Manuel Vázquez Portal, poesía “agresivamente cuestionadora”

Dice el poeta cubano Manuel Vázquez Portal (Morón, Ciego de Ávila, 1951) que hay alguien que también quiere dejarnos sin pasado. Y lo dice, por supuesto, en versos, que es la mejor manera que ha encontrado de comunicarse con todos los monstruos que rodean su existencia. Y con la mirada más aguzada que nunca el poeta y ensayista Carlos Aguilera dice en su libro Archivo y terror (Casa Vacía, 2019) que “El día que veamos a la isla como un lugar de cero trascendencia o cero metafísica, y aceptemos que es solo una máquina de acoples: un tubo que se inserta a otro y a otro y a otro hasta devenir un monstruo en el no-infinito, pues ya habremos ganado algo”.

Esta antología, Con tantas lluvias al lomo (Iliada Ediciones, 2022), podría llamarse poesía reunida, pero se trata de su poesía unida. Se trata del proyecto de Vázquez Portal por mantener la misma voz infinita de sus primeros libros y sobrepasar todos los vendavales que la vida le ha impuesto.

Como cultor constante de los modos diversos de versificar el poeta vuelve una y otra vez sobre los mismos modelos (moldes) de sus décimas, cuartetas, sonetos y versos libres, no como una posición de estancamiento sino imponiendo el reto de que puede volver sobre los más acendrados modelos de construcción literaria con el mismo vuelo poético que lo ha alumbrado siempre.

Amigos, familia, dolores existenciales. La contemplación como ejercicio para llevar su propia bitácora poética: un ejercicio simétrico para atravesar su obra.

Se da perfectamente en Vázquez Portal un deseo de autodeterminación, muy fácil de emparentar con lo más acertado de Kierkegaard. Hay una vida “determinada” por la elección de transitar desde la poesía enarbolando nada más y nada menos que el principio de la libertad.

Con esta oportunidad que nos ofrece la mano cuidadosa del escritor y editor Amir Valle desde Berlín, podemos recorrer una selección de otros cinco libros del poeta. “La poesía de Vázquez Portal es prioritariamente intimista y sentimental; agresivamente cuestionadora y reflexiva y filosófica; apasionadamente callejera y espiritual y pendenciera”, explica Valle en el prólogo.

¿Existe una “poesía comprometida”?

La pregunta viaja a salto de mata entre tanta consigna, alarde, grandilocuencia y estratificaciones inútiles. Lo que sucede es que Vázquez Portal ha sido consecuente con el llamado que le hicieran los dioses de la poesía, a que la mantuviera tan en alto que la dejara caer entre nosotros, sus lectores.

Cuando hablo de “compromiso” me refiero a las distintas estaciones por las que este poeta ha sido llevado para tener que demostrar que el más grande delirio es la literatura y el compromiso con esta.

Un día cualquiera de la década de 1990, precisamente en 1995, Vázquez Portal dio un timonazo en sus formas de decir y comunicarse con su entorno más cercano y apeló a la denuncia contra el régimen cubano y en favor de quienes necesitaban, por medio del periodismo, escuchar lo que el poder les escamoteaba como información libre y sin censura. ¿Se habría apartado el poeta de sus otras herramientas como el análisis y la poesía? Al parecer no.

Desde entonces el nombre de Manuel Vázquez Portal apareció en cuanta lista gris o negra circulara por los fosos de la maquinaria de prohibiciones. Proscrito en su propio país, no les bastó y en la primavera (negra también) de 2003 fue condenado a 18 años de cárcel, de la que pudo salir al verse afectada su salud y la gestión de la repulsa internacional que produjo su caso: el de un poeta encarcelado por decir lo que pensaba. Y luego vino el exilio y la parada en firme para ver desde muy lejos y muy cerca la tierra que lo vio nacer, pero aquellos castigos no trajeron ni la amputación intelectual ni el silencio de su poética “agresivamente cuestionadora y reflexiva y filosófica”, como bien apunta Valle.

Sí, hay una “poesía comprometida”. Aquí, una pequeña muestra:

“Ausente”

Ha llegado el invierno/ y sigo lejos/ del cosmos que inventó/ mi madre para mí. El árbol familiar tendrá un regalo/ que tampoco este año pasaré a recoger. Al terminar la noche/ me envolveré en la manta serena del recuento/ y veré como fluyen/ ausencias y distancias.