramos defender incondicionalmente nuestro proyecto de nación, siguiendo al pie de la letra cada uno de los pasos, sin quejarnos, pidiendo la sabiduría de Dios para que nuestro país sea bendecido con otro milagro, y juramos nunca escuchar a los enemigos del pueblo”. Juramento que concentra el espíritu del admirado “Modelo Bukele”, aquél que quieren replicar en varios países. La receta es relativamente simple, pero amarga: anular la democracia y exigir la obediencia ciega del pueblo, depositando los destinos de un país en manos del autócrata y de Dios.

Gráfica con una nube de palabras del discurso de Nayib Bukele del 01 de junio de 2024.
Nube de palabras del discurso de Nayib Bukele, 01/06/24. Elaboración propia

* Edgar Baltazar Landeros (@ebaltazzar) es becario posdoctoral del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (CIMSUR-UNAM).